Ganadería extensiva, garantía de sostenibilidad en el campo

ganaderia extensiva

Académicos y ganaderos coinciden en apuntar a este sistema de producción como uno de los más eficaces en la lucha contra los incendios, la conservación del paisaje y el mantenimiento de la dehesa y los pastizales


Vacas, terneros, ovejas, corderos, cabras, cerdo ibérico… las zonas rurales de la provincia de Córdoba están plagadas de zonas de pasto para los animales. Un simple paseo por el entorno del valle del Guadiato, el Valle de Los Pedroches o las Sierras Subbéticas y sus extensiones de dehesa y prado es una buena ocasión para constatar la pervivencia y la importancia del sistema de ganadería extensiva, o lo que es lo mismo, aquel por el que el ganado obtiene la mayor parte de su alimento mediante pastoreo.

Sin duda, Córdoba es un territorio propicio para la ganadería extensiva. Así lleva siéndolo desde hace cientos de años en un equilibrio armónico con la naturaleza. Y es que, como explica el doctor en veterinaria y profesor del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba, Vicente Rodríguez-Estévez, el sistema de producción extensiva “implica una integración con el medio natural, manteniendo un equilibrio con éste, que permita la renovación estacional de los recursos alimenticios”. Según defiende, “la extensificación bien entendida es equivalente a sostenibilidad, perdurabilidad y conservación del sistema productivo y del agroecosistema en el que se integra el ganado”.

Dos sistemas, el intensivo, que se desarrolla en granjas y centros de producción animal concentrados, que están altamente tecnificados y pensados para ofrecer altos rendimientos productivos en el menor tiempo y espacio posible; y el extensivo, al aire libre, conviven en la provincia, aunque con una preponderancia de este segundo.

Cifras

Según los datos aportados por Rodríguez-Estévez, referidos al año 2005, en Córdoba hay alrededor de 100.000 cabezas de vacuno en extensivo, unas 80.000 de ovino, unas cinco mil de caprino y unas 50.000 de porcino, lo que en total suman 235.000 cabezas y unas 125.250 unidades de ganado mayor (UGM). Esta cantidad constituye aproximadamente, puesto que las estadísticas ganaderas publicadas no diferencian un sistema de otro, el 60 por ciento del ganado existente en la provincia.

Las principales ventajas de la ganadería extensiva guardan relación con la calidad de los productos al tiempo que con el respeto y el equilibrio con el medio ambiente antes citado. Rodríguez-Estévez asegura que las ventajas no son sólo para el ganadero, ya que “cuando se trabaja de forma sostenible, se encuentra con que prácticamente no necesita insumos externos”, sino también para la sociedad, que encuentra que “mientras se producen alimentos tradicionales de alta calidad, se realiza una tarea de conservación y gestión del territorio”.

Pero también tiene inconvenientes, ya que el ganadero no recibe un sobreprecio por su producción e incluso, como sostiene el académico, “llega a tener penalizaciones en el mercado”, de manera que, para incrementar la rentabilidad “algunos recurren al aumento de las cargas ganaderas, a tener más ganado del que las fincas pueden soportar, perdiéndose la extensividad cuando hay zonas en la provincia en las que se están infrautilizando los recursos, como en la campiña”.

Herramienta contra el fuego

Pero tal vez la aportación más importante con la que la ganadería extensiva contribuye a la sociedad es su eficacia en la lucha contra los incendios. Así lo confirman los estudios académicos y así lo reconocen las organizaciones agrarias. El responsable de los servicios veterinarios de Asaja en Córdoba, José Luis Villafuerte, incide en que el ganado pastando libremente “mantiene el pastizal, evita que se degrade en el monte y que crezca la jara, susceptible de propagar los incendios con mucha más facilidad”. De la misma forma habla Jesús Espejo, ganadero de Los Pedroches, que apunta que “las fincas que tienen ganado tienen mucho menos riesgo de incendio que las que no tienen animales, porque se han comido casi todo el pasto”.

