El animal fue atacado en una finca de Triacastela por una manada que apenas dejó los huesos y la cabeza
«Deixaron os ósos». Así resumía ayer el ganadero José Manuel Celeiro lo ocurrido con una vaca de su propiedad, víctima del ataque de los lobos. Los hechos tuvieron lugar en el concello de Triacastela, en la montaña del sur de la provincia lucense, y de ellos se tuvo noticia ayer, aunque debieron de suceder unos días antes. Prueba de ello es que apenas los huesos y la cabeza quedaban por el prado.
El animal muerto era una vaca rubia de ocho años de edad y unos 800 kilos de peso, con un precio en el mercado que el propietario cifraba ayer en unos 2.000 euros. Por rastros que quedaban por la zona, al ganadero no le cabían dudas de que en el ataque habían participado varios animales.
Posee unas 60 cabezas, y algunas de las que permanecían al aire libre serán guardadas: los pastos aún no escasean ni el clima sufre los rigores invernales, pero el ganadero quiere evitar problemas, sobre todo en las reses más jóvenes. Nunca había tenido un problema de este tipo, pero este año, agrega, los rastros de lobos son más frecuentes.