Los ataques de lobos sitúan al borde de la ruina a cabañas del sur segoviano

Los afectados lamentan la «ineficacia» de la Consejería y el «engaño» del sistema de seguros
19.02.14 – 11:53 –

CÉSAR BLANCO

Las cifras

300 ataques de lobos documentados tiene contabilizados Jaime Patiño, ganadero de El Espinar.
90% es el porcentaje de partos en torno al que se maneja una gestión normal de una cabaña de vacas reproductoras, sin el condicionante de los ataques de lobos.
Ganaderos reclaman a la Junta que garantice una indemnización del 80% de los partos

Jaime Patiño rebosa indignación e impotencia. Confiesa estar harto de los silencios administrativos y de los planes cómplices con la desdicha que vive como hombre de campo. Gestiona cuatro códigos ganaderos su la finca de Prados, en El Espinar. Su cabaña no es la única afectada de la zona. Cerca de allí –señala con el dedo el horizonte serrano donde está Campo Azálvaro– los ataques del lobo también se han convertido en algo habitual, pues se producen un día sí y otro también. Son varios los damnificados. Patiño hace un llamamiento a unirse para presionar a la Junta de Castilla y León Ya recogió en su día 300 firmas de profesionales del campo como él y de «gente indignada con la pasividad y la ineficacia» de la Administración regional. «Es insostenible», repite una y otra vez. El ganadero ya ha preparado otra tanda de alegaciones con destino a la Consejería de Medio Ambiente y Fomento, aunque teme que tampoco serán atendidas.

En ellas exige, una vez más, la adopción de medidas para acabar con los ataques de los lobos. Las manadas han diezmado las cabañas, las han estresado y han puesto en riesgo la continuidad de las explotaciones dañadas. «Lo que unos presentan como un éxito de gestión (en referencia al plan de lobo de la Junta y al director general del Medio Natural, José Ángel Arranz) para mí es la ruina», censura el ganadero.

Rendimientos

En esas alegaciones y en su argumentario viene a dejar claro el «enorme» perjuicio económico que arrastra. Patiño explica que una ganadería bien gestionada y en situaciones normales, en su caso de vacuno, logra un índice de producción que oscila entre el 90% y el 95% de partos. Si la cabaña es mediana, ese nivel desciende levemente al 80% o 90%. «En una mediocre se alcanza el 75% de partos y por debajo de ese porcentaje la explotación puede considerarse ruinosa».

Jaime Patiño hace sus cuentas y la suya está en ese supuesto más negativo. Gestiona alrededor de 250 reses reproductoras, lo que tendría que trasladarse a unos 200 nacimientos como mínimo al año. «Desgraciadamente no consigo vender más de unos ochenta», se lamenta quejoso. En los últimos meses los lobos que han bajado y se han adentrado en sus tierras le han matado directamente 65 terneros, 45 el año pasado y una veintena de reses en lo que va del curso presente, que transcurre de primavera a primavera. Pero a esas pérdidas hay que añadir otras 125 desapariciones. «El resto son vacas vacías que sufren un trauma». Ese problema se traduce en la tardanza en quedarse preñadas o en unos «partos malos». La última reclamación que ha formulado este ganadero asciende a 300.000 euros.

En este sentido, critica que «ni el juez ni el seguro quieren saber nada de estas pérdidas no demostrables». «¡Es un escándalo!», exclama. En su escrito a la Consejería de Medio Ambiente y Fomento pide un cambio en el sistema de indemnizaciones, porque el que rige ahora es «un engaño». A través de ese modelo –según sus explicaciones– «estamos obligados a contratar un seguro que mal paga los daños que podemos demostrar».

De nuevo vuelve a hacer cuentas. Un ternero en su etapa de destete puede reportarle en torno a unos 500 euros. Ya cebado, el precio puede subir por encima de los 1.200. Pues bien, para empezar, «si careces de seguro, no cobras», indica el ganadero de El Espinar. «La Junta se limita a pagar la franquicia de ese seguro», apostilla. Si se tiene contratada la póliza, la cobertura es de 385 euros. Así, cuando se acepta el pago y la diferencia con la cuantía a la que se elevan las pérdidas es inferior a ese importe (cuestión que ocurre en los terneros de seis meses al destete), no pueden recurrir a instancias superiores si pierden el primer juicio, toda vez que «la Junta no contesta a las reclamaciones y obliga a acudir a la vía judicial» por culpa de ese silencio administrativo.

El mínimo para sobrevivir

Con todo esto, Jaime Patiño asegura que los ataques de lobos acarrean unos daños reales totales que no son contemplados por la Administración. No es solo el ganado muerto, sino también la afección a las explotaciones cinegéticas e incluso a los animales domésticos. «Las indemnizaciones que se perciban como consecuencia de los ataques de lobos no se deben limitar a un mero pago del valor del animal muerto», incide. En sus alegaciones explica que cualquier cabaña, para estar bien gestionada, necesita «una buena alimentación y un número suficiente de toros por vaca, que en la ganadería extensiva es de en torno a unas cuarenta vacas por toro».

A vueltas con el sistema de indemnizaciones, el ganadero reivindica «un procedimiento de pago que garantice el 80% de los partos». En ese porcentaje es donde se sitúa «el mínimo para poder sobrevivir».

Los ataques de lobos proliferan al sur de la provincia. El ganadero sabe de otro episodio sufrido recientemente por una explotación situada en término municipal de Navas de San Antonio. Allí, en Campo Azálvaro, el lobo ha acabado con la vida de diecisiete potros desde el 21 de enero. Los propietarios están indignados porque se sienten desprotegidos. El pasado lunes presentaron en la Delegación de la Junta el último parte, el correspondiente al ataque del sábado, cuando los lobos mataron tres caballos en una sola noche. «Desde el 21 de enero ha sido una constante. Hemos perdido diecisiete animales, valorados en 12.000 euros, pero sin el seguro de lobos no tenemos derecho a la indemnización. Los lobos están protegidos, pueden entrar en nuestra casa y nosotros no podemos matarlos porque nos buscamos la ruina. Pero no les dan de comer y tienen hambre, claro», sostienen los ganaderos, que desean mantener el anonimato.

Todos los ataques se han producido por la noche. «Debe de ser una manada bastante numerosa. La madrugada del 29 de enero mataron cuatro caballos, aunque es verdad que después no se les comen enteros, pero las mordeduras que les propinan son lo suficientemente graves como para causarles la muerte». Los dueños están profundamente preocupados, porque en la granja tienen casi noventa caballos, además de vacas, chotos y ovejas, y temen que los ataques se sigan produciendo hasta que acabe el invierno.

Fuente noticia: http://www.elnortedecastilla.es