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Belmonte espera a los lobeznos «Paco» y «Tolo»

Los vecinos creen que trasladar al cercado a las crías incentivaría el turismo y generaría riqueza para el concejo.

Lobos paco y tolo
El cercado del lobo de Belmonte de Miranda, con uno de los miradores de madera al fondo. En el recuadro, «Paco» y «Tolo», en el Centro de Recuperación de Fauna de Infiesto.

«Paco» y «Tolo» tienen poco más de un mes de vida y todavía ignoran qué es Belmonte de Miranda, pero aquí los vecinos hablan de ellos como si los conocieran de toda la vida. Todos saben, aunque muchos digan que no por miedo a salir en la prensa, que son dos cachorros machos recogidos el 20 de mayo por el Principado en una batida y que aguardan en un centro de Infiesto (Piloña) su nuevo destino para empezar su vida en cautividad. Saben eso y que un poco más allá hay disponible un cercado de casi una hectárea que fue construido, precisamente, para albergar lobos pero que nunca se llegó a estrenar. «Es blanco y en botella», explica un señor con gafas y camisa negra que prefiere ocultar su identidad.

El tema no llega a ser tabú, pero hace falta insistir y tener paciencia para que los vecinos se suelten y opinen básicamente lo mismo: que la posible llegada de los lobeznos al cercado sería un revulsivo para el concejo (1.711 habitantes censados), que generaría turismo -y por extensión riqueza- que les haría más publicidad y que incluso podría servir para aliviar la fuga de jóvenes y retener a alguno. Entienden, eso sí, las reticencias de algún ganadero, pero no creen que sean mayoría porque, dicen, dos lobos en el cercado no les causaría ningún daño.

El Principado todavía no se ha pronunciado oficialmente sobre el destino de los cachorros. Se limita -lleva un mes haciéndolo- a decir que se está «estudiando la mejor opción». Pero casi todos aquí dan por hecho que «Paco» y «Tolo» acabarán en el cercado. Falta que se adjudique su gestión y para eso debe salir un pliego de condiciones que está casi listo. Cuando eso ocurra, las cosas se acelerarán. De hecho, la Consejería de Agroganadería es consciente de que «no puede esperar mucho» y su idea es, si nada se tuerce, efectuar el traslado «cuanto antes».

«Sería un revulsivo para la zona. Los hosteleros y el turismo lo están esperando. Sería una buena forma de sacar partido a nuestros recursos, dinamizar esto y fomentar la educación ambiental», explica Rosa María Rodríguez, alcaldesa de la localidad (PSOE). Es la hora del vermut de un martes cualquiera y las calles de Belmonte están prácticamente vacías. El sol, eso sí, saca las terrazas a las calles e ilumina las montañas verdes que vigilan el pueblo. También permite apreciar las truchas que juguetean en el río Pigüeña. Rosa sale del Ayuntamiento y delante de la puerta explica que el recinto «está preparado» y que tan sólo haría falta «limpiarlo y desbrozarlo». Añade también que el museo del lobo, detrás de la Casa Consistorial, está «perfecto». «Falta que se hagan cargo de la gestión, personal específico», añade.

La llegada de «Paco» y «Tolo», cuya fotografía mostró en exclusiva el domingo LNE, generaría «varios» puestos de trabajo entre veterinarios y cuidadores. Estará bien, aplaude José Manuel González, 56 años, barrendero municipal. «Necesitamos esos lobos. Sería la manera de darle vida a esto. El cercado se hizo para esto». José Manuel suaviza las críticas de los colectivos ecologistas, que critican la gestión del Principado: «Meterlos aquí sería la salvación para los animales. Tal como están, lo mejor que les podría pasar es la cautividad», explica.

José Antonio Menéndez, policía municipal de 57 años, también lo tiene claro: «Si no traes algo aquí, como estos dos lobeznos, esta zona se muere». José Antonio es hermano de ganaderos y no cree que vaya a afectarles. «Siempre convivimos con los lobos. No pasa nada, a ellos no los perjudicarían más», dice.

El recinto, ciertamente, necesita algún arreglo. La senda de acceso tiene baches y es preciso desbrozarlo y limpiarlo. Por lo demás, parece preparado. Tiene dos miradores de madera, un lago pequeño y una caseta con buena apariencia. «Si abren el museo y traen los dos lobos, esto subiría mucho», opina Raúl García, hostelero, dueño del restaurante El Llagarero. «Habría bastante más turismo porque habría algo que hacer. La gente tendría un plan para el fin de semana.

Belmonte espera a los pequeños «Paco» y «Tolo», que ya han dejado el biberón y se alimentan con papilla de leche maternizada y pienso para cachorros. Uno de ellos, el menor, presenta una dermatitis de la que va mejorando y a ambos se los está desparasitando. Mientras tanto, aguardan a la decisión del Principado.

 

Fuente: LNE