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SOÑAR CON LOBOS EN LA RED NATURA 2000

El pasado 18 de mayo tuve la fortuna de asistir al preestreno de “Las Estaciones” en la Academia de Cine de Madrid. Esta producción, apoyada por la Unión Europea, reflexiona sobre la historia de la fauna salvaje de nuestro continente, a través de imágenes obtenidas en parte en espacios de la red “Natura 2000”. Con una factura impecable y una estética preciosista la película ofrece una experiencia envolvente, algo así como soñar con la naturaleza europea antes de que ésta fuese devastada por la acción humana. Esta obra constituye una excepcional herramienta de sensibilización si la maquinaria de la distribución cinematografica no la relega a un efímero paso por las pocas salas que la exhiban.

Varios equipos de filmación, bajo la dirección de los franceses Jacques Perrin y Jacques Cluzaud, trabajaron intensamente durante dos años para obtener unas imágenes que nada tienen que envidiar en espectacularidad a superproducciones de la BBC como “The Hunt” o “Life Story”. Pero hay algo sutilmente trágico en el modo en el que se ha tenido que realizar esta película. Mientras que las escenas de la BBC nos muestran la vida de los animales salvajes en su medio, tal objetivo era imposible cuando se trataba de filmar a los grandes carnívoros de Europa, como el lobo o el lince, y para “Las Estaciones” se optó por trabajar con animales entrenados. La fuente de información y de imágenes auténticas sobre la vida y el comportamiento del lobo en libertad siguen siendo las manadas del norte de Canadá o Yellowstone, pero cuando se trata de los lobos europeos, nos debemos conformar con tomas de animales cautivos que remedan la vida de sus parientes libres. ¿Por qué ha de ser esto así?

Hay quien piensa que no podemos observar a los grandes carnívoros en Europa porque nuestro continente está tan densamente poblado que estos animales viven lógicamente ocultos en zonas inaccesibles. Pero la mejor prueba de lo contrario la tenemos precisamente en un espacio de la Red Natura 2000 en España: la Sierra de la Culebra. En esta zona es posible llegar fácilmente al corazón del territorio del lobo ibérico, que dispone de enormes extensiones de territorio para vivir su vida sin entrar en conflicto con la población local. En esta parte de Zamora, que es prácticamente la zona más rica en lobos de la península, también es donde la conflictividad es menor, prácticamente nula de hecho. Sin embargo, los realizadores de “Las Estaciones” nunca habrían intentado filmar las imágenes de lobos de su película en este espacio, por la misma razón por la cual a los realizadores de “The Hunt” ni se les pasaría por la cabeza realizar aquí los segmentos sobre el lobo para su serie documental. ¿Por qué ocurre esto?. ¿Hay pocos lobos aquí?. No, su densidad se aproxima bastante a la natural. La verdadera razón por la que no se les puede filmar, ni tampoco se pueden realizar observaciones científicas directas sobre su comportamiento, es que estos animales viven bajo la continua amenaza de la escopeta.

En la presentación de la película, el director de “Capital Natural” de la Comisión Europea, Humberto Delgado, nos contó cómo los espacios de la Red Natura 2000 buscan conciliar la conservación con la actividad económica, y está claro que si hay una actividad económica con futuro en la Culebra es el ecoturismo. Sin embargo, la realidad es que un sector minoritario y anacrónico, concretamente el de la caza de trofeos, tiene bloqueada toda posibilidad de crecimiento de las actividades verdes en la zona. Al fin y al cabo, la compatibilidad entre la caza de trofeos y la obervación de un animal tan inteligente como el lobo sólo es posible en el papel. En la realidad, los lobos, que no son tontos, viven aterrorizados y saben muy bien que les va la vida en no dejarse ver. Y si algo nos ha enseñado la película “Las Estaciones” es que la empatía y la valorización de la fauna es algo que entra por los ojos.

Hoy en día las observaciones del lobo en España son lejanas e improbables. A traves de un telescopio lo vemos a enormes distancias y hacemos de la necesidad virtud convenciéndonos de que así no interferimos en su vida. Pero no nos engañemos: no es la presencia humana, al menos no la presencia del observador humano, lo que interfiere con la vida del lobo, sino una combinación de dos factores concretos: el miedo (inducido por la persecución) y la amenaza real de que el lobo al que observan unos se convierta en la víctima de otros al día siguiente.

