TEMOR EN LAS ENCARTACIONES Ganaderos alertan de un nuevo ataque de buitres en Sopuerta

Los dueños, que hallaron un rastro de sangre y plumas, aseguran que la novilla muerta pastaba en el monte cuando los carroñeros se lanzaron sobre ella.

El temor por los ataques de buitres al ganado resucitó ayer en Las Encartaciones. La muerte de una novilla de 18 meses en la falda del monte Garbea, en Sopuerta, encendió las alarmas después de que los dueños del animal aseguraran que había sido víctima de aves carroñeras. «El problema es que están hambrientas», aseguró la propietaria, Mari Nieves Urrutia. Según explicó, sus hijos se encontraron con el cuerpo del animal cuando estaban recogiendo las vacas. Su explotación, que también incluye ovejas, consta de unas 20 cabezas de ganado para carne. Ayer trataban de bajarlas del monte de cara a la temporada de invierno y a los inminentes exámenes veterinarios cuando dieron con el cadáver y el rastro de sangre que había dejado, por lo que alertaron a la Ertzaintza y a Base Gorria.

«Se ve donde han empezado a picotearla porque hay un rastro como de unos 500 metros con sangre, restos y plumas. El animal intentó escapar bajando por la pista forestal», explicó José, uno de los hijos. Según su testimonio, cuando los dos hermanos iban a recoger el ganado advirtieron «una nube» de buitres sobrevolando la zona. «Un ciclista le dijo a mi hermano que tuviera cuidado. Había un montón, igual más de cien», detalló.

Numerosos ganaderos encartados ya aseguraron haber sido víctimas de este tipo de ataques hace seis años, y culparon al comedero de buitres de Ordunte por la alta concentración de buitres leonados que podría haberse originado en la zona. En septiembre de 2007 varias asociaciones del sector procedentes de Carranza, Trapagaran, Ortuella, Güeñes, Galdames y Alonsotegi organizaron una marcha para pedir que no se alimentase a los carroñeros, en contra de lo que solicitaban otros colectivos. Lo cierto es que sólo tres meses después de reabrir varios comederos repartidos por Burgos, Álava y Ordunte, en marzo de 2008, los ganaderos advirtieron de una nueva incursión en Carranza. Ayer la Diputación reconoció que últimamente no se habían recibido nuevas quejas de este tipo.

«Están hambrientos»

A Mari Nieves Urrutia y sus hijos tampoco les cabía ayer duda sobre la autoría del ataque. «Impresiona ver la cantidad de buitres que había», defendió José, quien cubrió el cuerpo de la novilla con un toldo a la espera de que llegaran los técnicos forales. «Cuando atacan de esa manera es porque están hambrientos, no hay otra explicación», insistió. El ganadero se confesó sorprendido por el hecho de que las rapaces se atrevieran a abalanzarse sobre el animal en una zona con bastante arbolado. «Tenían que estar muy desesperados para meterse donde se han metido, porque ahí les tiene que costar alzar el vuelo. No es normal», afirmó.

Hace casi tres años, en enero de 2011, la asociación de ganaderos de Galdames avisó de un ataque aislado a animales vivos. Entonces se trató de un potro de año y medio, si bien el propietario logró ponerlo a salvo a tiempo.

Ganaderos alertan de un nuevo ataque de buitres en Sopuerta

El animal intentó huir de los buitres bajando por la pista forestal. /Fernando Gómez