REFLEXIONES SOBRE EL CONFLICTO SOCIAL DEL LOBOLos ganaderos
No es nuevo , es histórico, pero en la actualidad el conflicto social del lobo se traslada a la sociedad como una situación que extorsiona al mundo rural. ¿es cierto?.
Creemos que no. Por un lado el conflicto visto desde el sector ganadero, responde a una demanda exagerada, donde, a grandes rasgos, se reivindica la no presencia del lobo en función de los muchos daños que causa, daños que llega ahogar las economías familiares de algunos ganaderos.
Los medios de comunicación, reproducen constantemente las reclamaciones del entorno ganadero ante daños de lobo
Sin embargo, la problemática del lobo no es homogénea. Mientras que en unas zonas, los daños de los lobos son asumidos por los ganaderos, en otros son rechazados. La razón de asumir esos daños es sencilla. Hay un modelo ganadero donde los ataques de lobo se convierten en fuente de ingresos económicos, tanto por el cobro de indemnizaciones muy por encima del valor de mercado del animal muerto, como por la posibilidad de cobrar doblemente el daño, uno de la Administración y posteriormente de la compañía aseguradora.
Es lógico que este tipo de daños no generen controversia, más allá que reclamar los daños a la Administración si esta tarda en pagar . Y habría que analizar en qué medida estos daños son en parte condicionados, teniendo ganado de baja calidad en el monte, únicamente bajo la posibilidad de obtener renta mediante los ataques de lobo, ya que comercialmente casi no poseen interés.
Y a ello, habría que añadir la no desdeñable cantidad de daños reclamados como ataques de lobo que en realidad es ganado muerto por otras causas, pero que globalmente ayuda a crear la falsa imagen contable del número de expedientes de daños de lobo tramitados por la Administración.
Queda por tanto aquel sector ganadero en el que los daños de ataques de lobo sí repercuten de manera muy notable sobre su economía. ¿Pero son tantos como parece?. Por el modelo de ganadería de montaña susceptible de desestabilizarse por ataques de lobos, deberíamos de considerar aquellas ganaderías cuyas producciones no van orientadas a la carne si no a la fabricación de quesos, puesto que el rebaño produce un elemento (la leche) que se transforma en queso y por tanto en un valor añadido más importante que la carne. El mero pago entonces del daño del ganado muerto no cubre la pérdida real que sufre el propietario que además de ser ganadero, es fabricante de quesos.
Es en este modelo, minoritario respecto al uso general ganadero, donde las reclamaciones adquieren una verdadera naturaleza, siendo sin duda el sector que debe de ser atendido con un modelo de gestión coherente de la población lobera.
Pero para que se discuta, es necesario que existan más actores.
Los Ecologistas
Resulta difícil homogeneizar bajo el término ecologista a todas las personas interesadas en la conservación del lobo. Pero es claro que en el conflicto se manifiesta que existe un enfrentamientoentre ganaderos y ecologistas, estos últimos como defensores de lo lobos.
Y efectivamente, la defensa del lobo es un derecho social totalmente legítimo, tanto que lo ampara nuestra Constitución Española, el derecho y el deber de conservar la naturaleza. Y los lobos sonparte de ese patrimonio natural al que alude nuestra Constitución.
Lobo Marley, es una de las organizaciones que más ha destacado por la defensa del lobo en los últimos meses
Pero también, de igual manera que en el ámbito ganadero no existe una circunstancia homogénea para aceptar los daños de los lobos, en el ecologista tampoco para defenderlos, convirtiéndose el discurso conservacionista del lobo en un elenco de manifestaciones y criterios diversos que van desde el mas cerrado radicalismo conservacionista, hasta las posturas más moderadas que tratan de consensuar criterios que aboquen a un entendimiento.
Indica esto que existe de veras tal enfrentamiento. Es posible que muchos ciudadanos así lo aprecien, pero lo que es evidente que las posturas más antagónicas, las del ámbito ganadero radical que también existe, alimentado muchas veces por intereses partidistas, grupos políticos, sindicatos, etc. se confrontan con el radicalismo ecologista, impidiendo que afloren aquellos aspectos más sensatos que podrían llevar sino a solucionar el conflicto, sí a suavizarlo, trasladando criterios válidos de gestión a quien de verdad le pertenece conseguir la solución del conflicto que es la Administración.
¿Quién general en realidad el conflicto?
La Administración
No se trata de echar la culpa a nadie así por que así. Pero es la Administración quien tiene, por competencias, la obligación de solucionar el conflicto.
El problema del lobo, como hemos dicho, no es nuevo , es histórico y por ello sería de suponer que el mismo debería de ser objeto de especial atención por parte de la Administración. Y sin embargo, esta atención, de manera generalizada, es patente únicamente cuando a su vez surge el conflicto de manera notoria ante la sociedad.
Es norma generalizada considerar que las administraciones tienen capacidad de gestión y de hacerlo correctamente en función del conocimiento que tenga, en este caso del lobo, de múltiples condicionantes, biológicos, ecológicos, sociales, económicos, etc.
Pero…¿tienen esos conocimiento?. Lamentablemente, España aún siendo un país con un extraordinario patrimonio biológico, el conocimiento de múltiples aspectos de la biodiversidad no están relacionados con la Administración.
Con el lobo se cumple la norma a rajatabla. Un muy escaso conocimiento de la especie lleva a las administraciones a gestionar en función de la presión que exista y el alcance de conflicto creado. Así que se matarán o protegerán no en función de condicionantes ecológicos o criterios de sostenibilidad, si no para satisfacer aquellas demandas que posean mayor fuerza.
Ha tocado matar lobos, bajo el modelo de gestión actual, generalizado para casi todas las administraciones. Hay muchos, superpoblación, matanzas indiscriminadas amparadas bajo supuestos criterios técnicos que nadie conoce. Pero ningún modelo de gestión ajustado a otros requerimientos que además de garantizar la conservación de las poblaciones de lobos, generen una menor presión ganadera.
Aspectos como el control fraudulento de pago de daños, sería lógico en momentos de poca disponibilidad de recursos económicos, ahorrando dinero al no pagar fraudes para mejorar las compensaciones de quienes si se ven afectados por el lobo.
Más lógico aún, aplicar en las zonas loberas en nuevo Reglamento Comunitario que permite recuperar las carroñas en áreas habitada por esta especie.
¿Por qué no se aplica?. Desinterés quizás, aunque no parece lógico, valorando que también la Administración se ve inmersa en el conflicto. Más bien, lo que sale a relucir es la verdadera situación de las administraciones vinculadas con la conservación del medio ambiente : su precariedad tanto en capacidad técnica de trabajo como de conocimientos.
Existe una tendencia sometida al control político de demostrar ante la sociedad la capacidad que posee una administración para gestionar los recursos públicos y cuando surge un conflicto de la dimensión del surgido con el tema del lobo se evidencia la nula capacidad por resolverlo en función de la complejidad que alcaza la situación.
Por tanto, la Administración tiende a gestionar basándose en dos premisas fundamentales, o protegemos todo, o lo matamos todo. Es obvio que tanto una como la otra tendencia solamente sirve para avivar aún más la llama del conflicto sin solucionarlo. |