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El nuevo plan de gestión del lobo busca el difícil consenso entre ganaderos y ecologistas.

La conservación del lobo ha abierto profundas disensiones entre detractores y defensores de la especie.

El objetivo del plan es encontrar el equilibrio entre daños tolerables y el mantenimiento del animal.

Los pastores quieren que el nivel de cánidos en los Picos de Europa sea cero.

Pareja de lobos en Asturias / Senderismo en Asturias

Pareja de lobos en Asturias

Si el oso se ha convertido en el emblema del paraíso asturiano, el lobo se encuentra en tierra de nadie, con detractores y defensores enfrentados por la supervivencia de la especie. En medio, el  Gobierno del Principado de Asturias, que busca la fórmula para calmar los ánimos y evitar que la trinchera se haga cada vez más profunda entre las posiciones encontradas, y se pierda así la posibilidad de alcanzar un consenso en un tema “tan complejo y sensible” como este.

Este verano la chispa ha saltado en la zona de Picos de Europa, donde no se pueden efectuar controles de lobos a raíz de una resolución judicial del pasado mes de noviembre, que ordena la suspensión cautelar de batidas en esta zona, en base a una denuncia de la Coordinadora Ecologista de Asturias, las asociaciones ecologistas ASCEL y ULEX y de los argumentos esgrimidos por el biólogo Alberto Fernández, de que el sacrificio de ejemplares puede afectar a los comportamientos colectivos de las manadas.

La Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos del ejecutivo asturiano se ha puesto manos a la obra y está trabajando en un nuevo plan de gestión del lobo, que sustituya al aprobado en 2002, por el que, en base al censo de la población, los daños producidos y la conflictividad social, se planifican los controles, considerando siempre que los ejemplares extraídos no alcancen el 30% de la población. En dicho plan, todavía vigente, se establecen siete zonas de gestión del lobo y una octava, que corresponde a valles y costas que no es necesario controlar, porque no hay lobos. “A no ser que aparezcan ejemplares separados del grupo, como ocurre ahora en la zona oriental».

Fina Álvarez, directora general de Recursos Naturales, es la encargada de encontrar ese deseado consenso en el futuro plan de gestión del lobo, y la que sufrió, el pasado mes de julio, en sus carnes el plante de los pastores de Picos en la Fiesta del Pastor en la Vega de Enol. Ella resta importancia a este hecho, porque “estan muy enfadados”. Por eso prefiere pasar página y centrarse en elaborar un plan que encuentre “un espacio común en el que se puedan conciliar los intereses de los ganaderos y los lobos. Nuestro objetivo es encontrar el equilibrio entre daños tolerables y mantenimiento de la especie”.

En Asturias, la población del lobo ha aumentado y ha colonizado terrenos nuevos, y la Administración del Principado se ve en la obligación de poner límite, “porque no pueden llegar a la rasa costera”. Y en ese marco se está trabajando, con la idea de que las partes implicadas, ganaderos y ecologistas, dejen las trincheras y se sienten a negociar, a sabiendas de que se está gestionando una cuestión que genera intereses contrapuestos, y que el Principado lleva 25 años intentando buscar ese espacio de encuentro de ganaderos y lobos.

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