Han pasado ya siete años desde que murió un joven lobo al que los biólogos que lo radiomarcaron bautizaron como Marley. Su asesinato constituyó un punto de inflexión para la paciencia de los conservacionistas de toda España. Fue la gota que colmó un vaso lleno de indignación por la persecución a la que la especie estaba sometida desde siempre.
El Parque Nacional de Picos de Europa pagó en 2010-2011 más de medio millón de euros, mediante adjudicación directa (es decir, sin concurso público), a las empresas ARENA S.L. y Grupo TRAGSA, para realizar diversos estudios sobre el lobo en el Parque Nacional. Los biólogos de esta empresa, confirmaron la presencia de un grupo reproductor de lobos que crió en 2011 en la zona de Cabrales-Tresviso. En 2010, este grupo no pudo criar debido a que las diferentes administraciones de la zona (Principado de Asturias y Gobierno de Cantabria) hacían sus propios controles, incidiendo ambos mortalmente sobre esta misma manada. En 2009, además, ya habían matado en Cabrales una hembra reproductora. Aquella primavera de 2011 nacía, al fin, una camada en la manada de Cabrales-Tresviso. Había venido al mundo el lobo Marley.
«Sólo en el Parque Nacional se mataron oficialmente 16 lobos de los diferentes grupos en el periodo 2011-2012.
A estos habría que añadir los matados furtivamente»
LOS DÍAS FELICES DE MARLEY… Y LA CAPTURA
El cachorro estaba echado, en silencio, entre el denso verdor de los helechos, muy cerca de la confortable cama de tierra y hoja donde había nacido tres meses atrás, escuchando los sonidos de la naturaleza, aquellos con los que había crecido y que formaban parte de su único mundo, en el macizo oriental de Picos de Europa. Pronto caería la tarde e iniciarían una noche más de correrías por los bosques. Cerca del crepúsculo, todo el grupo comenzó a activarse y a saludarse amistosamente. Bajo el cielo estrellado, aullaron juntos. Él también lo hizo, feliz, intentando emitir, sin conseguirlo, los hondos y prolongados aullidos de sus padres.
Los biólogos de la empresa ARENA, a través del estudio de aquellos aullidos, que detectaban a larga distancia y grababan con tecnología punta, identificaron cinco lobos en este grupo en agosto de 2011, de los que, al menos uno, era un cachorro.
Tras muchas noches de intentos, la del 29 de septiembre fue capturado un cachorro mediante trampeo. El lazo atrapó su pata y, aunque luchó por liberarse durante toda la noche, no lo consiguió. Fue entonces cuando vio por vez primera al hombre. Estaba aterrado pero enseguida cayó dormido en un sueño profundo. Había sido anestesiado.
Se le asignó el número 519 y el código PNPE03 y se le bautizó como Marley robándole así su identidad salvaje que es la de lo imaginario y enigmático. Tenía entonces 4 o 5 meses (en la foto, anestesiado, se aprecian los colmillos de leche). Había nacido esa primavera en la montaña y estaba saboreando la vida. Posiblemente, el que aullaba con voz infantil en las noches del macizo de Ándara, era Marley. En su primer encuentro con los humanos, quedó marcado para siempre con un incómodo y pesado collar GPS-GSM, con el que pudieron seguirle hasta que acabaron con su fugaz vida. El collar de Marley sirvió para saber siempre dónde se encontraba y cuáles eran los movimientos de su familia, lo que fue utilizado después para su asesinato. Al menos, así descubrieron que los movimientos de los lobos son tan amplios que llevaban a la confusión haciendo creer que había varios grupos en vez de uno y más lobos de los que realmente eran.
El 27 octubre, un mes después de la captura y radiomarcaje de Marley, el Parque Nacional mató dos lobos de este mismo grupo familiar en un «control poblacional» -uno de los cuales no pudo ser “cobrado” (término de la jerga cazadora y aún utilizado por la Administración y que significa que fue herido de muerte pero que huyó, tras lo cual no encontraron su cadáver), y el otro era un cachorro muy sano. Sospechamos que ambos eran hermanos de camada de Marley que, en esta ocasión, debió librar por los pelos, ya que la Dirección del Parque Nacional intentaba impedir que este grupo de Cabrales se llegase a asentar reduciéndolo al máximo de forma completamente arbitraria y sin tomar precauciones ni siquiera para abatir al ejemplar radiomarcado, como más adelante se demostró.
