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«Para resolver el conflicto del lobo necesito que ganaderos y ecologistas se escuchen»

«La gestión de la población lobera se utiliza como arma política arrojadiza, y eso es muy irresponsable, porque se le hace un flaco favor a Asturias»

08.12.2013 | 05:20

Fina Álvarez posa fuera de su despacho, en Oviedo.

Fina Álvarez posa fuera de su despacho, en Oviedo. Miki López

 

Oviedo, Miguel L. SERRANO La de Fina Álvarez es una incómoda labor de constantes equilibrios. Como casi todo en política, en realidad. A la directora general de Recursos Naturales del Gobierno de Asturias, Fina le vale como abreviatura de su nombre (María Serafina) y también como adjetivo, porque su tarea requiere delicadeza. Delicadeza para convencer a unos de la importancia de conservar la naturaleza y a otros, de que eso es compatible con el desarrollo y el mantenimiento de las actividades tradicionales. Ahora le quita mucho pensamiento el conflicto del lobo, que enfrenta a ganaderos y conservacionistas, pero abriendo la perspectiva se entiende que se trata sólo de un ejemplo extensible a la pesca, a la caza, al oso, a los parques naturales… Ella, de tono pausado y corte conciliador, se esmera en escuchar a todos y trata de ser justa. Pero la línea, nunca mejor escrito, es muy fina. Y lo sabe.

-¿El conflicto del lobo es lo que más quebraderos de cabeza le trae?

-Probablemente sí. Este problema no es nuevo, pero ahora sí hay mayor conflicto social. Nunca antes ganaderos y conservacionistas llevaron tan al extremo su posición.

-¿Por qué se ha radicalizado tanto todo?

-A esa radicalización no tengo respuesta. Tengo explicación: los conservacionistas piensan que la gestión del lobo no pasa por aprobar un plan que contemple la extracción de ejemplares. Y los ganaderos creen que donde esté su ganadería no puede haber lobos. ¿Dónde tiene que situarse la Administración?

-Usted dirá.

-En la búsqueda de un espacio central en el que existiendo lobos los daños sean mínimos, que no pongan en quiebra su ganadería.

-¿Cómo lo están haciendo?

-En Asturias adoptamos hace tiempo la opción de tener un plan de gestión de la especie. Es de 2002. Ahora lo estamos revisando. Mañana me llegarán las alegaciones presentadas.

-¿Qué novedades hay?

-Lo que más cambia, o lo más significativo, es el método de extracción de los sesenta y seis ejemplares autorizados. Hay una serie de circunstancias extraordinarias en las que permitimos abatir lobos a cazadores o ganaderos. Pero circunstancias extraordinarias.

-¿Por qué este plan no satisface a ninguna de las dos partes?

-Me he reunido con las partes afectadas. Desde el mundo ecologista se entiende como una manera de cazar el lobo sin declararlo especie cinegética.

-¿Y no es así?

-No, porque siguen siendo controles. Y seguimos funcionando con criterios científicos, que son los que nos indican cuántos ejemplares podemos abatir anualmente. Los ganaderos querrían poder dispararlos siempre. Y los conservacionistas, nunca. Es complejo.

-¿Quién tiene la razón?

-Aquí nadie tiene la razón y las dos partes tienen razones. Hay razones en cada uno de los dos extremos. Es necesario un encaje.

-¿Es el equilibrio que más le está costando conseguir?

-Sí (rotundo). Pero es cierto que desde hace poco estoy percibiendo un cambio de actitud por ambas partes. En la Administración estamos convencidos de que la fórmula es el diálogo y el debate.

-¿Sabe que no va a poner de acuerdo a las dos partes?

-Nada va a ser del agrado de todos. No aspiro a ello, tampoco. Aspiro a que el lobo continúe existiendo y a que los ganaderos no tengan tantos daños. Hace días la parte conservacionista propuso dejar a los animales muertos en el monte para que los comieran los lobos y así no tuvieran que ir al ganado. Eso es lo constructivo. Así se avanza. Para resolver el conflicto necesito que ganaderos y ecologistas se escuchen. Y yo, escucharlos a todos. Necesito que los dos asuman que ninguna parte tendrá una posición óptima. Así el espacio de encuentro llegará. Tiraré por este plan, porque, aunque sé que le quita un poco a los conservacionistas y le da un poco más a los ganaderos, no renuncia a los objetivos fundamentales. Que son la conservación de la especie y la continuidad de la ganadería.

-¿Cuántos lobos hay en Asturias?

-Del orden de 30-32 grupos familiares, aunque sería pretencioso dar una cifra concreta.

-¿Cómo se consiguen censar? ¿Qué criterios se utilizan?

-A través de un esfuerzo importante: itinerarios de seguimiento, indicios, excrementos, esperas, escuchas de aullidos, haciendo reclamos… Son métodos científicos.

-¿Qué tamaño de población es el ideal para Asturias?

-No me atrevería a decirlo, ni tampoco creo que nadie se atreva. Es muy importante que, además del censo, veamos dónde hace daño. Es todo muy complejo. Yo no hago la propuesta de control. Son todos criterios científicos.

-¿Se han replanteado convertirla en especie cinegética?

-No, porque donde está así ni hay menos daños ni tampoco se pueden abatir más lobos.

-¿Tiene Asturias un problema de superpoblación de lobos?

-¿Qué es superpoblación? ¿Aquella que produce más daños de los deseables? Entonces, sí. ¿Aquella que el territorio no puede alimentar? Entonces, no. Diría que la población es estable y tiene condiciones favorables de vida. Lo que ocurre es que hay ejemplares que hacen mucho daño.

-¿Los controles rebajan realmente los daños?

-Le doy unos datos: en 2011 tuvimos 2.966 expedientes con un coste de 927.436 euros. En 2012 fueron 2.786 expedientes con un coste de 936.258 euros. Y este año van 2.892 expedientes y 923.511 euros. Este año la cifra es mayor que el año pasado, pero menor que en 2011. Estamos en valores normales.

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