Lobo: el malo de los cuentos ahora es víctima en España

El lobo feroz de los relatos infantiles hoy está en el centro de una polémica en España en la cual lleva todas las de perder.

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MADRID | EL PAÍS DE MADRID

Los ganaderos se quejan de que los lobos atacan a vacas y ovejas. Los ecologistas dudan sobre muchas denuncias, porque no creen que haya tantos de estos depredadores en el país. Se pretende hacer un censo de lobos, pero es una tarea muy complicada: un solo animal puede moverse 50 kilómetros en un día. En medio de la polémica, aparece otra actividad involucrada: el turismo lobero está en expansión.

En los últimos años han surgido nuevas versiones del cuento de Caperucita en las que el lobo no es el malo, sino la víctima. Sin embargo, la versión clásica, la de la fiera hambrienta y feroz, sigue pesando enormemente en nuestro imaginario y todavía no se ha encontrado la fórmula que nos permita coexistir pacíficamente con esta especie.

En España, la gestión del lobo depende de las comunidades autónomas y las políticas son muy dispares. Las tensiones con los ganaderos por los daños en ovejas y vacas están a flor de piel en zonas más problemáticas como Asturias, Cantabria o Castilla y León. Las quejas de ganaderos y cazadores hacen pensar que cada vez hay más lobos; Castilla y León lo ha afirmado recientemente en un documento oficial, pero biólogos o naturalistas no están de acuerdo.

En los debates siempre surge la misma pregunta: ¿qué hacemos para convivir con ellos sin ponerlos en peligro, pero también sin que ocasionen daños? La Directiva de Hábitats de la Unión Europea establece una frontera, la del río Duero, para proteger al lobo en España. Al sur se le considera especie de «interés comunitario», y si hay que matar algún ejemplar debe ser la comunidad autónoma quien lo asuma. La gestión al norte del Duero es muy variable. En Castilla y León, Cantabria o Galicia, por ejemplo, se le considera especie cinegética. En Asturias, no.

Censo.

Los expertos consultados, principalmente biólogos, advierten de que las cifras de lobos que se manejan en cada comunidad pueden estar sobredimensionadas. Realizar un censo sólido requiere esfuerzos proporcionales y mantenidos en el tiempo ya que esta especie se mueve mucho. «Su territorio alcanza los 100 kilómetros cuadrados. En un paseo nocturno pueden recorrer unos 50 kilómetros», explica Eduardo Palomo, secretario de la asociación Lobo Marley, creada para defender a esta especie.

 

Los biólogos reivindican la necesidad de hacer un censo nacional que permita adoptar políticas realistas y que evite llegar a una situación irreversible.

«Los estudios genéticos actuales sobre la población de lobos en España y Portugal sugieren que estos animales han estado mucho más cerca de la extinción en tiempos relativamente recientes de lo que inicialmente se consideraba», aporta Jorge Echegaray, consultor ambiental que trabaja con lobos y coordinador del primer seguimiento no invasivo efectuado en España.

En la actualidad, el lobo ocupa apenas el 25% de su área de distribución original en España. No hay análisis sobre su distribución potencial, pero por sus requerimientos (se mueven en hábitats extensos, necesitan presas silvestres) podrían ocupar una distribución mucho mayor a la actual, aporta. «Solo hay que ver los intentos de colonización en el País Vasco y La Rioja, o la anécdota de su aparición en Madrid», detalla el especialista.

«Aquí la ciencia no vale para nada», se queja Palomo, de la asociación Lobo Marley. «Si se mata al macho alfa, el más apreciado en cinegética, se acaba con el maestro de la manada, entonces los que quedan no saben, por ejemplo, como entrar a matar un jabalí y se van a la oveja, que se queda quieta». Entonces se vuelven a encender los ánimos de los ganaderos.

En la calle de en medio está el turismo lobero, una actividad que genera casi medio millón de euros anuales al año en la sierra zamorana de La Culebra, considerada epicentro de esta actividad en España, aunque también hay puntos en la cordillera Cantábrica y en Portugal, donde se practica. El biólogo Javier Talegón, fundador de la empresa de ecoturismo Llobu, ve en ella el mejor ejemplo de que el lobo vivo puede ser rentable y que existen fórmulas para convivir en armonía.

La rivalidad nació hace miles de años

La figura del lobo evoca los conflictos más antiguos del hombre con la naturaleza. Hace miles de años, los dos competieron por la caza de los mismos animales. Cuando el ser humano empezó a domesticar ganado, el enfrentamiento todavía fue mayor. Algunos lobos se acercaron sin embargo a los grupos humanos y con los años se convirtieron en amigos, lo que originó una nueva especie, el perro. Mientras tanto, los lobos salvajes tomaron el papel de malo en el imaginario colectivo. Así, es el principal villano de los cuentos infantiles, muchos de ellos nacidos de tradicionales relatos medievales europeos. Ya en el siglo XX, el lobo dejó de ser aquella amenaza permanente para convertirse en un símbolo de la vida salvaje.

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