NACIDO EN UN PARAÍSO INFERNAL
Marley, en los meses siguientes, convertido en un joven en pre-dispersión, se movió por el macizo de Ándara, dentro y fuera de los límites del Parque Nacional, en el Principado de Asturias y en Cantabria, explorando un área de 200 km2. Resignado a portar aquél collar como un perro que llevase un grillete de hierro, al menos disfrutó en aquellos meses juveniles de las carreras por las laderas, del olor de los corzos a los que persiguió por los bosques, de los juegos con su hermana, de los silencios de la noche, de los aires de las montañas, del susurro de los arroyos… como todos los lobos, saboreó la vida cuando pudo.
Se daba una situación inaudita para la familia de Marley: cada vez que cruzaban una frontera regional o política, su estatus cambiaba. Por la mañana, podían ser especie teóricamente «protegida» y sujeta a matanza con la excusa de lo que erróneamente se denomina «control poblacional» en Asturias y, por la tarde, podían convertirse directamente en especie cinegética y ejecutable por cazadores vulgares en Cantabria. Sufría la triple presión de los controles llevados a cabo por el Parque Nacional, por el Principado de Asturias fuera de dicho Parque, y por el Gobierno de Cantabria y la ley de Caza de Cantabria en esos territorios. Cabrales (Asturias) y Cillorigo de Liébana (Cantabria) están ocupados por una fuerte carga ganadera, con mucho ganado pastando libre sin protección. La presión que los ganaderos ejercen sobre la dirección del Parque y los políticos autonómicos, hace que los lobos sufran una persecución constante en forma de controles autorizados anualmente por los directores del Parque.
Cuatro equipos de guardería de diferentes lugares (Principado de Asturias, Gobierno de Cantabria, Parque Nacional de ambas comunidades, dirigidos por ARENA…) realizaban seguimientos paralelos de forma descoordinada, y se contabilizaba este grupo, por lo visto, como si fueran tres grupos diferentes. Ajenos a las cosas humanas, la familia de lobos hacía su vida normal recorriendo, como se pudo determinar, muchísimos kilómetros diarios por estos parajes.
CON EL HOMBRE A LOS TALONES
Los biólogos de ARENA identificaron a Marley a partir de ADN en Cabrales en el mes de abril de 2012. El bueno de Marley seguía moviéndose por aquellos territorios donde los ganaderos, y gran parte de la población local aún hoy sienten odio cultural y acérrimo hacia el lobo. Su collar GPS envió más de 5.000 posiciones que dieron valiosa información sobre lo que los lobos hacían a pesar de pasar bastantes días en zonas sin cobertura para la emisión de datos del collar.
El 17 de mayo de 2012, el Gobierno cántabro organizó una batida multitudinaria junto con el Parque Nacional para matar lobos al estilo medieval. Estas batidas son muy frecuentes y se celebran periódicamente en primavera y otoño de forma clandestina para ocultar a la opinión pública la matanza de lobos en un Parque Nacional. En aquella batida participaron como cazadores vecinos de Bejes y Cillorigo de Liébana, guardas del Parque y del Gobierno de Cantabria ajenos al Parque y un número indeterminado de voluntarios como batidores para espantar a la fauna y dirigirla a los tiradores. En esa batida, fue asesinado un lobo adulto de la manada de Cabrales-Tresviso, fuera de los límites del Parque. Aquél lobo probablemente era el padre de Marley.