El día en que en la Culebra se pueda ver a los lobos como se les ve en Yellowstone la evolución del empleo verde y de las actividades compatibles con la biodiversidad alcanzarán niveles hoy en día insopechados. Las nuevas generaciones de habitantes de la zona entonces mirarán atrás y verán nuestra época de dominio de las escopetas, los señoritos y las propinas como un mal sueño del pasado. Pero mientras llega o no llega ese momento, la gestión de la Red Natura 2000 tiene un importante desafío en sus manos. En el documental de la serie “Red Natura 2000” sobre la Sierra de la Culebra, emitido recientemente en TVE, vemos a un empresario del ecoturismo local diciendo literalmente: “El turismo de naturaleza puede ser una herramienta de conservación si desplaza a otros usos, como puede ser la caza”. Una gran verdad sin duda, pero en la actualidad, y bajo la influencia de los lobbies cinegéticos y de determinados sindicatos agroganaderos, se está intentando sembrar entre la población una actitud irracional en contra no ya sólo del lobo, sino de la fauna salvaje en su conjunto. En la medida en que tal actitud siga ganando terreno, la labor educativa de la Red Natura 2000, que tanto Humberto Delgado como Asunción Ruiz (directora de SEO Birdlife) destacaron en la presentación de la película, se puede considerar un rotundo fracaso. Si la gestión de la Red se sigue inhibiendo en bien de una pretendida equidistancia, se perderá toda oportunidad de conseguir realmente sus objetivos.

Tal vez en un futuro a medio plazo se pueda realizar una película con tomas reales de lobos filmados en la sierra de la Culebra, tan espectaculares como las que adornan “Las Estaciones”. Cuando eso ocurra, toda la comarca se estará beneficiando ya de la prosperidad propia de un modelo más moderno de convivencia con la biodiversidad. Mientras tanto, el lobo ibérico será, como los lobos europeos en general, un animal con el cual soñar, más que un animal al cual ver y experimentar. Por mi parte, y tal vez porque he tenido el privilegio de pasar muchas horas observando a los grandes carnívoros en libertad en otras latitudes, no me parece ni mucho menos satisfactorio que los intentos de avistar lobos en España terminen tan a menudo con la frase “otra vez será”. Se nos dice que es suficiente con saber que están ahí, y soñar con ellos. Yo invito a todos a ver “Las Estaciones” a partir de su estreno el 20 de Mayo y disfrutar de la experiencia de soñar con lobos, en un sueño con valores de producción de auténtico lujo. Pero cuando salgan de la película, consideren lo que su director Jacques Perrín, un conservacionista verdadero, nos indicó al final de la presentación: “La naturaleza de Europa necesita recuperarse, pero ello no va a ocurrir si no luchamos por ello”. Gracias monsieur Perrin. No podría estar más de acuerdo.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

¿HAY QUE CONTROLAR A LOS DEPREDADORES? UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA

Batallones Mauricio AntónHace nueve millones de años, lo que hoy es la comunidad de Madrid era como el Serengueti. Lo sabemos gracias a un maravilloso conjunto de yacimientos paleontológicos: el cerro de los Batallones, en Torrejón de Velasco. Desde hace un cuarto de siglo tengo el privilegio de colaborar con un equipo de científicos que están sacando a la luz un tesoro incomparable de información sobre la evolución de los ecosistemas y las faunas, y en particular de los grandes carnívoros. En aquel período, conocido como Mioceno, las praderas y bosques estaban habitados por una fauna espectacular que incluía, entre otros, caballos de tres dedos, rinocerontes, antílopes, jabalíes gigantescos, y mastodontes, semejantes a nuestros elefantes actuales pero armados con cuatro defensas. Pero ningún ecosistema está completo sin sus depredadores, y sobre éstos, los yacimientos de Batallones aportan una riqueza asombrosa de fósiles. Los legendarios “tigres de dientes de sable” eran los reyes de la sabana, pero compartían su entorno con una variedad de carnívoros tales como los imponentes “perros-oso” (conocidos por los paleontólogos como anficiónidos), mustélidos gigantes de la talla de un leopardo, osos verdaderos, hiénidos, y un largo etcétera.

