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Distribución actual y estimas poblacionales

Entre 1987 y 1988, por encargo del entonces Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA), se llevó a cabo un estudio nacional para evaluar la distribución, la situación y la problemática del lobo en España. El área de distribución de la especie se extendía por unos 100.000 km2, fundamentalmente en el cuadrante noroccidental del país (la mayor parte de Galicia, la porción meridional de Asturias y Cantabria, la mitad septentrional de Castilla y León y algunas zonas de La Rioja y el País Vasco). Además, en la mitad sur de España se localizaron dos núcleos residuales y aislados en Extremadura y Sierra Morena. La población española de lobos se estimó en 300 grupos familiares, hablándose entonces de unos 1.500 ejemplares antes de los partos, y de unos 2.000 a mediados del otoño. El 90% de la población española se concentraba en Castilla-León y Galicia. La población septentrional mostraba una tendencia a aumentar, mientras que la tendencia de los núcleos de la mitad sur era regresiva y fueron considerados en peligro de extinción.

Desde entonces, se viene produciendo una lenta expansión en zonas cerealistas de la meseta castellana, pero hoy día este proceso se ha ralentizado notablemente o incluso se ha frenado (se detecta regresión en el Sistema Ibérico meridional y el Duero oriental, entre otras zonas). En 2001 se estimaron en la Península Ibérica 254-322 grupos familiares (254 confirmados y 68 probables) distribuidos a lo largo de 140.000 km2, esto puede suponer una población efectiva de 500-650 adultos reproductores.

 

Las estimas del número de grupos parecen aceptables, pero no es sencillo comparar los datos de finales de de los 80 con los más recientes. Por ejemplo, en Castilla-León, se estimó la presencia de 158 grupos (125 detectadas más 33 «posibles») a principios de los años 90, y de 149 grupos («107 seguros, 42 probables») en 2001. La aplicación de criterios, procedimientos y esfuerzos de muestreo diferentes, y de grados de certeza variables a la hora de confirmar la existencia de grupos es la causa de estas dificultades. Así por ejemplo, en 1990 se consideraba la existencia de grupos detectados y «posibles», mientras que en 2001 se utilizaron los términos «seguro» y «probable». Por otro lado, es mucho más difícil conocer el tamaño real de la población (número de individuos) ya que este número puede variar, incluso dentro de un mismo año, de forma dramática (antes y después de los partos). El número de grupos estimados parece aceptable porque las estimas se basan en datos empíricos (de campo), mientras que el tamaño de grupo ha venido adjudicándose de manera más arbitraria, escasamente fundada en datos empíricos, y que en todo caso reflejarían, en el más optimista de los casos, tamaños de grupo inmediatamente después de los partos, es decir, coincidiendo con el máximo tamaño anual del grupo y antes de empezar la época de caza (siendo ésta la causa que genera el mayor porcentaje de mortalidad de lobo en la Península). Parece pertinente, por tanto, estimar el tamaño de la población a través del tamaño de grupo en invierno, añadiendo acaso un porcentaje de individuos dispersantes. Una estima más realista del tamaño poblacional se basa en el concepto de «población efectiva», que hace referencia al número de adultos que participan en la reproducción. Según esta aproximación, la población ibérica, incluyendo por tanto los núcleos de Portugal, estaría compuesta por ~750 adultos reproductores, dato estimado a partir del número de grupos conocidos. Discutir si esta población es «viable», tanto demográfica como genéticamente, o si es incluso «funcional» (en cuanto a sus efectos y relaciones en el ecosistema), es un asunto mucho más complejo y relevante que el tamaño de la misma en un momento dado.

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