El 9 de julio parece ser que los técnicos de ARENA dejaron de recibir posiciones del collar GPS. Ese mismo día, casualmente, emitieron un informe, al parecer a petición del Parque Nacional, sobre posibles actuaciones de control poblacional. En dicho informe, los responsables de esta empresa dicen que los controles son una herramienta de gestión para atenuar la tensión social por los daños al ganado y para mantener la población de lobos a unos niveles establecidos según las directrices de gestión que se consideren oportunas, recomendando que no se realicen antes de agosto para evitar matar una hembra reproductora. También dice que se puede estimar necesario un control en este grupo pero recuerdan que en 2011 ya se habían matado tres lobos. Y que si se toma la decisión, que se haga de inmediato para evitar daños al ganado y/o que aumente el malestar entre los ganaderos.
Al día siguiente, 10 julio, el director del Parque Nacional, Rodrigo Suárez Robledano, impaciente, lo comunicaba a los gobiernos de Cantabria y Principado de Asturias: ¡Los controles mediante caza de lobos son inminentes!.
LA INJUSTIFICACIÓN
El 24 de julio, la Dirección del Parque Nacional presentaba los datos oficiales de todo el Parque durante 2012. Decía el informe que había habido tan solo 40 bajas por lobo (11 ovejas, 5 corderos, 7 cabras, 4 cabritos, 7 terneras y 6 potros). No eran daños significativos y correspondían a las 67.455 hectáreas de todo el Parque Nacional, que sufre una tremenda carga ganadera de miles de reses pastando en extensivo y sin vigilancia. En ese año 2011, sólo en la parte asturiana del Parque había casi 10.000 vacas, 2500 ovejas y más de 3200 cabras.
En el Parque, 25.000 cabezas de ganado subvencionado pastaba en extensivo, de donde salen las carnes y quesos como los de Gamonéu, de Liébana, Picón, Cabrales, Valdeón, Peñamellera, Los Beyos y otros. Para evitar daños, se donaron cercados electrificados a los ganaderos de Cabrales-Tresviso, pero sólo un ganadero lo usaba regularmente según informe. Y ello, a pesar de que dentro de los cercados no se produjeron daños en ningún caso.
También dejaron constancia de que el 75,8% de las presas del grupo de lobos de Cabrales-Tresviso eran jabalí y corzo, y sólo el 34,2% era ganado a pesar de su amplísima disponibilidad por todo el territorio. El collar de Marley evidenció que, de hecho, el grupo buscaba permanecer sobre todo en el interior de los bosques, justamente donde, según el informe, no había ganado puesto que buscaba los pastos. Tampoco había aumentado la población de lobos del Parque como consta en los propios informes técnicos del Parque Nacional (los de ARENA), en los que consta literalmente:
«El hecho de que en una zona como el Parque Nacional de Picos de Europa se reproduzcan varias manadas de lobos de forma continuada en el tiempo, no implica, obviamente, un aumento ilimitado del número de lobos en el Parque. Como ya hemos visto, dentro del Parque Nacional se han localizado entre 4 y 5 manadas de lobos en los últimos años, con 6 en los últimos seguimientos. Es muy improbable que en años siguientes se detecten más manadas de lobos, además de las conocidas. La organización social de los lobos y su marcado carácter territorial hacen que el número de manadas que pueden existir en una zona concreta sea limitado«.
Y más aún, añade: «sus poblaciones se regulan de modo intraespecífico por medio de la territorialidad, produciéndose la muerte por luchas con lobos de otros grupos, enfermedades o por falta de comida» o «se ha descrito que la mortalidad de lobos puede tener efectos en la organización social de las manadas, tamaños de territorios, reproducción de las manadas, etc»
El 25 de julio se celebró en Lagos el Día del Pastor, una fiesta anual a la que acuden alcaldes, políticos, ganaderos y aquellos que autorizan las muertes de lobos. Lo que no hay, irónicamente, son pastores. Allí, un «tribunal» ganadero culpó al lobo de todas las calamidades de la industria ganadera, reeligieron al Regidor de Pastos, que con tremenda virulencia exigió el exterminio del lobo, y los responsables del Parque Nacional dieron su confianza al grupo de «Con lobos no hay paraíso», que fueron el centro de atención y corearon su grito de guerra: «Cero lobos». Esto sucedía en un Parque Nacional.