Es más. De no ser por la ganadería extensiva, la dehesa no sería lo que es: un agroecosistema ganadero, hecho por el hombre con el pastoreo del ganado y mantenido por ambos. Tal es así, que los pastores son considerados como “gestores del territorio” y “conservadores”. “La sociedad está en deuda y debe de pagar por lo que se llaman las economías ocultas de la ganadería extensiva, como son los usos paisajísticos o el papel de sumidero de CO2 de nuestras dehesas”, sostiene Rodríguez-Estévez.

A pesar de que el animal más presente en la ganadería extensiva cordobesa es la vaca, lo cierto es que la especie más adecuada para los pastizales es la oveja. “Es la que menos afecta a la necesaria regeneración de la arboleda, aunque todo el ganado es necesario porque una de las claves del funcionamiento del sistema pastoril es el uso múltiple de los recursos”, apunta Rodríguez-Estévez.

Ayudas

Por esta razón, lo lógico es que se piense en la ganadería extensiva en un sistema a potenciar dada la condición de “héroes ambientales” con la que son tratados los pastores desde el mundo universitario. Si bien, parece ser que no está bien enfocado desde el punto de vista político. Sólo así se explica, como dice el académico, “el hundimiento del mercado del cerdo ibérico, provocado en parte por una Norma de Calidad que tenía por objeto defender los derechos del consumidor, la dehesa y la raza ibérica”. Por su parte, Villafuerte, sostiene que las ayudas a la ganadería extensiva existen y son “las que hasta ahora, antes de la crisis tan fuerte de precios que estamos viviendo, han permitido mantener cierta rentabilidad”. De cualquier forma, insiste en que se echan en falta algunas ayudas agroambientales que se abrieron hace tiempo y de las que no se ha vuelto a saber nada, como las ayudas al mantenimiento de la dehesa o determinadas líneas de producción con razas autóctonas en extensivo, “una línea que se ha abierto este año, pero que se le ha dado a muy poca gente”.

Pero lo cierto es que, junto con las ventajas de la ganadería extensiva, también hay otros inconvenientes perceptibles a pie de campo. En este sentido, Espejo apunta a la complicación del manejo de los animales. “Cuando están sueltas las vacas, es complicado encerrarlas para hacerles los controles veterinarios”, dice. Y es que, las exigencias de la Unión Europea obligan a que los animales se introduzcan cuatro veces al año en las instalaciones de secuestro, “y se pueden lesionar porque son animales broncos”. Además, como destaca Villafuerte, los animales conviven en el campo con especies silvestres como ciervos o jabalíes y “hay riesgos graves de contagio de enfermedades”. Así, para Asaja, la normativa sanitaria europea “dificulta mucho este sistema de explotación y debería ser un poco más sensible”.

Fuente noticia

 

La Unesco reconoce el papel conservador del sistema extensivo
Los beneficios que la ganadería extensiva produce sobre el medio ambiente son más reconocidos por los organismos internacionales con escaso poder decisorio en la esfera internacional que por aquellos que realmente tienen en su mano adoptar verdaderas medidas de apoyo para este sistema de producción tradicional.En este sentido, la Unesco, cuyo principal objetivo es contribuir al mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo promoviendo la colaboración entre las naciones, reconoce como Reserva de la Biosfera a los Parques Naturales de las sierras de Hornachuelos, Norte de Sevilla y Aracena; bajo el nombre de Reserva de la Biosfera Dehesas de Sierra Morena, con más de 400.000 hectáreas.Por su parte, la Unión Europea reconoce a la dehesa simplemente como un hábitat de interés comunitario. Si bien, parece que con la reforma de la PAC, el denominado “Chequeo Médico”, ha comenzado a darle un giro a la situación insistiendo en el desarrollo rural. “Parece que las ayudas europeas van a comenzar a ir orientándose poco a poco hacia tipos de producciones extensivas que mantengan el medio ambiente”, apunta Villafuerte.