«Quieren mantenerlo, pero a costa de nuestros animales».

Protegen al lobo, pero ¿y nuestra protección?», se pregunta Carmen Tomás Rojo tras perder a catorce ovejas en un solo ataque

 

«Los ganaderos tenemos problemas. Se vende un cordero al mismo precio que hace quince años. Pero como el lobo ninguno. Piensas que tienes algo y no tienes nada». Quien firma estas palabras es la ganadera Carmen Tomás Rojo, una mujer de Onís que ha pasado toda su vida ligada al campo y a la que el pasado domingo, día 8, los lobos le mataron a catorce de sus 140 ovejas, dejando a otras 24 heridas y a tres más, desaparecidas.

Su caso es paradigmático. El día del ataque decidió sumarse a sus compañeros y participar en la manifestación que se celebró para reclamar medidas contra el lobo. Una jornada de reivindicación pero también de descanso coincidiendo con la celebración del Día de Asturias. «Queríamos ir a comer a Covadonga», explica.

Para cumplir con los planes, decidieron dejar a su rebaño de ovejas en el monte durante la noche del sábado y la jornada del domingo. No había tiempo de recogerlas y volver a soltarlas. «Y mira cuál fue mi premio», dice.

Tras el zarpazo, Carmen Tomás Rojo ha vuelto a la rutina. Se levanta a las seis de la mañana y media hora más tarde ya va en su coche camino del cerco donde habitualmente duermen sus ovejas, a unos diez kilómetros de su casa. Un kilómetro más a pie, ya acompañada de los animales, para que estos lleguen a la zona de pastos, donde pasan el día. Monte arriba, también a pie, se encuentra todas las mañanas con sus cerca de 80 cabras, que pasan largos períodos en el monte acompañadas de una mastina.

Vuelta a casa a las diez, una hora para hacer la comida y nueva partida para trabajar la hierba. Comida familiar a las tres y a las cuatro, nueva marcha con el mismo objetivo. A eso de las ocho, con doce horas de trabajo en la espalda, toca subir al monte para volver a recoger a las ovejas. «Llegas a casa a las diez, cenas y ya no te queda mucha gana de fiesta».

El ritmo de trabajo fatiga, pero lo que verdaderamente agota a esta mujer es vivir con la incertidumbre que le generan los ataques de los lobos. «El daño moral es mayor que el económico. A las ovejas heridas yo no puedo dejarlas morir. Mis animales son como hijos», explica esta mujer que hace «seis u ocho años» perdió otras 19 cabras por un suceso similar.

«Hasta hace poco más de un año, el Principado pagaba pronto, pero ahora, con la crisis, se retrasa más. En Nochebuena me debían más de 5.000 euros», añade.

Después de la muerte de sus ovejas, de especular con cuántas de las heridas sobrevivirán a pesar de los cuidados del veterinario, esta ganadera sólo espera una cosa del Principado: «Que nos escuchen. Ellos quieren mantener al lobo, pero a costa de nuestros animales. Si los quieren, que los mantengan ellos», reclama.

Fuente noticia.

 

«Quieren mantenerlo, pero a costa de nuestros animales»

Carmen Tomás, con una de sus ovejas heridas por el lobo. :: N. A.