De lobos, osos, jabalíes y demás plagas del campo.

22.07.2013 | 09:32

Laura Rivera Carnicero

Laura Rivera Carnicero

No será por falta de resistencia, de iniciativa o de lucha. Los campesinos zamoranos han dado buena cuenta de las tres cualidades para seguir viviendo en una tierra en la que el jabalí arrasa los cultivos, el lobo sigue matando a las ovejas y para colmo un oso se come la miel de las colmenas.

Tampoco les falta paciencia para seguir entrevistándose con los políticos responsables del desarrollo del medio rural, y seguir escuchando las mismas promesas de pago de indemnizaciones por los daños causados por la fauna silvestre. Papeles y más papeles para justificar que sean lobos u oseznos, «galgos o podencos», excusas para tardar en cobrar? si se cobra.

Las cámaras para detectar incendios, contra las que se han manifestado los habitantes de Sanabria, Carballeda y Aliste porque atentan contra su intimidad a la manera del Gran Hermano, pero sin fama ni dinero, y sobre todo contra el sentido común que dice que solo la ganadería y el uso y mantenimiento del monte por parte de los que viven en él pueden acabar con los incendios? Esas cámaras no parecen detectar al oso que se come la miel de las colmenas, y que de momento, salvo para los apicultores, parece caer en gracia en una tierra que se llena en estos días de veraneantes, fiestas y romerías.

Perseverancia también es su virtud, quizás obligada por las circunstancias. Si hace unos meses se encerraban en los centros de salud para protestar por el cierre de las urgencias médicas nocturnas, estos días celebran con desconfianza que se abren los fines de semana de verano, cuando vuelven los forasteros de la «movilidad exterior». Han ganado una pequeña batalla, y por ahí se animan para seguir dando guerra, y ganándola.

A la rutas medioambientales, culturales, artísticas, etnográficas y arqueológicas que han llenado la provincia de atractivos turísticos para poder seguir viviendo en su pueblo, se añade este año la Ruta de la Tapa de Tábara, Alba y Aliste, cocinadas con Alimentos de Zamora con mayúscula para gloria de Junta y Diputación. O sea, con alimentos elaborados en los pueblos a los que se cierran las urgencias médicas, como antes se cerraron escuelas y otros servicios; como amenazan con leyes nuevas en cerrar los propios ayuntamientos para que ya ni se pueda decidir sobre lo que queremos hacer en el pueblo donde vivimos.

Y no será porque no lo hayan intentado todo, con la buena fe de las gentes trabajadoras y luchadoras: cuando entramos en Europa, cultivando y abandonando el cultivo en función de lo que mandaba la PAC año tras año; acogiéndose a marcas de calidad y denominaciones de origen cuando así lo propusieron; a la protección medioambiental a la voz de mando; al turismo rural y a lo que desde las instituciones se denominaba en cada momento desarrollo rural.

Así, sin ir más lejos, los pueblos -con sus reticencias- se animaron a llenar de molinos de viento o aerogeneradores los montes de donde sacaban la leña, y a instalar huertos solares en sustitución de los agrícolas. Todo porque el futuro del pueblo estaba en las energías renovables, pese a que de la anterior, de la energía hidráulica, no tenían buen recuerdo por estas tierras anegadas. Al calor de las energías sostenibles también surgieron empresas, entre ellas Pevafersa, que crearon cientos de puestos de trabajo durante unos años, hasta echar el cierre.

Y de nuevo son los papeles y las leyes las que cambian las reglas del juego para que vuelvan a perder los de siempre: La PAC, el nuevo Decreto Ley sobre la Energía Eléctrica, la Ley de Ordenación del Territorio?

No nos engañemos. El daño causado por los que dictan las leyes es bastante mayor que el del lobo que mata alguna oveja, el jabalí que hoza en los cultivos o el oso goloso. Que con estos bien podemos convivir a nada que nos dejen.

Lo que hace daño son los lobos con piel de cordero y el abrazo del oso.

Del jabalí, ¡qué decir! Que en los pueblos quedan pocos, pero que no sigan provocando porque el jabalí herido, vale por dos? o más.

Y a los señores de las cámaras que nos andan vigilando, sepan que si es verdad que solo detectan los incendios y no nuestra intimidad como dicen, no se equivoquen si ven muchos conatos de fuego. Porque el personal está muy, pero que muy «quemao».