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PROPUESTAS DE LOBO MARLEY PARA MEJORAR LA NUEVA ESTRATEGIA DE CONSERVACIÓN DEL LOBO IBÉRICO

Durante el primer trimestre de 2021 el Ministerio para la Transición Ecológica elaboró un borrador para la Estrategia de conservación del lobo ibérico, la cual deberá desplegarse a partir de su inclusión en el catálogo de especies en régimen de protección especial. Este borrador se puso a disposición de diversas entidades, incluida Lobo Marley, para recabar sugerencias que debían remitirse al ministerio en un plazo determinado (este proceso es independiente de la consulta pública sobre la Orden de inclusión del lobo en el LESPRE, para la cual ya os enviamos un modelo genérico en febrero para que pudiéseis participar).

Por nuestra parte redactamos una serie de sugerencias para mejorar la Estrategia, la cuales enviamos oportunamente, y que incluían las siguientes:

1.- Hacer un mayor énfasis en la necesidad de eliminar vallados cinegéticos, mientras que el borrador sólo hablaba de “limitar la creación de nuevos vallados”.
2.- Dar más importancia a la necesidad de favorecer la expansión del lobo hacia el Sur de la Península, mientras que el borrador sólo enfatizaba la expansión hacia el Este. De hecho, en el borrador ni siquiera se mencionan las provincias de Ávila, Zamora o Salamanca al sur del Duero como corredores de expansión.
3.- Incidir en la persecución y sanción del abandono de perros, que además de ser un ejemplo de maltrato animal, tiene graves implicaciones para la conservación del lobo.
4.- Desterrar del texto de la estrategia términos tales como “control poblacional”, que se utilizan en el borrador y que se refieren a prácticas que según el planteamiento de la estrategia ( y según la normativa europea vigente) deben ser excepcionales, y por lo tanto se aplican sólo a individuos concretos y no deberían incidir de manera apreciable sobre la “población”.
5.- Actualizar la metodología del censo, corrigiendo errores de la que se utilizó en censos previos y que en el borrador aparentemente se daba por buena. En esos censos anteriores, por ejemplo, se utilizaban estimaciones demasiado elevadas del número de lobos por manada, invalidando los cálculos de población resultantes.
6.- Reducir el impacto negativo del radio-marcaje sobre los lobos individuales y las manadas y condicionar el marcaje a la demostrada utilidad y prioridad del mismo, caso por caso, evitando entre otras cosas que se terminen creando “lobos judas”.
7.-Hacer énfasis en la necesidad de adoptar metodologías conjuntas en el ámbito de la cooperación internacional, y como ejemplo de ello proponemos usar métodos unificados de estimación del número de individuos con Portugal, donde se calcula una media de cuatro lobos por manada, la mitad que en España.

En el mes de Junio el Ministerio nos hizo llegar una segunda versión del borrador de la estrategia, la cual es más acorde con varias de nuestras sugerencias pero aún adolece de algunos de los problemas que encontrábamos en el primer borrador. Mientras elaboramos nuestras propuestas en base a este segundo borrador, Lobo Marley se mantiene en contacto con el Ministerio al más alto nivel, lo que nos permite confirmar la firmeza del propósito de llevar a buen puerto la protección del lobo ibérico, a pesar de las presiones insistentes y desproporcionadas por parte de los sectores cinegético y ganadero.

LOBO MARLEY EN LUCHA POR EL RETORNO DEL LOBO A ANDALUCÍA

En 1986, bajo el DECRETO 4/1986, se incluyó al lobo en el listado de especies protegidas y se dictaron normas para su protección en el territorio de la Comunidad Autónoma de Andalucía. Desde el año 2012 no se han encontrado rastros o indicios significativos de la existencia de este animal en tierras andaluzas, con lo que se demuestra que el lobo necesita un plan de recuperación. Ente tanto y desde 2013 el lobo en toda España ha pasado de encontrarse formalmente en un estado de conservación favorable a considerarse en estado “Desfavorable e Inadecuado” según consta en informes oficiales de la UE, que también señalan que se han perdido recientemente dos de los tres núcleos históricos de población en nuestro país, incluyendo el de Sierra Morena. Esta situación coloca a las administraciones españolas, bajo pena de sanciones, en la obligación de restaurar el estado favorable de conservación de la especie y recuperar los núcleos de población perdidos en época reciente.

Por otro lado no tenemos que olvidar el importante aporte económico que el “Eco Turismo Lobero” deja en zonas, como por Ejemplo Sanabria, donde el año pasado dejo un total de 700.000€, alzándose como uno de los alientos socioeconómicos y de patrimonios naturales relevantes de los municipios de la zona. Además, con firmes repercusiones en la fijación de población y en el desarrollo de vida hostelera, en el gasto y el consumo de productos, en el disfrute de la gastronomía y en la promoción y enseñanza de una extensa riqueza cultural y etnográfica que atesora el territorio. Desde Lobo Marley, y junto a otras entidades conservacionistas y grupos políticos, venimos demandando a la Junta de Andalucía que actúe frente a esta situación, pero a día de hoy, y después de casi un año, nos han dado su silencio por respuesta.

Durante todo este tiempo hemos llevado preguntas ante el Parlamento Andaluz sobre la situación del lobo, presentado escritos solicitando su inclusión en el listado de especies en peligro de extinción en Andalucía, campaña a través de las distintas redes sociales de “bombardeo” de correos electrónicos al Presidente Andaluz con nuestra demanda, presentación de Proposición No de Ley a través de distintos grupos parlamentarios que nos apoyan, y ya por último, en el mes de Junio hemos solicitado una reunión urgente con la Consejera de Agricultura Mari Carmen Crespo Díaz.

Ante todos estos hechos, hemos decidido dar un paso más, por lo que estamos preparando una jornada de protestas para el próximo 16 de Octubre, convocando una manifestación en el transcurso de la cual  recorreremos las calles de Sevilla hasta el Parlamento Andaluz, donde se leerá un manifiesto exigiendo el plan de recuperación de la especie.  A día de hoy son ya casi cincuenta entidades, tanto proteccionistas, grupos políticos y empresas del sector del turismo rural las que se han comprometido con su apoyo a esta jornada de protesta.

DESDE LA ALIANZA EUROPEA AVANZAMOS CON PASO FIRME

El pasado mes de mayo la Alianza Europea para la Conservación del Lobo nos registramos como ONG de interlocución con la Comisión Europea, a través de su portal de transparencia, quedando ya inscritos y consolidados como entidad de carácter consultivo en materia de protección del lobo en Europa.
Entre los últimos contactos mantenidos con Bruselas tanto por escrito como presenciales por videoconferencia, destacamos con comentarios aclaratorios entre paréntesis, algunas de las declaraciones recibidas desde la Comisión Europea:

Se han llevado a cabo escasas medidas para la conservación y recuperación de la especie (lobo ibérico) en los últimos años. Las acciones programadas por las Administraciones Públicas españolas, han sido dirigidas a evitar los daños provocados por el lobo a la ganadería en su mayor parte.”
(Acciones que ya se sabe no sirven ni han servido para evitar daños, sino para incrementarlos si acaso, o incluso promoverlos allí donde no existían. Sin embargo lo que sí que han logrado es que el lobo se encuentre 30 años después del primer censo nacional, en la misma encrucijada:  en estado de conservación inadecuado, desfavorable, genéticamente muy tocado, y poblacionalmente concentrado en el ya único núcleo del noroeste, estando oficialmente extinguido en su núcleo histórico meridional.)

