«Solo un tonto o un suicida puede echar a perder la riqueza y calidad de vida del Lago de Sanabria»

«El Gobierno regional debe frenar los vertidos que han transformado en temida un agua que era admirada» | «Los zamoranos harían bien en convertir la Ruta de la Plata en vía verde, no conozco proyecto más perfecto»

27.01.2014 | 10:54

Domínguez presenta el festival del lobo en Fitur. / Foto Emilio Fraile

Domínguez presenta el festival del lobo en Fitur. / Foto Emilio Fraile Foto Javier de la Fuente

Perfil

  • Madrid, 1963
  • Naturalista convencido, Luis Miguel Domínguez es conocido, principalmente, por la dirección y presentación de diversos espacios televisivos sobre medio ambiente y naturaleza como «Al cabo de la calle», «Todos somos naturaleza» o «Vive la vía». Ha participado como miembro  de entidades tan significadas como Adena/WWF, Greenpeace o Watu y actualmente impulsa el colectivo Lobo Marley, que lucha por la promoción del lobo ibérico. Autor de libros y series documentales, Domínguez es profundamente crítico con el sistema político actual, frente al que reivindica un mayor peso de la ecología y el medio ambiente en la vida diaria. «Ha de ser una cuestión de Estado», defiende.

Decenas de voluntarios de la asociación «Lobo Marley» que preside Luis Miguel Domínguez escenificaron la llegada del lobo este jueves en la Feria Internacional de Turismo de Madrid como preámbulo de la presentación del primer festival del lobo ibérico, que organizará la agrupación Interior Legendario en Villardeciervos el próximo mes de septiembre. En la imagen, Domínguez posa junto a los responsables de la Diputuación y del colectivo Interior Legendario y los voluntarios de «Lobo Marley».

JOSÉ MARÍA SADIA Director de documentales de prestigio en televisión, naturalista y líder de la asociación «Lobo Marley» para la defensa del lobo vivo, Luis Miguel Domínguez abandera la iniciativa de varios empresarios y asociaciones en La Culebra para atraer amantes del ecoturismo a la provincia. Mientras pone voz y rostro en la Feria Internacional de Turismo a la iniciativa del primer festival internacional del lobo ibérico, que tendrá lugar en septiembre en Villardeciervos, Domínguez analiza de forma sabia, valiente y sin ambigüedades la figura del lobo, el terrible incendio del pasado verano en Los Arribes o la polémica sin fin sobre la calidad del agua del Lago de Sanabria, defendida por la Junta de Castilla y León y puesta en entredicho por numerosos científicos.

-¿Recuerda su primer contacto con Zamora?

-Llegué a Zamora allá por el año 1986. Mi relación con esta tierra está vinculada al lobo. Vengo a la provincia desde Madrid porque, en aquel momento, este territorio junto con León era el santuario de este animal. Acudo en busca de los últimos espacios salvajes donde el lobo ibérico hace su vida. En los ochenta, me costaba mucho llegar a Zamora, especialmente a la comarca de Aliste o La Raya de Portugal, pero cogía los autobuses de línea y me venía para acá con todo el amor. En aquella búsqueda, me fui tropezando con personas maravillosas que pertenecían al mundo rural de los territorios loberos. Así es como conocí a los pastores trashumantes de Aliste. Puedo decir que el lobo me acercó al hombre y a esta tierra.

-¿Cómo reacciona cuando le digo que la mayor parte de los zamoranos desconoce lo que usted acaba de mencionar?

-Seguramente los zamoranos no lo saben porque lo que tenemos tan cerca no nos parece especialmente interesante. A veces alguien tiene que venir desde fuera para decirlo. Nos pasó con Hemingway, con Errol Flynn cuando vino a la Guerra Civil española y se enamoró de este país? Nos ha ocurrido tantas veces. A mí me ha pasado. Yo soy ciudadano del mundo, pero puedo comprender que muchos zamoranos no sepan el valor que tiene su tierra y el tesoro que cobija. Hoy por hoy, contar con fauna silvestre de altura, como es el lobo, un animal social que vive en grandes manadas sin que nadie le vea durante años, es todo un lujo. Es tan importante como tener la Catedral o el románico. Este mensaje es el que traemos ahora. Que el mundo conozca Zamora a través de su icono viviente más importante: el lobo ibérico.

-¿Nuestro lobo tiene alguna característica especial que lo defina? ¿Se comporta de algún modo singular en este territorio?

-Si hay un lobo vinculado al hecho ganadero ese es el zamorano. Este es su hecho diferencial. Es un animal silvestre en contacto directo con la economía y el uso del suelo ganaderos. Dicho esto, también Zamora, a pesar de que los datos afirman que ha habido 5.000 ataques desde 2005, el lobo aquí no provoca tantos problemas como dicen otros que provoca en otros sitios. En Fitur, por ejemplo, la Diputación de Zamora ha avalado este primer festival mundial que celebra al lobo vivo como ejemplo de que la convivencia con el hombre es posible. El lobo zamorano no es distinto al asturiano, pero en esta tierra, lobos y pastores han sobrevivido al paso del tiempo, han resistido juntos y hoy son el argumento perfecto para visitar La Culebra, Aliste, La Carballeda o Sanabria.