El 26 de julio, los técnicos de ARENA confirmaron que la batería del collar de Marley se había agotado y que, por ese motivo, no recibían posiciones desde el día 9. Activaron el mecanismo de suelta del collar para recuperarlo pero no funcionó. Durante varias semanas intentaron recuperar el collar sin éxito. ¿Seguiría siendo valioso para los gestores del Parque Nacional o, por el contrario, la vida “útil” de este joven lobo había terminado?
SENTENCIA DE MUERTE
En el informe de ARENA ponía literalmente:
«Se ha detectado una correlación significativa entre los controles realizados entre otoño, invierno y primavera y los daños que se producen en el verano tras la realización de los controles. Sin embargo, esta correlación es positiva, es decir, a la vista de los datos, los años en los que se hacen más controles en el Parque Nacional antes de la época de subir el ganado a los pastos, se producen más daños en ese verano siguiente«.
Pero no importaba, porque, en realidad, los lobos se matan principalmente para obtener votos. Desoyendo las recomendaciones técnicas, los datos del informe, y para obtener réditos electorales ante las presiones de una parte importante del sector ganadero, que pedía la desaparición del lobo de “su” zona de Picos de Europa (a pesar de recibir subvenciones con compromisos medioambientales), el 1 de agosto de 2012 el codirector del Parque Nacional por Asturias, Rodrigo Suárez Robledano, firmó una Resolución para matar seis lobos de dos grupos familiares con método de rececho: la sentencia de muerte para Marley.
La Resolución no se hizo pública (al igual que todas las emitidas por el Parque Nacional para matar lobos u otra fauna),con la finalidad de ocultar estos controles a la opinión pública y para que no pudiera ser recurrida (lo cual es ilegal). Todo un ejemplo de prevaricación. Además, la ejecución de los lobos se comenzó a los pocos días sin respetar el plazo legal de recurso de un mes (otra ilegalidad impune), tiempo en el que, de haber sido publicada acorde a la legalidad, podría haber sido recurrida.
El director del Parque justificó los controles en base a «la evolución de la población de lobos», «la evolución de los daños» y «el contenido del informe de ARENA del 9/julio sobre conveniencia de los controles» y fundamentó su derecho a autorizarlos porque, dijo que la Ley de Parques Nacionales cuenta con excepciones para realizar controles de acuerdo con objetivos determinados por el PRUG o Plan Rector de Uso y Gestión (aunque curiosamente el Parque no tenía dicho PRUG y sigue sin contar con este instrumento fundamental de gestión que debería sentar la normativa de lo que se puede o no autorizar en el Parque). También justificó su decisión porque, según la guardería (que a menudo son también ganaderos y cazadores) han detectado anormalidades del comportamiento en los lobos como ataques en interiores de núcleos urbanos (no comprobado y sospechosamente falso), y singulares enfrentamientos con mastines en actitud no habitual (sin datos y sospechosamente falso), etc (el etcétera no sabemos qué significa).
Días después de firmarse la sentencia de muerte, las grabaciones de aullidos de los técnicos de ARENA identificaron al menos tres lobos y un cachorro en el grupo de Cabrales-Tresviso. El collar GPS había servido para tener localizado al grupo y conocer sus movimientos y hábitos. Esta información sería fundamental para la Dirección del Parque Nacional, quien iba a organizar el día, la hora y el lugar de la ejecución. Sabían dónde se encontraban Marley y su familia, y también por dónde podían moverse. El collar y el estudio fue, para Marley y toda su familia, una traición letal.