Cuanta más presión en relajar la protección del lobo se eleve a Bruselas, más contundente será su reacción de exigencia en la protección”. “La Directiva Habitats es la mejor salvaguarda como herramienta de la UE para la conservación. Con todos los casos judiciales que se apelan como en España, Finlandia, etc. la libertad de uso del artículo 16 será cada vez menor” (Marco Cipriani. Dirección General Medio Ambiente. Comisión Europea)

Sobre la falsa y recurrente noticia del crecimiento poblacional y expansión del lobo en España

«El área del rango de la especie ha experimentado una reducción con respecto al sexenio anterior (2007-2012) debido a un reajuste de las cuadrículas donde existe presencia habitual de la especie, excluyendo las zonas con presencia ocasional y las discontinuidades. Si bien debido a los movimientos dispersivos propios de la especie, nuevas áreas tienen evidencia de presencia y actividad de algunos individuos y pequeños grupos, las presiones a las que está sometido el lobo impiden que estas dispersiones fructifiquen en grupos asentados o manadas estables.»
Habitats Directive reporting. The State of Nature in the EU – Article 17 reporting
INFORME DE LA UE: EU 3rd assessment of conservation status and trends Input to final assessment of EU Biodiversity Strategy to 2020

Desde la Alianza y desde Lobo Marley estaremos muy expectantes en conocer el próximo Documento Guía que Bruselas está ultimando para una mejor interpretación y aplicación de las medidas de protección que establece la Directiva Hábitats, y que nos han confirmado desde la Comisión, que saldrá a partir de septiembre, mes que se antoja histórico en España, para avanzar notablemente en el nivel de protección de nuestro lobo ibérico, y que en Europa está también marcando cierta tendencia de cambio, salvo en Escandinavia.
En nuestro próximo boletín os informaremos en detalle lo que está ocurriendo en distintos países de nuestro entorno Comunitario en este momento, así como sobre la III Asamblea General de la Alianza Europea, a celebrar online a finales de este año.

www.wolf-alliance.org

Alegaciones al Plan de Protección del Lobo

Como paso previo a la publicación oficial de la inclusión del lobo en el listado de Especies Silvestres en Protección Especial, se ha abierto hasta el 26 de febrero el plazo de la correspondiente consulta participativa ciudadana. Desde Lobo Marley os invitamos a  participar en esa consulta, y aquí os ofrecemos un texto con una lista de peticiones que nos parecen necesarias para que el proceso de protección tenga los efectos deseables.

Una vez hayáis incorporado vuestros datos personales al final del texto de las alegaciones, las tenéis que remitir al siguiente correo:
buzon-sgb@miteco.es
Como asunto del email, poned “CPP Modificación RD139/2011”

Y las alegaciones en cuestión son estas:

En relación a la consulta pública previa sobre el “Proyecto de Orden Ministerial por la que se modifica el anexo del Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero, para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas”, considero que la inclusión del lobo ibérico en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial es un paso imprescindible pero no suficiente a medio y largo plazo, y por lo tanto pido que a la hora de elaborar las estrategias para su conservación se tengan en cuenta las siguientes consideraciones:

1.- Que se mantenga en el horizonte la protección total por medio de la catalogación de la especie como “Vulnerable”, ya que dicha catalogación fue descartada por el comité científico por un problema formal respecto a la documentación sobre la distribución del lobo a principios del siglo XX. En realidad, dicha distribución está tan bien conocida y documentada por los científicos de aquella época como la de cualquier otro gran mamífero al que se haya concedido ese grado de protección, y por lo tanto la petición mantiene toda su vigencia. Además, siendo el lobo ibérico una población endémica ubicada en una zona geográfica a caballo entre España y Portugal, homogeneizar bajo la misma categoría solo a la parte española es biológicamente inapropiado; debería homogeneizarse toda la población a ambos lados de la frontera, habiendo diversas manadas que en Portugal están catalogadas como en peligro de extinción y que son transfronterizas.

2.- Que, a partir de la inclusión en el listado, se avance hacia un modelo donde no sólo desparezca la caza deportiva de lobos sino que se elimine todo cupo o práctica sistemática del control letal, que deberá ser sustituido por la adopción de medidas preventivas de probada eficacia. Está demostrado que matar lobos no soluciona el problema de los daños a la ganadería sino que lo agrava.

3.- Que a la hora de planificar la conservación del lobo se dejen de citar las cifras artificialmente infladas de los censos de la administración, en los que se ha asumido erroneamente un número demasiado alto de lobos por manada. Los datos científicos obtenidos por investigadores independientes demuestran que las manadas de lobos en España constan de media de unos 4 individuos, lo que indica que la cifra que se suele citar de 2.500 lobos, es aproximadamente el doble de la población real.

4.- Que se tengan en cuenta los peligros que aquejan a la población española de lobo ibérico tales como la falta de diversidad genética, que aconsejan un crecimiento de su población efectiva y la recuperación gradual de su distribución histórica allí donde se den las condiciones para la recolonización. Solo así podrá mejorar su actual estado de conservación, y pasar de ser “desfavorable/inadecuado con perspectivas futuras inciertas/desconocidas”, como lo ha calificado Bruselas y el propio Ministerio recientemente, a “Favorable”, como exige la Directiva Hábitats para las especies de “interés comunitario”.

5.- Que se consideren seriamente las reintroducciones de lobos en lugares con condiciones idóneas tales como parques nacionales u otros espacios protegidos, cuando éstos se encuentren tan lejos de los actuales núcleos de dispersión y los obstáculos de índole antrópica sean tan grandes que la recolonización natural no sea previsible en un plazo razonable.

6.- Que se avance hacia la sustitución del sistema de indemnizaciones por daños a la ganadería por un pago previo o “contrato territorial” que premie la convivencia real con la biodiversidad silvestre. El sistema de indemnización por daños ha demostrado ser ineficaz, porque elimina la motivación para cuidar profesionalmente del ganado y además genera circunstancias propicias para la picaresca.

7.- Que se destierre la antigua idea de que “matar lobos favorece la aceptación de la especie” en los entornos donde se produce la convivencia. Está demostrado que tal cosa no ocurre y que de hecho, cuando la administración mata lobos contribuye a que se perpetúe la noción de que el lobo es un enemigo de la sociedad que debe ser “castigado” de manera regular para “mantenerlo a raya”. Al contrario, debe informarse, mediante campañas de comunicación, sobre los servicios ecosistémicos que el lobo proporciona y su potencial para enriquecer de diversas maneras la vida de las comunidades que comparten territorio con él.

8.- Que el gobierno atienda a sectores habitualmente silenciados del mundo rural para diseñar la estrategia de conservación del lobo. La administración no debe limitarse a escuchar a las patronales agroganaderas que acaparan la atención y pretenden ser representantes exclusivos del campo, y que en lo que respecta al lobo, con frecuencia defienden los intereses de la caza más que los de la propia ganadería. Una estrategia justa debe tener en cuenta a sectores eclipsados por el ruido mediático de las grandes organizaciones. Los pastores responsables, que ya custodian su ganado con profesionalidad evitando los ataques del lobo; los ganaderos de Extremadura que esperan la llegada a su región del lobo como defensor de sus rebaños frente a enfermedades transmitidas por especies cinegéticas; los agricultores cuyos cultivos se benefician de la acción del lobo como controlador de ungulados silvestres; y sectores como el del turismo rural, cuyos intereses se han visto sistemáticamente arrinconados por la “gestión a tiros” del lobo, todos ellos son actores a los que no se debe dejar fuera de la negociación.

Nombre y apellidos:

DNI:

REUNIÓN DE LOBO MARLEY CON EL GOBIERNO

Satisfacción dentro de la prudencia en Lobo Marley después de mantener una larga e interesante reunión en el Ministerio de Transición Ecológica con el Secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán y el Director General de Biodiversidad Bosques y Desertificación, Jorge Manríquez.

Tras admitir que la anterior Estrategia para la conservación del lobo, vigente desde 2005 hasta 2015, fracasó en sus objetivos, nos han expuesto su plan para poner en marcha una nueva Estrategia que buscará remediar los fallos de  la anterior y permitirá una protección más efectiva del lobo y una mayor armonía entre los sectores implicados. Salimos de esta reunión con la confianza de que en un plazo breve se anunciará un conjunto de medidas que sacarán al lobo del limbo normativo en el que lleva sumido demasiados años.

