El lobo enseña los dientes.

C. FIDALGO | PONFERRADA 24/09/2013

Jesús Brañuelas, el último ganadero de Riego de Ambrós, (Molinaseca) le ha visto algo más que las orejas al lobo. De hecho, está cansado de ver las huellas de sus dientes en el cuello y las patas de sus ovejas. «En los últimos ocho días, todos los días me muerde alguna», decía ayer, cansado de descubrir cada mañana cómo el depredador de los montes se ceba con su rebaño.

Brañuelas tiene más de trescientas ovejas en una nave de su localidad. Por el día las pastorea por monte, pero es imposible estar en todas partes. Y el lobo lo sabe. Ni siquiera está seguro de cuantos animales ha perdido desde que los ataques del lobo comenzaron a ser frecuentes hace casi dos años. «Puede ser diez o doce», asegura.

Y no siempre consigue dar con los cuerpos cuando avisa al veterinario para dar parte a la administración del ataque. «Algunas las esconde y son difíciles de encontrar».

Ni la administración autonómica ni los seguros particulares son suficiente colchón, asegura el pastor de Riego por teléfono. «La Junta no paga un duro y los seguros, mejor ni hacerlos», entiende, lamentando la complicación que supone dar un parte.

Brañuelas ha aguantado como ha podido en los últimos meses, pero ayer, después de descubrir las dentelladas del carnívoro en dos ovejas que lograron escapar de las fauces del animal, dijo basta y quiso hacer público lo que sucede en Riego de Ambrós. En la última semana el lobo no le ha dado tregua. Y como él tiene que volver al monte para cuidar del rebaño y quiere que la gente sepa lo que le está pasando, deja a su madre a cargo para que le enseñe los dientes del lobo en el cuello de una de las dos ovejas, que se retuerce como si en verdad le hubiera mordido un vampiro.

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