«Me enamoré de su autenticidad»

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Domínguez, en el centro, con Atilano y Antolín en la sierra de Lubián. Foto Luis Miguel Domínguez/Lobo Marley

El naturalista Luis Miguel Domínguez evoca su «descubrimiento» de los «churreros» alistanos durante el rodaje de un documental sobre «los últimos nómadas de Iberia»

19.11.2013 | 06:10

Hace un cuarto de siglo la vida ya se filmaba en color pero Luis Miguel Domínguez, amante de la fotografía, reservó un carrete en blanco y negro sobre el «inolvidable» rodaje del documental «Los churreros de Aliste, lo últimos nómadas de Iberia» que acentúa la autenticidad de esta historia. El pasado sábado seis pastores trashumantes, mantenedores de un oficio legendario, recibían un reconocimiento de Zamora. Eran los sucesores de generaciones de hombres que a lo largo de la historia han trasladado el ganado durante el estío hacia los frescos y nutritivos pastos de la Alta Sanabria.

«En mis cincuenta años nunca he olvidado aquel contacto con los últimos nómadas de la Península Ibérica, creo que casi me hice un hombre en Aliste» evoca el naturalista, para quien el reconocimiento a los pastores alistanos «debería trascender más allá, a un premio nacional».

¿Cómo llegó Luis Miguel Domínguez a estos hombres? «En el año 1986 andaba yo en la búsqueda del lobo ibérico por La Culebra y me paré en los llanos de Aliste, a la altura de San Cristóbal, a mear. Era un día frío, me fui a una pared de piedra, cuando empiezo a oír el sonido de una especie de flautista. Me fui detrás de ese sonido y me encontré a un tipo embutido en un capote alistano tocando la puntera». A la extrañeza inicial del pastor ante la presencia del forastero le siguió una fluida conversación que devino en el viaje a la sierra que hacían con el ganado durante el verano. «Me impresionó aquello y quedé en volver en verano».

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Imagen pastoril con un perro en la sierra sanabresa. Foto Luis Miguel Domínguez/Lobo Marley

En junio Luis Miguel Domínguez llamó a San Cristóbal y le pusieron en contacto con los pastores de Valer de Aliste, quienes después protagonizarían un documental que, pese a su interés pastoril, humano, medioambiental y hasta etnográfico, nunca llegó a ver la luz en un medio de comunicación, por aquellas fechas Televisión Española. «No hubo manera de que lo emitieran» lamenta el naturalista.

En su haber perdura una experiencia tan inolvidable como memorable. La que permitió a Luis Miguel Domínguez y Manuel Sánchez Guijarro con la cámara, acompañar a un puñado de «churreros» (llamados así por la crianza de ovejas churras) desde las tierras alistanas a la sierra sanabresa. No sin salvar los comprensibles reparos iniciales de los pastores, finalmente el documentalista pudo acompañarles en aquel viaje con el ganado, «inmerso en la vieja ruta de la tradición». Antolín, Atilano, Domingo, Inocencio, Andrés… Algunos de los protagonistas de aquel documental inédito hoy ya no están, pero sí pudieron ver la película un año después del rodaje durante una proyección en San Vitero, a la que asistieron todos ellos con sus familias.

«La película fue una aventura en sí misma, uno de mis primeros proyectos como realizador, una apuesta sacar un patrimonio que se estaba perdiendo», expresa el entonces director hoy todavía emocionado con aquella experiencia. «Me enamoré de su autenticidad; gente dura, de campo, pero con un sentido del humor y un compañerismo que nunca podré olvidar» evoca Luis Miguel Domínguez en su personal reconocimiento a los «churreros alistanos» cuando acaban de recibir el premio «Tierras de Zamora». Hoy son muchos menos que aquellos protagonistas del viaje de 1986, cuando Domínguez acompañó a la llamada «cabaña de Valer», formada por 17 rebaños de 9 pueblos, conformando alrededor de seis mil cabezas de ganado.

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Un momento de descanso de los pastores alistanos durante la trashumancia grabada por el naturalista Luis Miguel Domínguez. Foto Luis Miguel Domínguez/Lobo Marley

¿Pensaba que veinticinco años después aún se mantendría la trashumancia? «Era tal el vigor ganadero de estas gentes que no me sorprende, aunque es verdad que son muchos menos. Lo que tienen que hacer los «churreros de Aliste», además de mantener el hecho ganadero, es aprovechar el interés que suscita su autenticidad, aprovechar turísticamente esa epopeya humana, esa aventura legendaria apoyándose en los pastores. Es necesario que se sientan importantes, que sientan que tienen un lugar en el mundo, que tienen todo el apoyo de una sociedad civil» opina Luis Miguel Domínguez, quien con la misma vehemencia defiende la pervivencia del lobo ibérico y así lo abandera a través de la asociación «Lobo Marley».

«He dedicado mi vida a ensalzar esa cultura pastoril y siempre hablo de que defender al lobo es defender los paisajes y la cultura del lobo. No hay nada más impresionante que ver a esos hombres atravesando la patria del lobo ibérico» cuenta el naturalista. «Esa trashumancia junto a esa zona lobera (en referencia a la Sierra de la Culebra) hace que ese lugar sea un santuario único en Europa».

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Los pastores protegidos del frío de la noche con las capas alistanas. Foto Luis Miguel Domínguez/Lobo Marley

 

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