Lobo Marley afianza su papel como interlocutor conservacionista entre la administración central y una mayoría social que desea la protección real del lobo. Como parte de esta interlocución estamos a disposición del gobierno para divulgar una imagen positiva y realista del lobo, basada en la ciencia y no en prejuicios ancestrales, pero también estaremos atentos para que no se frustren las legítimas aspiraciones de una ciudadanía que ya ha dejado oír su voz con total claridad exigiendo un LOBO VIVO Y PROTEGIDO.

POR LA RECUPERACIÓN DEL LOBO EN ANDALUCÍA

Lobo Marley tiene entre sus objetivos el conseguir que le administración andaluza asuma un compromiso creíble con la necesaria recuperación del lobo ibérico en esa comunidad, donde estamos preparando una serie de iniciativas encaminadas a ese fin.

 

La desaparición del lobo en Andalucía en años recientes ha sido un claro ejemplo de los efectos de la desidia y la incapacidad de las administraciones para actuar ante una extinción anunciada. Es incomprensible que ni siquiera se haya declarado al lobo como especie en peligro de extinción en esa comunidad autónoma cuando se estaba presenciando el declive imparable de sus poblaciones y finalmente la ausencia de evidencias creíbles de su supervivencia desde principios de la década pasada. Y todo esto ha ocurrido a pesar de tratarse de una especie de interés comunitario a nivel europeo, protegida estrictamente en España al sur del Duero.

 

Las razones de la extinción del lobo en Andalucía son diversas, pero tal vez la más importante sea el sistema de explotación cinegética imperante en esa comunidad, donde las grandes fincas privadas cubren la mayor parte de las áreas naturales, restringiendo el movimiento natural de la fauna mediante vallados y convirtiendo los cotos en explotaciones más cercanas a la ganadería que a una gestión cinegética racional. Lógicamente este sistema es incompatible con la presencia del lobo, impidiendo no sólo sus movimientos naturales sino también la dinamización que el lobo causa en las poblaciones de ungulados salvajes. Ese efecto dinamizador del lobo es fundamental para mantener la salud de esos ungulados, minimizar su impacto local sobre la vegetación autóctona y mantener a raya las zoonosis y su transmisión al ganado doméstico. A pesar de los mensajes alarmistas de algunos sindicatos agroganaderos, el impacto del lobo sobre la ganadería en Andalucía es mínimo, y los potenciales daños, fácilmente evitables con las más elementales medidas preventivas. En este caso, más que velar por los intereses de sus afiliados, esos sindicatos se están convirtiendo en altavoces del lobby de la caza de trofeos, blanqueando sus reivindicaciones al asimilarlas a las del sector agropecuario.

 

Ante este panorama, no queda ninguna excusa para seguir postponiendo la declaración del lobo como especie en peligro en Andalucía, que debe ir acompañada de la redacción del correspondiente plan de recuperación para esta especie que se ha desvanecido ante la mirada impávida de los sucesivos gobiernos regionales.

 

Por todo esto, desde Lobo Marley hemos enviado una carta al Defensor del Pueblo en Andalucía, cuyo texto podéis leer al final de este artículo, solicitándole que reclame al gobierno regional la toma de las medidas oportunas. Como no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando una respuesta, en este momento los miembros de nuestra asociación en Andalucía trabajan en la preparación de diversas iniciativas para presionar a las administraciones y concienciar a la población sobre la necesidad de restaurar al lobo ibérico en su papel dentro de la fauna autóctona de esta comunidad, como parte de la inaplazable transición hacia un modelo de convivencia con la naturaleza y de recuperación de la biodiversidad. Una iniciativa en la que podéis participar todos desde ya es nuestra petición de firmas, que utilizaremos oportunamente para presionar a la Junta de Andalucía. Aquí tenéis el enlace:

 

https://www.peticion.es/el_lobo_tiene_que_volver_a_andalucia

 

 

Sr. Defensor del Pueblo Andaluz

El sur de la Península Ibérica, debido a la conservación de enormes masas forestales, fue históricamente un inmenso territorio de caza para el Lobo Ibérico (Canis lupus signatus), donde estos cánidos depredaban sobre ciervos, corzos o jabalíes. Desde finales del siglo XIX se produjo un dramático proceso de deforestación para dedicar al cultivo grandes superficies antes cubiertas por bosques y otros tipos de vegetación natural.  El resultado no fue otro que la disminución de las grandes poblaciones de ungulados silvestres, comenzando a escasear y permaneciendo de manera estable únicamente en los terrenos acotados para la caza mayor, generalmente administrados por manos privadas. Algunas especies (las más exigentes ecológicamente) se extinguieron o se volvieron muy escasas. Esto trajo como consecuencia que el lobo depredara sobre la ganadería,  desatándose la persecución no solamente por cazadores sino también por los ganaderos.

La pérdida de ejemplares de lobo arrancó desde mediados del pasado siglo, pero el declive de las poblaciones se disparó a finales de ese mismo siglo, con escasas manadas y problemas de endogamia y de hibridaciones con canidos domésticos. En 1999 había documentados tan sólos ocho grupos familiares que se habían reproducido. Pero, diez años después, ya solo había constancia de un grupo.

En 1986, bajo el DECRETO 4/1986, se incluyó al lobo en el listado de  especies protegidas y se dictaron normas para su protección en el territorio de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Desde el año 2012 no se han encontrado rastros o indicios algunos de la existencia de este animal en tierras andaluzas.

En el año 2003 se creó el Programa de seguimiento y Conservación del lobo en Andalucía, que no era más que un simple sucedáneo para acallar las voces que ya se escuchaban en favor de la protección del lobo. Este programa de “Seguimiento y Conservación” se basaba en el control de la distribución del lobo, minimización y compensación de daños y asesoramiento y concienciación a la población rural, pero nunca hizo nada para proteger las poblaciones loberas debido a la presión de distintas Organizaciones Agrarias y Ganaderas. Este plan ya se veía como un futuro fracaso para la conservación del lobo, fracaso que queda confirmado a día de hoy.

Después de todo esto la administración andaluza, en cumplimiento de lo establecido en la Ley 8/2003 de Flora y Fauna Silvestres y la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural, y atendiendo a las exigencias y objetivos en materia de conservación de especies amenazadas y hábitats protegidos en la Comunidad Autónoma Andaluza, debería haber declarado al Lobo Ibérico como especie en Peligro de Extinción, y aprobar y ejecutar un plan de recuperación de esta especie, plan que a día de hoy ni existe ni se le espera.Cabe destacar que en la Península Ibérica la Directiva Hábitats de la Unión Europea, establece que el lobo ibérico es una especie estrictamente protegida al sur del Río Duero.

Es por todo lo anteriormente expuesto, por lo que desde este asociación, solicitamos a este Defensor del Pueblo de Andalucía que realice las gestiones oportunas ante la Junta de Andalucía para que ponga en marcha elnecesario plan de recuperación de este magnífico animal que tan sólo habita nuestra península Ibérica.

MUERTE DE UN LOBEZNO

Este verano ha sido noticia la muerte de un lobezno rescatado por la guardia civil en el municipio leonés de Abelgas de Luna. Sin duda cada año mueren decenas de cachorros de lobo ibérico, y aunque cada una de esa muertes constituya una pequeña tragedia, forman parte del ciclo natural y desde luego no son noticia. Pero el caso del lobezno de Abelgas es diferente porque revela complejos factores humanos tan lamentables como evitables que inciden en la supervivencia de nuestros lobos.