El 20 de agosto, el director del Parque Nacional, Rodrigo Suárez Robledano, firmaba otra autorización -complementaria a la Resolución anterior- para la muerte de dos lobos de este grupo con la posibilidad de un tercero si pertenecía a otro grupo. La autorización no sólo no fue publicada sino que se ejecutó con urgencia -al día siguiente- y con un salvaje y dañino método que recuerda a hace más de un siglo: la batida multitudinaria con gente de los pueblos (algo que es ilegal). Además, el director del Parque Nacional autorizaba métodos de caza prohibidos, como el uso de cebaderos e iluminación nocturna. Excepcionalmente, decía, autorizaba la batida, pero, al día siguiente, la batida estaba perfectamente organizada (otro claro ejemplo de prevaricación). Ocho guardas del Parque Nacional, tres guardas del Gobierno de Cantabria y ocho cazadores locales de Liébana hicieron de tiradores. Aunque petardos, cohetes y bocinas estaban prohibidos, algo se usó por parte de los batidores, que eran vecinos de la zona junto con guardas y personal del Parque Nacional y del Gobierno de Cantabria.
DESENLACE FINAL
Las correrías arriba y abajo por las laderas del monte, los olores a bosque y brezo, los aullidos en las noches silenciosas de la montaña… toda esta vida que Marley estaba empezando a saborear y su futuro de aventuras en libertad como lobo dispersante, se terminó de un disparo el día 21 de agosto de 2012, cuando apenas tenía poco más de un año de edad. Aquella mañana estaba encamado, tras una noche más de correrías por la montaña en las cercanías de la Sierra de la Corta, en el macizo de Ándara de los Picos de Europa, junto a su hermana de camada, disfrutando del silencio de los hayedos, ambos ajenos a la muerte.
Aunque la Resolución expresaba que los controles se harían principalmente mediante rececho, se montó una batida multitudinaria, al estilo Medievo. Al amanecer estaba todo preparado. Bien sabían dónde estaban los lobos. La dirección del Parque conocía cada uno de sus movimientos. Había muchos hombres armados y otros muchos que iban a batir el monte público, en el que cualquiera de nosotros podría haber estado paseando con todo el derecho. Cazadores locales armados montaron una «línea de fuego» cerrando la sierra. Los guardas armados montaron otra línea de muerte cerrando otra zona. Hacia ambas iba a ser empujado todo animal que saliera huyendo de la línea de batidores formada por personal del Parque, mas vecinos relacionados con la ganadería y la caza, y guardas cántabros (todo ello ilegal). Nada sabíamos porque nos lo ocultaron todo.
Comenzaron a batir el monte, gritando y armando jaleo. Durante la mañana no tuvieron éxito, pero al llegar a los pies de la Sierra de la Corta levantaron al lobo, que era Marley que, aterrado, huyó por el monte como un fantasma. Lo fueron empujando, con sus vociferíos, avanzando implacables, hacia las líneas de los tiradores locales, colocados en los montes de la sierra. A las 13.30, un vecino de Pendes, ganadero y cazador habitual, disparó y quitó la vida a Marley, que cayó fulminado. Poco importó que llevara un collar de radiomarcaje. Tampoco esto importó a los agentes de la autoridad que participaban en esta salvajada, ni al director del Parque que lo coordinaba y no detuvo la cacería en ese momento.
Con Marley iba una loba, su hermana de camada -posiblemente la única que le quedaba puesto que otros dos hermanos habían sido abatidos en octubre 2011- que minutos después fue avistada por otro cazador de Bejes, que la apuntó con su rifle y le descerrajó un disparo que la hirió terriblemente, quedando su pata trasera totalmente destrozada y con el fémur fuera del cuerpo. Impasible, le debió asestar otro tiro en las costillas. La loba, cuyo hermano acababa de caer fulminado, siguió huyendo a duras penas, con terrible dolor, luchando por la poca vida que le habían dejado, y fue encontrada muerta diez minutos después por sus verdugos de aquellas zonas queseras, ganaderas, aún hoy ahítas de odio…
Terrible final para aquellos dos lobos subadultos llenos de vida, aquellas dos joyas inocentes de nuestra naturaleza que murieron por el odio de los vecinos, la falta de profesionalidad de los empleados públicos que pagamos para que protejan nuestra fauna y por el miserable voto de los políticos codiciosos.
