Trasiego de osos en Liébana

El núcleo osuno del este de la Cordillera, a punto de extinguirse en los años noventa, comienza a dar muestras de recuperación y supera los 30 individuos.

Trasiego de osos en Liébana

Una madre con su cría de segundo año en Pesaguero / Imágenes tomadas por la FOP

Deambulan con sus cachorros por los bosques de Liébana, donde han pasado el otoño atraídas por la abundancia de hayucos y después de haberse saciado en verano de frutos de pudios en la Montaña Palentina y en el oriente leonés. Son tres osas con crías y quizá no tarde en asomar por la zona una cuarta hembra que en agosto se movió con sus dos oseznos entre los montes de Campoo y Palencia. A estas cuatro madres con siete crías (aunque una perdió un cachorro) podría sumarse un quinto grupo familiar de cuya presencia hay indicios en la Montaña Palentina. Los avistamientos de los patrulleros de la Fundación Oso Pardo (FOP) son esperanzadores para la subpoblación oriental, que estuvo al borde de la extinción y comienza a dar señales de recuperación.

Los censos para conocer la evolución de la población osuna se limitan a las hembras con crías porque son los únicos fiables. Los osos son muy difíciles de distinguir unos de otros y más aún en el caso de los machos, que son grandes viajeros. Las osas demuestran mayor querencia por un territorio y, además, son fáciles de identificar en compañía de sus cachorros, ya que siempre hay alguno más claro, otro muy oscuro, uno con una mancha en el lomo o en el cuello. Se trata de establecer el número mínimo seguro de osas diferentes que han tenido crías cada año, aunque el censo no se cierra hasta la primavera del siguiente, cuando los oseznos se independizan.

Las anotaciones las hacen los patrulleros de la FOP en colaboración con otras organizaciones y con los agentes de las guarderías ambientales de Galicia, Asturias, Castilla y León y Cantabria. Los datos se obtienen después de horas y horas de búsqueda, espera y paciente observación con prismáticos y telescopios. En Liébana, la tarea corre a cargo de la Patrulla Oso formada por Elsa Sánchez y Vicente Vilda, ambos lebaniegos.

Atraídos por los hayucos

«En las últimas semanas, el trasiego de osos en Liébana ha sido llamativo y al menos tres de las cuatro familias de osas con crías que se han localizado en la subpoblación oriental están ahora engordando con los hayucos. Este año no hay bellotas en los robledales, después de la espectacular cosecha de la temporada anterior. Sin embargo, las hayas han tenido una espléndida producción de nutritivos frutos, y esto es muy evidente en los hayedos de Liébana», explica Guillermo Palomero, presidente de la FOP.

El oso pardo cantábrico está dividido en dos subpoblaciones separadas entre sí. La occidental abarca desde los Ancares de Lugo y de León hasta la zona central de la Cordillera, entre León y Asturias. La subpoblación oriental engloba la Montaña Palentina, la Montaña Oriental Leonesa, los montes cántabros de Campoo de Suso, Polaciones y Liébana y parte del oriente asturiano.

La colonia occidental de osos, aunque en peligro de extinción, ya no está en situación crítica, progresa y se calcula que la integran 180 individuos. En 2012 se batió un nuevo récord de madres, con 29 osas y 56 oseznos en este sector. Nada que ver con las ocho hembras con crías de 2001, 2002 y 2003 o con las tres de 1994.

La más amenazada

La subpoblación osuna oriental, a la que pertenece Cantabria, es «una de las más pequeñas, amenazadas y con menor variabilidad genética de Europa», según subraya la FOP. Estuvo «en riesgo altísimo de desaparición» en los años noventa, pero la situación mejoró en la década siguiente. Tras un largo periodo de estancamiento con dos o tres hembras con crías por temporada, a partir de 2011 se censan ya cuatro madres al año que en 2013 incluso podrían llegar a cinco. Este sector «seguramente supera ya los 30 osos».

Entre los osos del este de la Cordillera las hembras son escasas, hay problemas de consanguinidad y el número de oseznos por camada es bajo. Un factor que en opinión de la FOP ha influido, «sin duda», en la recuperación de la especie es «la mejora de la conectividad entre las dos subpoblaciones cantábricas. Son cada vez más los datos de machos que atraviesan el corredor que las separa». En 2008 se demostró con pruebas genéticas que una camada había nacido de un padre occidental y una madre oriental. La FOP colabora en la detección y limpieza de túneles y otros puntos de fuga que permiten a los machos atravesar las barreras de autopistas y vías de tren. Además, organiza plantaciones de frutales que garanticen el sustento del oso pardo: 329 voluntarios han incorporado a los montes oseros de Liébana 1.618 cerezos y manzanos.

La FOP abrió una Casa del Oso en Liébana en julio de 2012, por la que ya han pasado 15.000 visitantes. Su cometido es representar y divulgar la forma de vida del oso pardo y su relación con los humanos. Además, mantiene programas para fomentar entre escolares y profesores comportamientos positivos hacia la conservación de las especies amenazadas.

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