 

El pasado 24 de agosto, a raíz del aviso de un vecino de Abelgas, el Seprona rescató al lobezno, que aparentemente vagaba en las inmediaciones del pueblo. Hasta donde se podía juzgar por los datos publicados, el rescate discurrió sin problemas, y el animal estaba en buen estado. Pero algo ocurrió durante el transporte del cachorro hacia el CRAS de Valladolid por parte de los funcionarios de la Junta, y cuando el animal llega a destino se encuentra en condiciones lamentables, con una grave deshidratación y heridas en las patas, muriendo al poco tiempo. Ya al conocerse la noticia, señalábamos desde Lobo Marley que, más allá de las sospechas de negligencia que pudieran cernirse sobre el caso, existían otras interrogantes: ¿mostraba el lobezno comportamientos propios de un animal habituado al cautiverio en el vídeo que se publicaba al poco tiempo de su rescate? ¿Por qué un animal tan joven no se encontraba con su manada, y qué destino podían haber corrido sus padres? En ese momento anunciamos ya nuestra intención de iniciar acciones legales para depurar posibles responsabilidades por parte de la Junta de Castilla y León.

 

La respuesta de la Junta ante el revuelo mediático que generó el caso fue ponerse a la defensiva y realizar declaraciones a medio camino entre el ridículo y el surrealismo, dando a entender que preocuparse por la muerte de un lobezno en tiempos de pandemia era desproporcionado, como si la emergencia sanitaria fuese una excusa para tolerar negligencias en la gestión del patrimonio natural.

Con el paso de los días, se confirmó lo que sospechábamos desde Lobo Marley: el lobezno de Abegas de Luna había estado en cautividad largo tiempo antes de su rescate, y parece que fue maltratado durante ese período. Además se encontró otro cachorro (una hembra) en estado crítico en un domicilio de esa localidad, lo que podría confirmar nuestros peores presagios respecto al destino de los padres del lobezno.

 

Día tras día iban surgiendo nuevos e inquietantes datos, y a medida que se producían las informaciones, desde Lobo Marley nos veíamos obligados a modificar los términos de la denuncia que estábamos preparando, de manera que estuviese acorde a la actualidad. A finales de septiembre hemos sabido que nuestra denuncia ha dado lugar a la incoación de diligencias previas en el Juzgado de Instrucción 3 de Valladolid.

 

Las autoridades han identificado entre tanto a un vecino de Abelgas de Luna como responsable de haber mantenido en cautividad a los lobeznos, y están investigando los detalles del caso. Está claro que matar lobos y apropiarse de las camadas es una costumbre propia de una España anacrónica que no tiene ninguna conciencia de su patrimonio natural, y una razón más por la que urge la protección estricta de esta especie. Al fin y al cabo es impensable que algo así se hiciera con una camada de linces ibéricos u osos cantábricos. Cuando la ciudadanía perciba que desde la administración se valora al más emblemático de nuestros carnívoros, estos hábitos arcaicos irán desapareciendo de manera natural.

DE CUPOS Y ENCUESTAS

Si algo se aprende cuando uno se interesa por la conservación del lobo es a convivir con un flujo permanente de malas noticias. Entre las más recientes se encuentra la aprobación, desde el gobierno de Cantabria, de un cupo de caza de 34 lobos, una medida contraria a la legislación europea y encaminada a contentar al lobby de la caza de trofeos, pero justificada con el viejo argumento demagógico de la defensa de la ganadería. Nuestra primera reacción ante estos abusos es recordar lo obvio: que las estimaciones sobre la población de lobos que usa la administración para calcular esos cupos están infladas intencionadamente; que el concepto de “controlar la población del lobo” es absurdo al tratarse de un depredador social, territorial y jerárquico que, si se le deja en paz, controla su propio número; que la matanza indiscriminada de lobos no resuelve el problema de los ataques al ganado si no que lo perpetúa; que, peor todavía, la matanza sesgada de ejemplares espectaculares practicada por la caza de trofeos elimina los adultos reproductores que lideran las manadas, causando la mayor desestabilización en la sociedad lobuna y el perjuicio más profundo tanto a los ecosistemas como a la ganadería; que si realmente queremos acabar con los daños a la ganadería la solución está en implementar medidas preventivas…

 

Pero este rosario de realidades sólo contesta a las preguntas prácticas que nos planteamos ante el absurdo continuado de la “gestión a tiros” del lobo. Son argumentos que surgen de la buena intención de solucionar los problemas, pero que nos anclan en una dialéctica sin salida, porque asumimos que la otra parte comparte esa voluntad de solucionar los problemas, y esa asunción puede ser demasiado ingenua.

 

La realidad es que se está produciendo, a nivel de política regional, un experimento sociológico perverso: se fomenta en algunas minorías una actitud regresiva y contraria a la conservación de la naturaleza, enfrentando sectores y sacando partido de esa conflictividad. La defensa del medio ambiente, que es una necesidad urgente para el bien común de la sociedad, es presentada por algunos líderes como un lujo para élites, y así se crea un victimismo tan falso como peligroso por parte de los que se creen en el derecho a dañar indiscriminadamente a la fauna. El lobo, con su capacidad de generar reacciones emocionales, es un chivo expiatorio ideal para frustraciones y descontentos sociales que tienen orígenes muy distintos y que nada tienen que ver con el cánido, y que desde luego no se solucionarían ni con su “control” ni siquiera con su desaparación total.

 

Sin embargo, este afán de los políticos por hacer demagogia con el lobo (o más bien contra el lobo), se opone a la tendencia de la mayoría social hacia una creciente sensibilidad ambiental. Y esto no sólo es cierto para España sino para el resto de Europa, como demuestra una encuesta llevada a cabo este año en 6 países europeos en los que aún quedan poblaciones salvajes de lobos. La encuesta, realizada de acuerdo a los criterios estadísticos más exigentes y encargada por el “Eurogroup for Animals” arroja unos resultados abrumadores: el 93% de los ciudadanos encuestados consideran que los lobos tienen derecho a vivir en estado salvaje en su ambiente; el 86% aceptan que el lobo debe vivir en sus respectivos países; el 81% opina que el lobo debe estar estrictamente protegido; el 84% está de acuerdo en que sólo se deben utilizar métodos no letales para proteger al ganado del lobo; y el 78% considera que los ganaderos y la población rural en su conjunto pueden convivir con los lobos sin hacerles daño.

 

Estos resultados son elocuentes a nivel numérico pero también deben leerse en términos de los valores que reflejan: demuestran que existe una conciencia de la importancia del respeto, la tolerancia y la capacidad de convivencia frente a los retos ambientales. Confirman la obviedad de que la política va a remolque de la sociedad, y nos recuerdan que aún hay lugar para la esperanza de un cambio a mejor. Pero si miramos al mismo tiempo a la encuesta y a los cupos del lobo en Cantabria, vemos dos fuerzas actuando en direcciones antagónicas: por un lado, una ciudadanía en la que va calando la conciencia de realidades tales como la emergencia climática y la crisis de biodiversidad, y que tiene una percepción positiva de la naturaleza como un todo del que formamos parte y al que no tiene sentido agredir; por otro lado, una gestión miope, egoista e interesada, que para satisfacer un afán de poder y una búsqueda de intereses a corto plazo, mete varas en las ruedas del proceso más importante de la actualidad, que es la transición hacia un modelo de vida compatible con la supervivencia de la humanidad a largo plazo.

 

Sin duda es una simplificación reducir la democracia a una cuestión de mayorías, y sería ingenuo o insensible pretender que cualquier mayoría vale lo mismo que otra. Si, por ejemplo, la mayor parte de la población defendiese valores esclavistas, su condición de mayoría no podría legitimar sus puntos de vista. En el caso de la protección del lobo, la mayoría social es doblemente válida porque muestra la clase de evolución en las percepciones necesaria para evitar, o al menos aminorar, las consecuencias de décadas de irresponsabiliad ambiental.