El cuerpo del lobo Marley yace sin vida en el Centro de Visitantes
Aún aquellos verdugos iban a cometer una abominable atrocidad. Los dos cuerpos inertes, sin la vida de la que estuvieron llenos hasta un rato antes, sin futuro, esas dos joyas que fueron vivientes para la Biodiversidad de los que la amamos y de las generaciones futuras, fueron llevados al Centro de Visitantes del Parque Nacional en Sotama, en Cillórigo de Liébana, donde quedaron depositados. Aunque la opinión pública creería que este centro es para educación ambiental y que los guardas son para cuidar de la vida salvaje, en Picos de Europa los guardas bajan con los dos lobos recién asesinados para colgar sus cuerpos nada menos que en el Centro de Visitantes, donde serían medidos y pesados por los técnicos de ARENA.
Dantesco y horrendo espectáculo el de unos guardas y unos técnicos, biólogos, pesando y midiendo estos lobos recién ejecutados a tiros, en un Centro de “sensibilización” ambiental y sabiendo que la dirección del Parque Nacional iba a organizarles de nuevo para repetir la matanza.
La noticia trascendió únicamente por el hecho de que Marley portaba su collar. Seguramente no hubiéramos sabido nada de sus muertes si no hubiera sido por esa circunstancia; esto mismo pasa con otros muchos lobos… que mueren silenciosa e impunemente mientras los máximos responsables de la administración en materia de conservación de la naturaleza, algunos de los que trabajan para dicha administración y muchos ganaderos y cazadores… hacen creer a la gente que «hay muchos lobos» o que «los controles son necesarios».
Pesan a la hermana de Marley. Obsérvese las dos heridas de su lado izquierdo. La pata destrozada, con el hueso que se salió del cuerpo. Imagínese el terrible dolor y la agonía que sufrió en aquellos diez minutos hasta su muerte. Y la herida a la altura de las costillas.
Pesan al lobo Marley mientras introducen en una bolsa a su hermana.
La vida de estos dos preciosos lobos ibéricos que corrían por los bosques de montaña de Picos terminó así para siempre.
Nos negamos a que su vida terminara así para siempre. Acogimos a Marley como un símbolo por todos los cientos de lobos que mueren anualmente en España ejecutados por cazadores, ganaderos y personal de la Administración. Nos cansamos de que, tras tres décadas intentándolo con el diálogo, nuestros lobos siguieran cayendo de esta inmunda forma. Dimos un puño sobre la mesa. Marley fue la gota que colmó el vaso.
OTRA LOBA RADIOMARCADA CAYÓ PRONTO
En octubre 2012, la dirección del Parque Nacional se vio obligada a suspender la ejecución de las resoluciones del 1 de agosto en las que autorizaba la muerte de seis lobos en el Parque Nacional, aunque ya había matado a tres (Marley y su hermana entre ellos). No obstante, a pesar de estar impugnadas las resoluciones, en noviembre, el director del Parque Nacional volvió a ordenar la muerte de otros dos lobos en Los Lagos. Esta orden fue paralizada también por un juez tras las denuncias de asociaciones ecologistas.
Inmediatamente después, era enero 2013, tan sólo tres meses después de morir Marley, cayó asesinada en el Portillo de la Reina una loba de apenas 8 meses de edad, también radiomarcada por ARENA. Se llamaba Naule y había sido radiomarcada poco después de muerto Marley. Digamos que fue la sustituta.
Como si la trágica ejecución de Marley no hubiera sido suficiente, la nefasta gestión del lobo en Picos de Europa, en Asturias, en Cantabria, en Castilla y León, continuó sacrificando lobos.
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Referencias para complementar:
–Asturias, infierno natural del lobo. Abril 2014
–La ciencia habla. Razones por las que matar lobos es contraproducente. Nov 2018
–La ciencia habla. Matar lobos aumenta los daños en explotaciones cercanas. Nov 2018
–Reflexiones de ecología. Los controles de lobos conllevan consecuencias graves. Oct 2018
–Infierno en el paraíso… Asturias, vergüenza mundial. Mayo 2013
–Los controles de lobos aumentan los daños y el furtivismo. Sept 2016
Equipo de Lobo Marley
21 de agosto de 2019