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Lobos, ovejas y pastores

07.12.2013 | 02:51

Lobos, ovejas y pastores

Lobos, ovejas y pastores

 

CHANY SEBASTIÁN Aliste tirita de frío bajo la escarcha y carámbanos del amanecer en ríos y cumbres donde la brisa se convierte en biruje que congela cuerpo y alma. El otoño da pasos firmes y seguros hacia su final, al encuentro del invierno. Es ésta época de matanzas, ancestral tradición que muestra y demuestra la simbiosis rural, entre la vida y la muerte, donde el hombre, abastece la despensa para todo el año. Entre tanto sacrificio, doloroso y a la vez necesario, un vecino de Mellanes y su perro Sultán, ha vuelto a demostrar la solidaridad humana del alistano con su medio. En unos tiempos donde se ha puesto de moda defender al lobo olvidando muchos que las ovejas para mantenerlo las pone el pastor, Aliste y los alistanos, y los agentes de Medio Ambiente, demostramos que el hombre y la tierra nos necesitamos, vivimos juntos que no revueltos: es parecido , sí, pero no es igual. Nuestra infancia está repleta de corrales donde las gallinas compartían el trigo con los pardales y mientras se lavaban las tripas de la matanza en los pontones de los ríos Aliste, Frío y Cebal, cuando sus aguas eran aún puras y cristalinas, las pegas (urracas) se encargaban de limpiar el cauce de las carnes sueltas sobre las gargalleras. El lobo, admirado que nunca odiado, respetado más que temido, mataba, muy de vez en cuando una oveja para comer y sobrevivir -es ley de vida-, no como ahora que cuando se le cruzan los cables necesita una y azaga cincuenta.
Resulta chocante que muchos otros, aquellos que se llamaron pioneros y sembraron los ríos de fosas sépticas sin orden ni control y convirtieron los herbicidas en consejo y solución para las malas hierbas abanderen ahora la lucha por la biodiversidad sin entonar el me a culpa, en busca de medallas, ante tanto estropicio propio y ajeno. Saneamos entonces los pueblos, sí, y los trigales, pero sembramos la muerte para fauna y flora. Los aconteceres de nuestras vidas y de nuestros pueblos necesitan de la simbiosis perfecta. El lobo y el pastor, las gallinas y los pardales, los barbos y el pescador como la liebre y se cazador se necesitan: están condenados a entenderse, a ser compañeros de viaje, nunca enemigos. El hombre, la flora y la fauna son los eslabones de oro de la vida rural, imprescindibles para la supervivencia, conjunta y en armonía.

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