 

Las políticas de caza y control letal del lobo implican mucho más que un estilo de gestión de una especie puntual: son parte de un modelo reduccionista de relación con el medio ambiente, que pone el patrimonio natural en manos de intereses privados y para colmo instiga a los titulares de esos intereses a percibir la defensa del bien común como una amenaza a su propiedad e incluso a su supervivencia. Es como si en pleno siglo XXI se cuestionasen las leyes de protección de la calidad del aire pintándolas como agresiones contra los trabajadores de las empresas contaminantes. A todo esto se añade el acto de prestidigitación más efectivo por parte de los sectores retrógradas: convertir cualquier conflicto relacionado con la defensa del medio ambiente en un “enfrentamiento de intereses”, poniendo en igualdad de condiciones a unos y otros. Y los medios de comunicación a menudo se hacen cómplices de esa reducción al absurdo. “Cazadores frente a ecologistas”, se dice, invitando al público a adoptar una posición neutral como si estuviesen presenciando una disputa entre clanes. Pero en estos temas no hay neutralidad posible: es como pedirle a un paciente que vea a los agentes patógenos y a los médicos como equipos rivales que se enfrentan con igual legitimidad. Desde un punto de vista cósmico esto podría ser así, pero desde el punto de vista del hipotético paciente, o en este caso de los habitantes de este planeta, no hay equidistancia posible. Por suerte, la mayoría social percibe esta realidad, pero el talento de los políticos a menudo se vuelca en usar la democracia en contra de las mayorías legítimas. O dicho de otro modo, en gobernar contra la sociedad.

LAS POLÍTICAS DE GESTIÓN LETAL EN NORTEAMÉRICA

Ocho años han transcurrido desde que iniciáramos nuestra andadura como asociación en defensa del lobo ibérico en este país, pero en poco tiempo nuestro mensaje y empuje también ha ido traspasado fronteras. Con vuestro apoyo incondicional en los momentos más difíciles, habéis hecho posible que Lobo Marley continúe adelante e independiente, creciendo en influencia externa. Nuestra vocación internacional, y europea en particular, propició la creación de la Alianza Europea, pero nuestra lucha debe tener proyección global porque el anacronismo que aún machaca al lobo allí donde habita es global.

Por ello estamos empezando también a buscar sinergias en el “nuevo continente”. Desde Oregón en EEUU, nuestro compañero Fernando Moreno, actual enlace de Lobo Marley para ese país, Canadá y México, https://twitter.com/lobomarleyusa comparte con nosotros sus reflexiones e información, comenzando en este boletín sus colaboraciones con el siguiente artículo, ya inmersos en plena campaña electoral donde se juegan mucho también los que defienden la biodiversidad.

 

“Dimensiones humanas en la gestión del lobo en Norte América”

Pocas especies en norte América han perdurado durante las campañas de furiosa embestida antropogénica y la vez demostrado una resiliencia tan absoluta como el lobo. Lo cierto es que esta afirmación se puede extender al Canis lupus en todo el globo terráqueo, aunque algunas subespecies hayan sucumbido al vitriolo humano más visceral. Pero la relación entre humanos y este emblemático canido no siempre ha sido contenciosa. Es por todos conocido que nuestros ancestros desarrollaron un vinculo de admiración y veneración durante varios milenios, el cual no si vio dañado sino hasta hace unos pocos siglos.

La nación Oneida, una de las seis confederaciones Iroquois, tiene una conocida leyenda oral acerca de cómo esta sociedad nativo-americana resolvió el conflicto con el lobo en la zona de lo que hoy conocemos como el estado de Nueva York y la Pennsylvania occidental. El lobo era un ser hermano para los Oneida de manera que cuando Oneida cantaba la canción ancestral, el lobo contestaba. Con el paso del tiempo, la población Oneida creció hasta el punto de tener que expandir su territorio. Al emprender tal empresa, tanto era el respeto por el hermano lobo que la determinación de donde se establecería dicho nuevo territorio consideraba la coexistencia con él. Las mejores tierras con veranos frescos, protección del duro clima de invierno, cotos de caza y pesca ideales y acceso al rio, resultó no ser del todo compatible con el lobo. La nación Oneida hizo oídos sordos de las recomendaciones de los ancianos y establecieron campamento dentro del territorio de una manada de lobos.

Cuando los cazadores Oneida colgaban el venado recién cazado, éste desaparecía de manera casi inmediata. Al principio se determinó que era un precio justo que pagar: un poco de alimento por un sitio donde vivir. Pero la obviedad no tardó en aparecer y esta manera de vivir no era placentera para el pueblo Oneida. El lobo crecía cada vez menos cauto de sus hermanos humanos y se aventuraba dentro de los confines del campamento. Ante tal conflicto de intereses, los Oneida se llegaron a plantear que la única opción posible seria la caza de su hermano el lobo pues no resultaría difícil de conseguir en poco tiempo. Los sabios y ancianos de la nación Oneida terminaron por determinar que no querían convertirse en ese tipo de gente y le recordaron al resto del poblado que los Oneida hablaban por el lobo. Muchas otras naciones nativas de las Américas tenían una relación similar con el lobo antes de la colonización europea. Dichas naciones incluyen a los Lakota, Blackfeet, Chickasaw, Shoshone y Nez Perce, por mencionar algunas.

Desafortunadamente, las primeras colonias europeas de la costa este de norte América desembarcaron en las costas americanas con una idea ya preconcebida de cómo lidiar con el lobo, pues esta guerra ya la habían ganado en sus países de origen. De manera similar a los Oneida, cuando los europeos tuvieron que expandir las colonias, descubrieron que los grandes carnívoros eran abundantes y se anteponían al progreso del “Destino Manifiesto”, una doctrina religiosa cuya ideología le otorgaba al hombre blanco un mandato divino de expandir su territorio desde la costa del Atlántico hasta las costas del Pacifico sin deber tener en cuenta los habitantes por el camino, humanos o animales. Ya a mitad de los 1630, en la colonia de la Bahía de Massachusetts podemos encontrar los primeros archivos de las primeras cacerías de lobos y con ellas los determinados “loberos” o cazadores especializados en exterminar al lobo. Con la construcción del ferrocarril, vehículo que uniría las costas americanas, se aseguraría la extinción del lobo en casi toda la zona continental de los EE. UU. antes de la primera mitad del siglo veinte.

El lobo has sido parte del paisaje norteamericano durante decenas de miles de años y tal cual evolucionó para establecerse como depredador apical y encontró en este diverso bioma su niche ecológico. Hasta la llegada del hombre blanco, humanos y canidos coexistieron sin mayor conflicto. Esta co-evolución entre Homo sapiens y Canis lupus se vio interrumpida ya que la toma de territorios por los nuevos habitantes europeos estableció una dinámica poco sostenible y sin la menor intención de equilibrio ni armonía. El ganado necesitaría pastos de los cuales los ungulados nativos suponían competición. Al reducir la población de herbívoros para dar paso al ganado, también se redujo la presa natural del lobo, el cual, de manera natural, suplementó con algunas piezas de esta presa fácil que el hombre llevaba consigo. Desafortunadamente, además de presa fácil, los europeos traían consigo algo menos tangible: miedo y odio hacia el lobo y una tradición de exterminación de éste. La Iglesia Católica romana hizo un buen trabajo en simbolizar la exterminación del lobo como su dominación medieval, lo cual, combinado con fabulas, cuentos y demás folklore terminaron de plantar la semilla en la mentalidad colectiva europea y así el lobo pasaría de ser un aliado a ser alimaña en cuestión de un par de siglos.

En resumen, la recuperación del lobo en los EEUU está llena de controversia y conflicto de una forma similar a su exterminación. La reintroducción del lobo en EEUU está saturada de aflicción económica, choques culturales, conflictos de identidad y una miríada de sistemas de valores que ha hecho que la reintroducción del lobo se convierta en una campaña sociopolítica que transciende la biología y la ecología.

