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Los 30 años de FAPAS

Balance de la acción de un grupo de amigos, amantes de la Naturaleza

25.01.2014 | 03:34

Los 30 años de FAPAS

Fernando Granda.

El oso es hoy un emblema más representativo de Asturias que de Madrid, que lo lleva en su escudo junto con el madroño. El oso hace 30 años casi había desaparecido de los montes asturianos y hoy es un atractivo turístico del Principado. No intento presumir, por ser socio antiguo, pero pienso que esta realidad actual es en gran parte debida a la acción de un grupo de amigos, amantes de la Naturaleza, que iniciaron entonces su labor intentando que los escasos buitres astures que volaban por el cielo no se extinguieran.

Eran los comienzos de los años ochenta del pasado siglo cuando unos chavales, que se proclamaban «acción inmediata», se dedicaron a recoger animales muertos para trasladarlos a zonas donde sobrevivían las aves carroñeras para alimentarlas y no desaparecieran. Algunos meses después inscribieron su unión en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior. La llamaron Fondo (Asturiano) para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS). Hoy es una entidad de ámbito nacional.

La búsqueda y transporte de la carroña para alimentar a los buitres requería un dinero del que no disponían y pidieron ayuda a través de las revistas «Querqus» y «Natura», que fundaran Benigno Varillas y Teresa Vicceto, a quien quisiera colaborar en dicha labor. En pocos días dos millares de personas contestaron con sus aportaciones. Llegaron de todo el país, lo que propició la fundación del FAPAS. Ahora se cumplen 30 años de aquel curioso inicio.

Hoy el FAPAS, que preside uno de aquellos entusiastas muchachos fundadores, Roberto Hartasánchez, es una referencia europea. Su importancia reside en que sus métodos y procedimientos son seguidos por otras oenegés del continente. No se dedica simplemente al conservacionismo sino que investiga y aporta prácticas para el amejoramiento del medio ambiente y contra el deterioro de la naturaleza. Sus estudios sobre el terreno han logrado solucionar situaciones conflictivas y corregido políticas medioambientales equivocadas. Ha demostrado, por ejemplo, que el oso pardo puede mantener una convivencia no agresiva con el hombre, que esa convivencia puede ser beneficiosa para ambos ya que aumenta la resistencia original al quebranto de la cadena trófica y del ecosistema. Y es que el fondo no se conforma con el reciclaje sino que promueve la regeneración más natural posible. Hoy asesora a distintos organismos públicos y privados y realiza una ecología muy práctica.

Su función ecológica no fue la primera que llegó a nuestro país pues ya había grupos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), de Greenpeace u organizaciones españolas como el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA), el Colectivo Cantueso o el Colectivo Ornitológico Cigüeña Negra. Pero la implantación del FAPAS fue un aldabonazo que inició la senda que ha llevado al Principado a ser una de las regiones europeas más naturales y que mejor conserva el medio natural. Porque el colectivo no dedica sus esfuerzos solamente a la vida del oso, sino que estudia, trabaja y promueve iniciativas para la conservación del urogallo, el águila pescadora, el lobo, el buitre, la abeja, numerosos árboles y frutos que conforman una cadena vital para el desarrollo de un -aunque parezca tópico- atractivo y emblemático paraíso natural.

Fuente noticia.