El oso se mueve

El oso se mueve
La lista de especies en peligro de extinción en Asturias se completa con el urogallo, pero también las hay que están amenazadas
Parte de la población oriental se ha trasladado a Cantabria, mientras que la occidental permanece estable y más numerosa

El urogallo y el oso pardo cantábrico siguen siendo las especies de fauna asturiana en peligro de extinción pero, mientras el primero sigue manteniendo un paulatino declive en su número de ejemplares, parece que ‘algo se mueve’ en el segundo. Es bien sabido que la población osera está dividida en dos territorios muy diferentes, la subpoblación occidental, que comprende el suroccidente asturiano y las zonas limítrofes de León y Lugo, y la oriental, en los montes de Palencia y Cantabria. La primera de ellas es la que se encuentra más desarrollada, mientras que la segunda solo cuenta con unos 30 osos y el problema añadido de la consanguineidad, pues las pocas crías que se logran mantienen la misma línea genética que sus antecesores.

La buena noticia es que parece que tres madres y media docena de crías se trasladaron el pasado otoño a las montañas de Liébana desde Palencia, según pudieron observar los guardas de la Fundación Oso Pardo. Es un indicio de que la movilidad de la población osera oriental se está moviendo y, quizá un primer paso para que consiga conectar con sus congéneres del occidente. Hay que recordar que hace varios años se pudo constatar que un macho de la subpoblación occidental consiguió atravesar la autopista del Huerna, verdadera frontera para estos animales, y llegó hasta la zona de Caso, pero no avanzó más, por lo que el contacto entre ambas poblaciones no llegó a consumarse.

Lo cierto es que son los animales que viven en los montes asturianos lo que parecen tener un futuro más halagüeño. La población occidental está compuesta por unos 180 ejemplares que se distribuyen por una extensión de 2.800 kilómetros cuadrados. Hay tres núcleos reproductores, pero el más numeroso es el que comprende Cangas del Narcea, Degaña e Ibias. Le seguirían la zona de Somiedo y Belmonte y ya, en menor número, Proaza. La población oriental, por su lado, ocupa unos 2.100 kilómetros cuadrados y sólo tiene una treintena de animales.

En cuanto a la otra especie en peligro de extinción, el urogallo, parece que no se recupera, pues mantiene un paulatino declive en las últimas décadas. Según datos del Programa Life+, en Asturias hay 398 cantaderos inventariados, mientras que el número de machos se calcula, según datos del Principado, en algo más de un centenar, si bien el número total de urogallos puede llegar a los 400.

El Centro de Cría

La esperanza para estas aves está puesta en el Centro de Cría de Sobrescobio, en el Parque Natural de Redes, creado en 2009. Comenzó su andadura con una hembra y un macho procedentes de dos huevos recogidos en Muniellos y León. En 2011, de esta pareja nacieron otros nueve ejemplares, mientras que en 2012 solo sobrevivió un pollo. En las instalaciones también se han introducido dos hembras mansas recogidas en Tarna y León. El mes pasado se trasladaron dos hembras al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Cantabria, para conseguir un stock genético de futuros reproductores para el programa de cría en cautividad. De momento, en las instalaciones de Rioseco quedan once ejemplares, pero se está estudiando que otros tres urogallos puedan ser trasladados a Castilla y León.

De todas formas, los escasos ejemplares que quedan en libertad tienen que hacer frente a la pérdida de calidad de su hábitat, la incidencia de depredadores como los jabalíes, las molestias por la actividad humana y la baja tasa de natalidad de la especie.

Pero el Catálogo Regional de la Fauna Vertebrada Amenaza de Asturias incluye muchas más especies que las que se encuentran en peligro de extinción. También las hay sensibles a la alteración de su hábitat, vulnerables, de interés especial y singulares. Las primeras son aquellas cuyo hábitat está amenazado, en regresión o muy limitado. Las cuatro especies incluidas en este apartado con el ostrero euroasiático, el pico mediano, el murciélago ratonero grande y el murciélago ratonero mediano.

Las especies vulnerables son las que corren el riesgo de pasar a alguna de las categorías anteriores y se trata del zarapito real, águila real, rana de San Antón, rana común y lamprea. Los animales de interés especial, es decir, las que tienen valor científico, ecológico, cultural o por su singularidad, son el paíño europeo, cormorán moñudo, avión zapador, alimoche, halcón, azor, murciélago de cueva, murciélago de Geoffroy y nutria.

Finalmente, desde el Principado se destacan las especies singulares, lista que conforman el gorrión alpino, pito negro, pico menor, andarríos chico, búho real, lobo, salmón atlántico, liebre de piornal, liebre europea, liebre mediterránea, perdiz pardilla y desmán ibérico.

Para tratar de asegurar el futuro de todas estas especies, la Administración regional ha elaborado sus correspondientes planes de conservación del hábitat, planes de conservación, planes de manejo o, en su defecto, planes de gestión. Eso sí, el oso y el urogallo cuentan con sus propios planes de conservación, donde los estudios genéticos también tienen una capital importancia para su futuro.

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