Con la modernización de la gestión de la fauna, hemos logrado identificar la miopía con la que se aplicaba el modelo de conservación norteamericano desde su invención. Dicho modelo consideraba especies “buenas” y especies “malas”, lo que viene a significar que las especies con las cuales el hombre se re recrea (industria cinegética) son buenas y todo lo demás es malo. Poco a poco hemos descubierto un valor no solo intrínseco sino a la vez ecológico en las especies tradicionalmente consideradas como malas. Se han hechos muchos avances en la conservación por lo que a los depredadores se refiere. El Dr. Jon A. Shivik ha dedicado las últimas décadas de su carrera a la gestión no letal y a invertir en la prevención y mitigación de depredación del ganado. Investigadores y biólogos han ya demostrado que la coexistencia con quien hace milenio considerábamos nuestro aliado natural es no solo posible sino inevitable. Pero para que esto sea posible, la gestión de los carnívoros americanos ha de incluir todos los intereses involucrados, no solo los hasta ahora privilegiados. El modelo tradicional de gestión de la fauna norteamericana, tradicionalmente, ha significado un sistema institucionalizado de privilegios destinados de manera prioritaria al cazador, ranchero y granjero varón de raza blanca.

Durante mi primer año en la Universidad en mi graduado de bilogía natural, tuve la oportunidad de entrevistar al Dr. Stewart Breck quien trabajó con Dr. Shivik y es el investigador principal en el Centro de Investigación de Fauna Silvestre Nacional en Colorado para el departamento de agricultura (USDA). Dialogando acerca del futuro de la conservación del lobo en norte América, el Dr. Breck me explicó que a raíz de la velocidad de crecimiento de la población humana, ya no hay lugar para mantener al lobo y determinados grupos de interés especial separados y que la creación de sistemas legislativos creativos es ahora más crucial que nunca.

La tenencia de la tierra y valores humanos es un sistema intrincado de necesidades y valores que cualquier biólogo al cargo de gestionar una especie ha de saber equilibrar y donde no sólo ha de estar dotado de experiencia y conocimientos sobre las ciencias naturales y la conservación, sino que también requiere un profundo conocimiento sobre la sociología. La conservación del lobo en EEUU requiere una facilitación activa y un enfoque democrático a la participación en las políticas de gestión. Tradicionalmente hablando, los grupos de la industria cinegética, ganadera y de la agricultura, han llevado la batuta en dicha participación y han dispuesto de un gran megáfono en la gestión de la flora y fauna norteamericana a la vez de un extenso brazo influente político a manos de los lobbies. Si la conservación del lobo tiene posibilidad a continuar con el éxito hasta ahora obtenido, es necesario un cambio de paradigma en el cual se incluye a otros grupos de interés hasta ahora omitidos de la conversación acerca del lobo. Grupos como fotógrafos naturales, entusiastas de los espacios naturales, naturalistas y ciudadanos concienciados sobre la naturaleza por muy distantes que vivan de ella.

Pero esto ha de ocurrir de manera honesta y sin que ninguno de los grupos perciba una pérdida o ganancia de poder, he ahí la parte democrática de la participación. Cuando inicialmente se planteó la reintroducción del lobo en la zona norte de las Montañas Rocosas en EEUU, mucho del rango histórico del lobo había sido privado de su presencia por más de un siglo. Pero un siglo no es tiempo suficiente para borrar de la memoria colectiva de un colectivo que percibe a una especie natural como un ataque a sus estilos de vida y libertades personales. Mientras se preparaba el plan de reintroducción en Idaho y el Parque Nacional de Yellowstone la sociedad americana ya estaba dividida. Por una parte, el público general estaba ilusionado y apoyaba la idea de la restauración de una de las especies más icónicas del paisaje natural de los EE. UU. Por otra parte, el sector ganadero y cinegético envuelto en un furor mezquino ante la idea de la vuelta de su legendario archienemigo, una vuelta a manos del gobierno federal, por si fuera poco, otro de los enemigos imaginarios del cowboy tradicional americano. Una vez más, el gobierno de los EEUU demostraba una extralimitación que infringía en el estilo de vida del gran Oeste Americano y los derechos de las tradiciones vaqueras y cazadoras de los ciudadanos de estas zonas. Según lo veían ellos, era el fin de todos los tiempos.

Tras años de dura lucha política, tácticas de bloqueo, y coalición ciudadana, la reintroducción del lobo en Idaho y Yellowstone se convirtió en realidad en 1995. Este año sería histórico para el lobo. Agencias federales, traperos profesionales, y la nación Nativo-americana de los Nez Perce, colaboraron en un esfuerzo multicultural para restaurar al lobo a parte de sus tierras ancestrales. Pero por cada manada que se dispersaba en el estado de Idaho, las tensiones crecían estrepitosamente. Veinticinco años después y con diversas modificaciones en la política de la gestión del lobo, las agencias responsables por la gestión del lobo se ven en un cruce de fuego entre los diversos y polarizados grupos de interés.

El lobo toca las vidas de millones de ciudadanos cada año. Millones de turistas viajan mundialmente para observar al lobo en su ambiente natural en el valle Lamar o el valle Hayden en Yellowstone y nadie que haya podido ser testigo de este magnífico cazador social vuelve a su lugar de origen sin haber sido afectado de una manera u otra. Yo tuve el privilegio de vivir en el Parque Nacional de Grand Teton (inmediatamente al sur de Yellowstone) durante año y medio. He sido testigo de dicha magia. He observado la emoción, alegría, e incluso lágrimas de excitación de decenas, incluso centenas de observadores en el primer Parque Nacional de la historia. Dicho lo cual, interacciones entre personas y lobos son casi siempre experiencias que cambian la vida. En mi caso, catalizó un cambio de profesión y me inspiro a inscribirme en la Universidad para obtener un graduado en biología natural con enfoque en ecología del lobo y también a inscribirme en la asociación a la cual todavía pertenezco Lobo Marley para abogar por el lobo en mi tierra natal de España, ya que la lucha por la protección del lobo es casi idéntica, por lo menos en cuanto a los obstáculos se refiere.

Desafortunadamente, estas experiencias que cambian la vida no son siempre positivas. Con la asombrosa readaptación del lobo en EEUU vienen depredaciones de ganado. La ganadería es una industria para la que el pequeño ganadero opera con un margen de beneficio delicado. Para uno de estos ganaderos la mera pérdida de una o dos cabezas de ganado puede suponer la ruina. Por lo menos, así me lo aseguran algunos de mis amigos rancheros con los cuales discuto el tema del lobo a menudo. Para comprender el contexto histórico de mucho de los privilegios de los grupos de interés en contra del lobo y el porqué del actual modo de operación de estas industrias, es necesaria cierta memoria histórica. Como mencionaba anteriormente, el Destino Manifiesto disparó un movimiento de migración de ciudadanos de ascendencia europea hacia el oeste. En dicha expansión, los pioneros americanos encontraron conflicto con los habitantes originales del continente americano, ambos bípedos y cuadrúpedos. Tanto el “hombre rojo” como el lobo encontraron una presión militar por parte del gobierno de los EE. UU. que sellaría su desafortunado destino. Generales del ejército como Philip Sheridan animaban la matanza de especies nativas de ungulados, sobre todo el bisonte, lo cual le daría una ventaja estratégica en su lucha contra tribus como la Lakota o la Cheyenne. Para estas naciones nativo-americanas de las praderas, el bisonte suponía toda una economía. Sheridan suplico a la legislación de Texas que se permitiera a los cazadores caucásicos de bisonte campar a sus anchas hasta que el último espécimen de bisonte norte americano fuera exterminado. De tal manera, las praderas serian reemplazadas con el ganado y el cazador de bisontes seria seguido por la visión romántica del vaquero del oeste en esta empresa civilizadora del oeste americano.

