Las ovejas, a la baja por el lobo

Los continuos ataques que sufren los animales merman su venta en la feria de Santa Lucía de Posada, en la que triunfan las cabras y los cabritos.

Tino Ruenes con sus ovejas.

Tino Ruenes con sus ovejas. E, G, Cea

Posada (Llanes), Emilio G.CEA La llanisca localidad de Posada celebró en la jornada de ayer por todo lo alto la tradicional feria de Santa Lucía, que congregó en la finca de la Rectoral a cientos de personas y más de quinientas cabezas de ganado entre cabras, ovejas y castrones. Las cabras se vendieron a una media de entre 70 y 80 euros y los cabritos, entre 60 y 70 euros. Las ventas de las ovejas se contaron con los dedos de las manos. Los continuos ataques del lobo a estos animales, hace que, según explican los ganaderos, «nadie mire por ellas».

Las únicas vacas de toda la feria que acudieron a la plaza de ganado cubierta (cuatro asturianas de los valles con sus correspondientes crías) las llevó el ganadero de Bricia, Santos Santoveña, todo un clásico de este evento. «El día que yo no venga, nadie traerá vacas. Las traigo para que la feria no se acabe. El año pasado traje veintisiete. Antes recuerdo que en este recinto no se entraba de la cantidad de vacas que venían», explicó mientras negociaba el precio «Amarilla».

Tras rechazar una oferta de «cuarenta mil duros» (200.000 de las antiguas pesetas) por un ternero, Santoveña logró vender a «Amarilla», una hermosa vaca preñada primeriza, por 3.000 euros. El comprador fue un ganadero de la localidad llanisca de Los Carriles. «El futuro de la ganadería lo veo oscuro. No hay nadie que venga empujando por detrás. La gente ni quiere vacas ni las entiende», señaló mientras varias personas destacaron a su alrededor la categoría de su ganado. «Vacas las puede tener cualquiera, pero saber llevarlas y cuidarlas bien pocos», subrayó.

Desde Belmonte de Pría Daniel Cueto acudió al evento con tres cabritas, dos cabritos y un hermoso castrón negro por el que pidió 900 euros.

La cita con la feria de Santa Lucia es ineludible para él. «Vengo desde que tenía 3 años. Todos los años pido el día en el trabajo para no faltar», aseguró. Cueto vendió tres cabritas y uno de los cabritos a ochenta euros por cabeza. «Desde que era crío tengo rebaño. Ahora tengo también vacas y caballos, pero no me dedico a ello. Hoy en día no se puede vivir de esto», aseguró.

Jorge Asprón, de Bobia de Onís, se hizo en la feria con una cabra mantrina de cuatro años que destinará a la crianza por ciento setenta euros. «He venido a dar una vuelta y me di un capricho», dijo instantes después de cerrar la adquisición. Ganadero de profesión, con la leche que saca de su rebaño de 140 cabras y 100 ovejas produce queso gamonéu. «Soy un asiduo a esta feria, a la de Sellaño y a la de Arenas de Cabrales», indicó.

Doce ovejas de raza carranzana y un macho fueron los animales que Tito Ruenes Celoriu, del barrio de Frieras, en Posada la Vieja, llevó a la feria. «De momento no vendí ninguna, pero hay muy buen ambiente y mucho ganado, más que otros años», explicó mientras un ganadero apuntilló: «Se ve muy poco dinero hoy por aquí».

«Hay que seguir luchando por esta profesión y animar a la gente a que continúe con las tradiciones para que no se pierdan. El ganado, además, sirve para mantener los montes, las fincas y el paisaje cuidado», explicó.

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