El lobo cría en la Comunidad de Madrid

Desde que en el verano de 2010 se fotografió a un lobo en la Comunidad de Madrid, el mismo grupo de naturalistas locales que obtuvo este documento ha confirmado a través de avistamientos, rastros, datos de ataques e incluso fotografías y vídeos que la especie vive en la vertiente madrileña de la sierra de Guadarrama. Más destacable ha sido aún detectar una manada con cuatro cachorros, más de medio siglo después de que desapareciesen los últimos lobos reproductores en esta comunidad autónoma.

por Omar Alonso, Rubén Laso y Diego Martín

Madrid: un pequeño triángulo en el mapa, pero con una población humana de más de seis millones de habitantes, ochocientas personas por kilómetro cuadrado. En su centro una metrópolis que extiende sus tentáculos urbanos en todas direcciones, cubriendo campiñas, inundando valles, trepando por las faldas de la sierra…
Por casualidad o milagro, aún quedan reductos donde priman bosques, matorrales y sembrados: al este los páramos y valles de La Alcarria, el monte mediterráneo de El Pardo a las puertas de la ciudad, las dehesas de encinares al suroeste o la sierra de Guadarrama al norte. El aliento de la cercana urbe late siempre sobre estos espacios naturales, que precisamente por ello resultan más originales y valiosos. En este escenario empezaron a registrarse hace una década huellas, ataques y confusos avistamientos de lobos. La pregunta inevitable aunaba incredulidad y esperanza: ¿realmente hay lobos en Madrid?

ojos lobo
El hecho de que el cánido cruzase las líneas invisibles que dividen el territorio era solo cuestión de tiempo, como continuación de un proceso natural de expansión iniciado en la década de los setenta. La especie recolonizó las provincias de Segovia y Guadalajara desde los años noventa y su paso a la Comunidad de Madrid había de llegar tarde o temprano. Quizás la pregunta deba ser: ¿hay territorios apropiados para que el lobo se asiente en Madrid?
La sierra de Ayllón, donde medra la población de Guadalajara, o las laderas segovianas de la sierra de Guadarrama, que acogen a varias manadas, se prolongan en un continuo ecológico hasta la sierra del Rincón y la cuenca del río Lozoya, ya en suelo madrileño. Son mas de 125.000 hectáreas de territorio montano (Peñalara es la mayor cima, con sus 2.429 metros), cubiertas de un mosaico de encinares, melojares, pinares de silvestre, prados, sotos, matorral y pastizales de altura. Cuenta con poblaciones saludables de presas para el lobo como el corzo y jabalí y una densidad de apenas veinte habitantes por kilómetro cuadrado. El mayor impacto antrópico es posiblemente la autovía del Norte (A-1), la llamada carretera de Burgos, que recorre la zona de norte a sur dividiéndola en dos. Toda esta descripción resulta análoga a la que se podría hacer de otras comarcas loberas del norte de la península Ibérica.

Así pues, la respuesta es clara: desde el punto de vista ecológico hay espacio para el lobo en la Comunidad de Madrid. Es algo tan obvio que parece casi innecesario plantearlo. Sin embargo, esta evidencia cobra una indudable fuerza simbólica si se añade el ingrediente de un conglomerado urbano con millones de almas a poco más de cincuenta kilómetros de distancia.

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