Como consecuencia una reducción de las presas naturales del lobo condujo a que semejante especie tan adaptable como es el lobo no tuviera elección mas que incluir al ganado como parte de su dieta. Los primeros colonos del oeste inmediatamente buscaron apoyo del gobierno y soluciones lo cual vino en forma de una total y absoluta guerra en contra el lobo americano. El 20 de septiembre de 1890 representantes de la asociación de ganaderos del condado de Laramie en Wyoming levantaron un impuesto de un centavo por cabeza de ganado para crear un fondo para la recompense de la caza del lobo que aumentaría dicha recompense de tres a ocho dólares por piel de lobo muerto presentada. En 1905, el estado de Montana paso una legislación que consistía en un programa de infección de lobos con sarna a manos del veterinario del estado con la esperanza de que los lobos capturados retornarían a su manada y así infectar de manera más eficaz todos los lobos de la zona. Esta iniciativa se conocería como la ley de sarna del lobo (Wolf Mange Law), la cual fue aprobada por el gobernador el 10 de marzo de 1905.

Como podemos observar, los esfuerzos del poder lobby no son nada nuevo en la gestión del lobo y tiene una raíz histórica importante en este país. Estas recompensas aprobadas por diversos condados, estados y asociaciones de ganaderos en el oeste americano fueron las principales fuerzas motrices en la exterminación del lobo. Sin embargo, dado que dichas misiones no produjeron los resultados con la celeridad deseada, dichas asociaciones ganaderas, tal y como es reportado por S.W. McCLure en noviembre de 1924 en la edición de “The County Gentleman”, comenzaron otra campana de presión al gobierno federal para que aumentaran los esfuerzos de erradicación del lobo. La respuesta fue rauda y el congreso aprobó un presupuesto de $115.000 para un fondo de investigación con el fin de la exterminación del lobo. El congreso de los EEUU apropió un presupuesto aun mayor para la agencia “US Biological Survey” hoy conocida como la US Fish and Wildlife Service (el brazo federal del departamento del interior que gestiona asuntos naturales) para que creara su propio programa de erradicación del lobo en tierras públicas. La involucración del congreso aceleró considerablemente las campañas exterminadoras.

Podemos observar como la influencia de sólo un sector de especial interés ha dado, históricamente, forma no sólo a la gestión del lobo sino también su destino. Pero hay un actor de igual importancia en dicha empresa en otro grupo poderoso: los cazadores. Con anterioridad a su famoso ensayo, “The Sand County Alamanac”, Aldo Leopold, considerado por muchos como uno de los padres del modelo de conservación norteamericano, jugó un importante papel en el control del lobo en el paisaje americano. En 1925, Leopoldo organizo una asociación de cazadores para formar su propio programa de control de depredadores. De tal manera que el lobo fue exterminado, al menos de una manera socialmente aceptable. Durante las décadas posteriores, la controversia del lobo se convirtió en una mera anécdota relatada alrededor de la hoguera del campamento. Y de repente, tal y como el país hora mismo despierta a la ola de racismo que ha plagado esta nación desde su incepción, se despertó ante la desaparición de especies endémicas.

La protección de la fauna tiene raíz en tiempos coloniales, aunque su alcance era estrecho y se enfocaba solo en especies de caza. Para el fin del siglo diecinueve, cuando el bisonte estaba casi extinto y no quedaban nativos por “civilizar” algunos americanos se comenzaron a preguntar si quizás no hubiesen estado enfocando la fauna de manera equivocada. Esto no impidió que se tratara al mundo natural simplemente como una fuente a explotar y dominar: una utilidad que habría que maximizar para nuestro uso. Lo cierto es que, en efecto, fuera un precursor al movimiento de conservación de Norteamérica. La sobre caza catalizó a ciertos científicos incluso cazadores a juntarse y presionar al congreso para que aprobara leyes de protección de la fauna. Por ejemplo, el acto de Lacey (Lacey Act) de 1900, seguido por el Tratado de Aves Migratorias (Migratory Bird Treaty Act) de 1918 y el Acto de Conservación de Aves Migratorios (Migratory Bird Act) de 1929, nos trajo el sistema de refugios de aves migratorias. De manera que, para mitad de los años 60, el enfoque tradicional que se concentraba primordialmente en especies cinegéticas comenzó a ensanchar su enfoque y dio paso a la creación de la lista de especies en peligro de extinción creada por el Departamento del Interior. Esta lista, más conocida como el “libro rojo” carecía de poder legislativo, pero al menos creó una consciencia social acerca del peligro real de la pérdida de más especies nativas. Seguidamente, hubo un cambio significativo por medio de una provisión en el Acto del Fondo de Conservación de Tierras y Agua (Land Water Conservation Fund Act) de 1963, lo cual inició un cambio de lenguaje de gestión de especies cinegéticas a gestión de fauna, y también de un cambio de regulación por la cual la caza se convertiría en la única fuente de fondos para la preservación de hábitats naturales. Actualmente la venta de licencias para la caza y pesca, a la vez de un impuesto sobre armas de fuego y munición (conocido come el Pittman & Robertson Act de 1937) suponen la mayor parte de los presupuestos estatales para la conservación de la fauna y flora locales.

Esta nueva consciencia de managers da la fauna para proteger ecosistemas nos trajo el precursor del actual Endangered Species Act de 1973. Primero, en 1966 se conoció como el Endangered Species Preservation Act (ESPA) el cual se convirtió en Endangered Species Conservation Act (ESCA) de 1969. Finalmente, el presidente Nixon firmó el Endangered Species Act como ley en 1973. Como era de esperar, las asociaciones cinegéticas y ganaderas comenzaron campañas de protestas sobre la excesiva naturaleza prohibitiva de la nueva ley, lo cual trajo una serie de enmiendas que debilitaban la ley para convertirla en algo mas flexible y a la vez aceptable para dichas industrias. En definitiva, estas enmiendas consiguieron que la ley fuera mas difícil de implementar. Lo que al principio se interpretaba como “no” bajo la ley, se enmendó para que se pudiera interpretar como un “quizás”, lo cual era la meta del grupo lobby de los grupos de interés.

Pero, débil cual fuera la ley, en 1978, el USFWS listó al lobo gris y sus subespecies como especie protegida con la excepción de Minnesota, el único santuario de los EEUU continentales donde el lobo no había desaparecido. Conforme la reintroducción del lobo se iniciaba, dichos grupos de interés comenzaron a mostrar su preocupación. El uso de propiedad privada se veía amenazado por la nueva ley ESA a razón de cómo se gestionarían las especies protegidas dentro de propiedades privadas. La ESA se modificó en 1982 para incluir la sección 10(j) para remediar dichos temores. Bajo dicha designación, el USFWS podría designar una población como “experimental” si se reintroducía fuera del actual rango de dicha especie (lo cual seria determinante en el caso del lobo ya que actualmente su rango era básicamente nulo fuera de Minnesota y Alaska). La clasificación de esencial podría ser posteriormente calificada entre esencial y no esencial. Una designación de población esencial considera a una especie como critica para la existencia continuada de una especie en peligro. Una designación no esencial determina a una población como protegida, pero una “toma accidental” es permitida bajo una normativa que de otra manera consideraría cualquier toma de dicha especie como ilegal. Por muy ambigua que esta enmienda resulte en términos reales, sin ella, la reintroducción del lobo hubiera sido imposible, ya que la designación 10(j) fue la única manera de placar la ansiedad del sector cazador y ganadero.

Todos estos hechos históricos combinados nos dotan de un resume sobre las actitudes hacia el lobo en los estados unidos de norte América. Lo que es mas, los cambios recientes de estado de protección del lobo combinados con la percepción de perdida o ganancia de poder y privilegio de determinados sectores ha conseguido que ninguno de los tres sectores mas influenciables en la gestión del lobo, el sector ganadero, cinegético y conservacionista, se sienta satisfecho con la actual gestión del lobo. En cuestión de los grupos en contra del lobo, estas últimas reacciones han causado un alza en las incidencias de conflicto y furtivismo en los últimos años.