-¿Quién es responsable de que se hable de los ataques del lobo?

-Yo sigo los medios de Zamora y tengo que decir que una facción de la prensa local donde no está «LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA» funciona solo para su parroquia y escribe solo aquellas cosas que sus lectores quieren oír. No pretendo hacer la pelota, pero este periódico ha incorporado, sin duda, el elemento de la sensibilidad actual, porque hoy hay una sociedad distinta. Esto de «que viene el lobo» permanentemente es algo que a mucha prensa local la está haciendo convertirse en una punta de lanza para aquellos que quieren desprestigiar este animal. Para conservarlo, hay que evitar el desprestigio. Esa prensa a la que me refiero nunca habla de cuando el lobo acaba con treinta jabalíes, pero es verdad. Los jabalíes que se comen la remolacha del señor Manolo son controlados por el lobo. A diario. Pero algunos prefieren la lobada, el conflicto, lo negativo. Creemos que esta tendencia va a acabar porque los zamoranos así lo quieren. Yo no creo que haya tierra alguna que pretenda identificarse con la sangre derramada y con un animal milenario muerto. Los zamoranos del siglo XXI están convencidos de que su tierra es preciosa, hay que visitarla porque el ser humano convive con joyas de la fauna como es esta especie ibérica.

-2013 ha sido un año negativo y polémico para el medioambiente zamorano, ¿cuál es su reflexión sobre el salvaje incendio de Los Arribes el pasado verano?

-Los incendios y Zamora no son desconocidos, por desgracia. Solo la sierra de La Culebra se ha quemado año sí, y año también. Esto denota un desarraigo. En ocasiones puede haber fallos e imprudencias, pero además existen intereses. Antaño estaban vinculados al ladrillo, hoy Dios sabrá.

-¿Cuál es su mensaje para los ciudadanos acerca de este fenómeno tan devastador?

-El ciudadano debe saber que un fuego es incompatible con la proyección de un territorio cuyo patrimonio natural, histórico y cultural es maravilloso. Los incendios forestales son el gran drama y demuestran que nuestro país está en fase anal en materia de medioambiente. En Los Ángeles hay incendios, en Australia también; siempre habrá rayos y centellas. Lo que no puede ser es que más del 90% de los incendios forestales de España y de Zamora tengan detrás la huella humana. Esto lo vinculo al desarraigo. El campo es algo lejano y es una equivocación. Mi parecer respecto al papel de la Junta de Castilla y León es que debe emplearse menos en materia de extinción y más en esa frase acuñada hace años: «Los incendios se apagan en invierno». Debe prender la semilla del amor a la naturaleza. La extinción, los bomberos y los helicópteros están muy bien en los telediarios y hay trabajos impresionantes en este ámbito, pero no son del todo eficaces. Un incendio es un drama y una catástrofe, no es un «suceso» como plantean habitualmente los medios de comunicación.

-¿Está al tanto de la polémica sobre la calidad del agua del Lago de Sanabria?

-Solamente un tonto o un suicida puede echar a perder su riqueza y su calidad de vida. Solo un gobierno como el de Castilla y León puede, con todos los datos que tiene a su disposición, contrastados científicamente, hacerse el harakiri. El Lago es una auténtica joya que una vez más se convierte en víctima de la codicia humana. ¿De dónde vienen los vertidos? ¿Por qué? Sinceramente, no hay exageración en cuanto a los datos y me alineo con los informes que demuestran que la cadena de la vida se va a romper y no se va a poder volver a poner en marcha. Espero que el Gobierno regional se siente con los especialistas y pare esos vertidos que están haciendo que el agua de ese lago que antes era tan admirada hoy sea temida por su calidad ambiental.

-¿Nos hemos cansado de cuidarlo? ¿Ha pasado la moda del Lago?

-Somos un ser que mira a muy corto plazo. Nuestros líderes, la clase política, han instalado una filosofía, la de los cuatro años. Al ciudadano le empieza a pasar lo mismo: ya tenemos el lago, ahí está, y se olvidan. Ya que ahora está de moda hablar del «no nacido» por otros temas, el mundo se olvida de que hay gente que aún no ha nacido y que no va a disfrutar de lo que hoy conocemos. Las generaciones de ahora recibimos el lago como una joya y lo vamos a devolver como un estropicio. Tenemos una miopía que nos hace ver solo de cerca y esto nos impide darnos cuenta de que la defensa de la naturaleza es una inversión que favorece el presente y, desde luego, el futuro de los ciudadanos de Zamora y del mundo.

-¿Qué valor otorga al proyecto conjunto de Zamora, Salamanca y norte de Portugal para obtener la declaración Reserva de la Biosfera en ese territorio transfronterizo?