 

El análisis de semejante riqueza fosilífera nos ha permitido publicar estudios científicos que han revolucionado a nivel mundial el estudio de la evolución de los carnívoros, pero el público español apenas conoce la existencia de este tesoro. Y esto es una pena porque todos tenemos derecho a conocer nuestro patrimonio paleontológico, que además tiene un potencial educativo enorme, sobre todo para desterrar conceptos trasnochados como el de la necesidad de “gestionar” a los grandes carnívoros actuales. Y es que a aquéllos que desde tal o cual rincón de la península dicen “aquí nunca hubo lobos” les resultaría ilustrativo conocer la verdadera historia de nuestra fauna. Los lobos, y muchos otros carnívoros, estaban aquí antes de que hubiese imaginarios helicópteros del Icona para soltarlos, mucho antes, de hecho, de que nuestra especie llegase a la península como lo que realmente somos: unos inmigrantes bastante recientes.

 

Los yacimientos de Batallones son los más importantes de Europa para el estudio de los carnívoros del Mioceno, pero nuestro registro fósil demuestra que su riqueza faunística no fue una excepción. Hay docenas de yacimientos en la península que confirman cómo esa riqueza se mantuvo, con sus lógicas fluctuaciones, casi hasta la actualidad. Ya en el Pleistoceno inferior, hace un millón de años, las primeras poblaciones de homínidos precedentes del Este llegaron a la península ibérica, y se encontraron un auténtico paraíso natural. Tres especies de homínidos llegaron en sucesivas oleadas: el Homo antecessor, el Homo heidelbergensis, y los famosos neandertales. Una vez aquí, nuestros antepasados convivieron con los “tigres de dientes de sable”, pero también con leones, hienas, osos, cuones y lobos. Todos ellos competían por una enorme variedad de presas, incluyendo caballos, rinocerontes, bisontes, cabras monteses, cérvidos y elefantes.

 

Los humanos modernos, Homo sapiens, somos los inmigrantes homínidos más recientes. Llegamos a Iberia hace “apenas” unos cuarenta mil años, en mitad de un severo período glacial, pero el clima gélido no impedía que la fauna mantuviese una riqueza que quitaba el aliento. Mamuts y rinocerontes lanudos, caballos, cérvidos, bisontes y uros galopaban por las estepas, bajo la mirada hambrienta de los leones, leopardos, hienas y, por supuesto, lobos. Aquellos primeros humanos modernos, conocidos por los antropólogos como “cromañones”, eran cazadores-recolectores, y se integraron a los ecosistemas ibéricos como una especie de depredador más. Con su tecnología superior y su compleja organización social, arrinconaron a los neandertales, que se extinguieron al cabo de unos pocos milenios. Pero tal vez el cambio más drástico en nuestra relación con el medio la marcó la llegada del neolítico, cuando las tribus de cazadores nómadas se convirtieron en agricultores y ganaderos sedentarios y se inició el proceso de “domesticación” de la naturaleza.

 

Con el paso de los milenios, los humanos rompimos el pacto de integración en la diversidad ibérica, y nos convertimos en colonizadores en toda regla, arrogándonos la hegemonía sobre todas las especies, y declarando la guerra abierta a los carnívoros. Por un lado los percibíamos como amenazas para el ganado, y por otro lado la caza como medio de subsistencia humana dejó paso a la caza por diversión, sobre todo para las clases dirigentes de la antigüedad, y al final hemos terminado tratando a las especies “cinegéticas” como un monocultivo más, eliminando a los depredadores del mismo modo que un agricultor fumiga sus tierras para eliminar las plagas de las cosechas. Estos son procesos esperables en una especie que se ha librado de muchos de los frenos que le imponía la ecología, y que da rienda suelta a sus impulsos de manera irreflexiva. Ni siquiera implican una actitud culpable. Pero a mediados del siglo XX empieza a insinuarse una naciente conciencia ecológica, y surge la necesidad de autojustificación para perpetuar la persecución contra los depredadores. Así se desarrolla la teoría de que los carnívoros necesitan ser controlados por el ser humano porque, si se les dejase, acabarían con las poblaciones de sus presas y arruinarían el equilibrio de la naturaleza. Esta idea peregrina se convirtió en una máxima entre los que buscaban hacer “ingeniería” con la naturaleza salvaje, y llevó a las autoridades de los parques nacionales de algunos países a erradicar a los depredadores para que sus presas viviesen mejor.