La reintroducción de cualquier especie involucra un reto multicultural que transciende la biología del animal siendo protegido. A menudo involucra manejar la actitud pública incluso más que gestionar la especie en si. La recuperación del lobo en América del norte ha sido histórica y actualmente centrada alrededor de profundas raíces de tono moral y ético más allá de los objetivos de la gestión de la fauna. La relación entre los que abogan por la conservación del lobo, cazadores y rancheros está profundamente arraigada en valores culturales que incluyen no solo poder político económico y cultural de los grupos cinegéticos y agricultores, sino también como ellos perciben la ley ESA, extralimitaciones del gobierno federal y legislaciones sobre la protección del lobo. Para entender el núcleo del conflicto del lobo es importante comprender todos los grupos humanos involucrados en la situación, sus valores y sus usos de la tierra y otros recursos naturales y como estos se relacionan entre ellos. Por un lado, vemos una división entre los rural y lo urbanita donde rancheros y, hasta cierto punto, cazadores también perciben que el ciudadano urbano dispone de más capacidad de decisión debido más recursos económicos y electorales. Por otro lado, los conservacionistas que se siente excluidos de la discusión sobre políticas de gestión debido a su distancia física de los espacios protegidos. Rancheros y cazadores tienden a caer en el tópico de que por urbanitas con sus ideologías medioambientales radicales están totalmente desconectados del mundo rural y lo que conlleva convivir con el lobo. De modo que la distancia física sirve como un descalificador automático a tener una voz active en las políticas de gestión. Por otra parte, una clara historia de privilegio y poder sobre la gestión de las tierras públicas y gestiones de la fauna, y, consecuentemente, los recursos naturales, por parte de los grupos ganaderos y cazadores es percibido como un descalificador automática para los grupos conservacionistas. Lo que es cierto es que estos tópicos han resultado en una dinámica en la cual todos los grupos involucrados utilizan el poder político según su agenda.

En mi opinión, el eslabón perdido es que cada vez que surgen estos conflictos la solución de-facto tiende a ser un intento de cambio de actitud del “otro bando” sin dirigirse a la raíz del problema. Sobre todo, teniendo en cuenta que la gestión del lobo en EEEUU ha sido dominada desde su reintroducción por poderes políticos en vez de la mejor ciencia disponible. Las pocas veces que los hechos científicos encuentran un lugar en la mesa, suele ser de manera exclusivamente estratégica para servir la agenda de todos los involucrados.

Como conclusión, la reintroducción del lobo en EEUU ha sido un éxito indudable considerando todas las dificultades. Claramente hay mucho donde mejorar. Pero ya que la conservación del lobo está basada en valores de identidad cultural y a menudo transciende la mera biología de la especie, las ciencias sociológicas han de ser empleadas también en las decisiones de políticas de gestión del lobo. En este artículo me he querido concentrar en tres de los actores, pero claramente existen más grupos involucrados. Pero por la misma razón de que la reintroducción del lobo ha tenido éxitos y fracasos que han polarizado el dominio político, opino que necesitamos un enfoque nuevo y creativo en la gestión del lobo en EE. UU. Una brisa refrescante que además de incluir nuevas perspectivas incluya diferentes posiciones multiculturales, algo solo adquirible desde la diversidad ya que la gestión de los recursos y las ciencias naturales siguen siendo víctimas del sistema patriarcal donde la mayoría de sus componentes son varones blancos.

Discusiones facilitadas y mediadas son de infinito valor ya que algunos casos han demostrado la efectividad de invertir más esfuerzo inicialmente antes de finalizar decisiones lo cual ayuda a evitar litigaciones costosas y bloqueos judiciales más tarde. Proveer de una zona neutral donde cada grupo pueda expresar sus perspectivas y sentir que sus intereses serán tomados en serio puede proveer un nivel de honestidad y compromiso, en mi opinión inalcanzables hasta ahora, que resultaría en una decisión más sostenible. Es de crucial importancia, también, que diversos grupos conservacionistas comprendan que la estrategia de antagonizar al grupo dominante resultará en una menor productividad al no poder así obtener un aliado para un proyecto común, un aliado que, aunque no deseado es imprescindible en la lucha por la conservación del lobo. Considero que ha quedado demostrado que el éxito de la gestión del lobo está directamente unida a la preservación del estilo de vida de los rancheros ya que esto significa espacios abiertos, y espacios no fraccionados abiertos significan mayor cantidad de hábitats para la conservación.  Es por ello por lo que personalmente considero que el enfoque de grupos (lo que aquí llamamos “the steakholder approach”) es la única manera de avanzar, por muy difícil que resulte inicialmente para todas las posiciones. Incluir a todos los grupos con interés en el tema de la gestión del lobo evitando la exclusión hasta ahora demostrada y asegurando que ningún grupo resulte sobrerrepresentado es la clave del éxito en el futuro cercano. Sin ello, ningún otro enfoque se puede considerar verdaderamente democrático y, en mi humilde opinión como estudiante de las ciencias naturales y ferviente defensor del lobo, es lo que ha faltado hasta ahora en el proceso: un sentimiento verdaderamente democrático e inclusivo donde todos los participantes realmente sientan que su voto cuenta en la preservación de nuestro patrimonio natural, no solo la de algunos sistemas de privilegios y supremacía blanca. Si cada voz es representada equitativa y honestamente, quizás entonces podamos comenzar a entender las complejas capas multiculturales y dimensiones sociopolíticas de la gestión del lobo.

Sentencia histórica

 LOBO MARLEY, CIUDADANOS POR EL LOBO Y EL MEDIO RURAL. NOTA DE PRENSA
Sentencia pionera para el movimiento conservacionista español. El tribunal declara culpables a los acusados por la muerte ilegal de un lobo en el transcurso de una cacería en Ávila.
El Juzgado de lo Penal de Ávila, declara culpables en una sentencia sin precedentes en España, a dos de los cazadores que participaron en una montería en Ávila durante el transcurso de la cual se abatió al menos a un lobo
de forma ilegal, tal y como denunció la Asociación Lobo Marley, que ha ejercido como acusación en el juicio, junto a ANADEL, y con la participación de Ecologistas en Acción.
Los hechos sucedieron en 2015, en el coto de Valdeciervos, municipio abulense de Tornadizos, durante el desarrollo de una montería en la que se disparó a un grupo de lobos, especie protegida, abatiendo al menos a uno de
ellos. El cuerpo fue retirado y no ha aparecido, pero en la sentencia queda acreditada su muerte a través de las diversas pruebas, testificales, documentales, genéticas y balísticas recabadas por el Seprona de la Guardia
Civil. Los autores, ya sentenciados, serían dos cazadores participantes, uno de ellos, sin licencia de armas, hecho por el cual es condenado además a seis meses de prisión e inhabilitación especial para el ejercicio de sufragio pasivo durante el tiempo de condena. Además, a ambos sujetos se les condena como autores criminalmente
responsables de un delito contra la fauna, con pena de ocho meses de multa a razón de una cuota diaria de cien euros, así como a una indemnización conjunta y solidaria de 9261€ a la Junta de Castilla y León. Además, se
condena al acusado con licencia a inhabilitación especial para el ejercicio de la caza por tres años.
Desde la plataforma ciudadana Lobo Marley, manifestamos nuestra satisfacción y la de la sociedad civil a la que representamos, y nos congratularnos por haber quedado demostrado que matar a una especie protegida, un lobo ibérico, no es asunto baladí ni puede seguir siendo práctica tan habitual en este país, pese a su ilegalidad. Estos hechos han de ser siempre observados con el máximo rigor y castigados de forma ejemplarizante con la mayor contundencia posible. Desde ahora se abre en España un nuevo precedente legal más, en la progresiva defensa y protección estricta del lobo ibérico, como ya ocurre en Portugal desde hace décadas.

Para más información:
CONTACTO: Luis Miguel Dominguez, Presidente de Lobo Marley
internacional@lobomarley.org
www.lobomarley.org
Calle De La Victoria, 9, Madrid, 28012