-Le doy mucho valor. El desarrollo rural es imposible si no se vincula a la conservación de la biodiversidad. Cualquier proyecto hoy ha de ser sostenible y ha de basarse con el territorio que se dé. Una Reserva de la Biosfera que significa que miles de corazones se han unido en la misma dirección, que las mentes y el sacrificio de estas poblaciones se han alineado, a mí me ilusiona. Junto con esta distinción, hay un premio que es el reconocimiento, y también una obligación, mantener el punto de arranque de calidad y de belleza ambiental.

-Usted se ha implicado con proyectos de ecoturismo en la provincia, ¿debe aprovechar Zamora sus parques y reservas naturales como reclamo turístico?

-Hay una cierta idea de que los espacios naturales protegidos han de estar vedados al hombre. Todos, incluso los de más alta graduación, se deben poner a disposición de la ciudadanía. Dicho esto, como en todo, hay que organizarlo y hacerlo adecuadamente. Zamora ha de ser conocida gracias a estos espacios, sin que el ecoturismo acabe con el hecho de la protección. Ahí está la experiencia de Estados Unidos.

-Le hemos escuchado hablar muchas veces de las vías verdes en nuestro país, ¿recomienda este uso para el tren Ruta de la Plata ante el desmantelamiento del trazado?

-De todos los proyectos que he conocido en mi vida y que he retratado para televisión, como fue la serie «Vive la vía», no he visto un proyecto más perfecto, rematado, que las vías verdes. Un suelo en desuso con una finalidad ferroviaria es puesto a disposición de la ciudadanía, que puede avanzar por unos caminos impresionantes atravesando espacios naturales sin afectar a la naturaleza de forma estupenda. Confío mucho en las vías verdes, en obras de ingeniería civil preciosa, que en combinación con el paisaje te hacen pasar un día inolvidable. Quien mueve las piernas, mueve el corazón, y si es por las vías verdes, mejor. Trae mucho turismo, vertebra el territorio y da un sello de calidad.

-¿Qué reflexión cabe sobre la política medioambiental del Gobierno central?

-En estos momentos, como le pasaba al Gobierno de Zapatero, el PP ha decidido que lo relacionado con el medioambiente sea de perfil bajo, muy bajo. Agricultura, ganadería y pesca están en otro nivel, pero la naturaleza y sus ciencias han quedado como talismanes de la política española. En cuanto al Ministerio del señor Cañete, hay que destacar su predilección por el lobby de la caza, que, en realidad, ocurre que se sigue considerando al sector cazador como motor del desarrollo rural, cuando hemos visto durante décadas que no es así. Su economía es importante, pero es un compartimento estanco que se lo guisa y se lo come. Echo en falta el desarrollo del medio rural y natural, pero sí existen las ayudas de la PAC. Dinero para producir y para el desarrollo rural vinculado a la protección. España se equivoca no incorporando lo medioambiental a lo rural. Defender la naturaleza hoy no es un lujo, es una cuestión de emergencia. España solo saldrá de la crisis con responsabilidad y cariño hacia su patrimonio natural. Turismo, empleo joven, emprendedores, desarrollo rural, ganadería? Lo medioambiental, ahora que redefinimos España, ha de ser una cuestión de Estado.

-En los años ochenta conoció a los churreros de Aliste, cuya figura acaba de ser reconocida por los premios Tierras de Zamora, ¿cuál es su experiencia personal con estos pastores?

-Esa experiencia marcó mi vida. Si alguien conoce mi trayectoria, sabe que he vivido largas temporadas con los «masai» en Tanzania; he pasado largo tiempo en las selvas amazónicas con etnias recién contactadas por el hombre blanco; he conocido a hombres y mujeres por todo el mundo. Los churreros de Aliste fueron un punto de partida que no voy a olvidar. Son los últimos nómadas de Iberia y lo digo de verdad. Una ganadería seria, organizada, consecuente y profesional, muy apegada a la tierra, con un sentido de la tradición nada arcaico ni rancio, sino en la dirección de la modernidad, incorporando aquellos elementos que ayudan a la trashumancia. Ese viaje transcurre por unos territorios vírgenes maravillosos a través de Aliste, la sierra de La Culebra entera, Sanabria y sus rincones y la sierra de la Segundera por un camino realmente espectacular. Los churreros fueron un aldabonazo para un chaval naturalista, viajero, aventurero, nómada. Noté lealtad, generosidad entre ellos, mucho sentido del humor. Nunca olvidaré el humor de Atilano de Valer de Aliste o de Antolín. Auténticos líderes. Y me río de la clase política que tenemos, intentando dirigir a un rebaño, que es el ciudadano, asustado y agobiado. Los que de verdad dirigían esos rebaños de ganado lanar en Aliste eran auténticos líderes humanos, personas que afrontaban la aventura de llevar consigo 6.000 cabezas de ganado durante cientos de kilómetros, luchar contra el lobo de manera esporádica, hacerlo con hombría y sin lloriquear tanto como hacen otros ganaderos de ahora. Y me alegra el premio porque encarnan la resistencia del mundo rural en pleno siglo XXI.

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