 

En la segunda mitad del siglo XX se sucedieron los estudios de campo concienzudos que demostraron el absurdo trágico de esas medidas de control de depredadores. Hoy sabemos que la acción de los carnívoros tiene efectos en cascada que benefician al ecosistema, repercutiendo en la salud de la vegetación y hasta del agua. Pero además, los datos de la paleontología nos dan la perspectiva histórica necesaria, mostrándonos que la biodiversidad actual no es más que un fotograma en la película de la evolución de la biosfera. Si sólo vemos el presente, nuestra percepción es plana porque nos falta la dimensión temporal. Ahora sabemos que la relación entre los carnívoros, los herbívoros y las plantas es parte de un proceso de coevolución que se desarrolla a lo largo de millones de años, y cuando la especie humana interfiere con estos procesos es como soltar un elefante en una cacharrería. El impacto de nuestras prácticas de tala y quema para dar prioridad absoluta a los pastos durante los últimos siglos ha desencadenado un proceso de desertización en la península cuyas consecuencias apenas estamos empezando a sufrir.

 

Ahora bien, la paleontología es una ciencia histórica, más que experimental, y cabe preguntarse: ¿sería posible realizar un experimento que demostrase las hipótesis basadas en el estudio del pasado? Podemos decir cuantas veces queramos que los espacios naturales de nuestra Europa podrían recuperar su salud, diversidad y productividad si dejásemos de intervenir y de “gestionarlos”, pero para demostrarlo sería necesario un experimento. Ahora bien, ese experimento ya se ha realizado, y en estas fechas está de actualidad: se llama Chernobyl, y durante sus 30 años de abandono lleva demostrando lo que ocurre cuando se deja a una amplia zona librada a los mecanismos y equilibrios de la naturaleza. Desde los bosques que, libres de la gestión forestal de los funcionarios soviéticos han recuperado una productividad asombrosa, hasta los lobos, que han regresado libremente a la zona y mantienen el equilibrio de una floreciente población de ungulados, el escenario de la peor catástrofe nuclear de la historia se ha convertido también en un gigantesco laboratorio en el que comprobar el funcionamiento de una naturaleza prácticamente prehistórica.

 

Así pues, sólo desde la ignorancia y la miopía se pude entender la “gestión” de la fauna que se realiza en nuestro país, donde en los cotos de caza se matan miles de carnívoros todos los años a mayor gloria de un pasatiempo anacrónico que esquilma el medio y retrasa la modernización de amplias regiones de España. Pero la complicidad de las administraciones con esa “extinción de alimañas” de tintes franquistas es un ejemplo de corrupción en toda regla, poniendo el patrimonio natural de todos en manos de unos analfabetos ambientales con la misma visión de futuro y solidaridad que los capos de la mafia siciliana. Por todo ello, querido lector, la proxima vez que oiga hablar de “control de depredadores” le invito a que recuerde dos lugares: Batallones y Chernobyl. El pasado prehistórico, el presente nuclear, y todo lo que ha ocurrido entre medias. Entonces sospechará que nos estamos jugando cosas más serias que el hobby cinegético de unos señoritos o la continuidad en el cargo de unos políticos cortos de miras. Estamos hablando del aire que respiramos, del agua que bebemos, y de la continuidad de los procesos de la biosfera que nos mantienen con vida. Que cada uno ponga las cosas en la balanza y saque sus conclusiones.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

SUPERSTICIONES, GRAJOS Y LOBOS

El chotacabras es un ave nocturna que recibió su sonoro nombre en los tiempos en que la gente le atribuía la insólita costumbre de mamar de las ubres de las cabras. Hoy sabemos que se trata de un ave insectívora vital para el ecosistema, pero imaginemos por un momento que una parte de la población aún creyese en la superstición medieval y se pidiesen “controles” para proteger a las cabras, ¿Qué actitud debería tomar la administración? ¿Deberían matar al menos unos pocos chotacabras, en un intento de mantener la concordia? Lo cierto es que hoy en día la ignorancia sigue atribuyendo comportamientos imposibles a otros animales, como meloncillos y buitres, retratándolos como azotes del ganado, pero la más reciente y sorprendente leyenda es la de los grajos asesinos, un alarde de imaginación digno de una película de Hitchcock. Un colectivo de ganaderos de ovino de la provincia de Burgos se ha quejado de que los “grajos” (denominación coloquial con la cual seguramente se refieren a las grajillas, o tal vez a grajas o cornejas) están matando ovejas en sus explotaciones. Esto sería una muestra casi entrañable de colorido local si no fuese porque los sindicatos agroganaderos se han apresurado a hacerse eco de la superchería y la han convertido en reivindicación, exigiendo a la consejería de Medio Ambiente de la junta de Castilla y León que “controle esta especie”. ¿Debería acaso la junta matar grajillas para aplacar a los sindicatos, aunque estemos ante observaciones tan carentes de base como las que valieron su nombre al chotacabras?

No es menos grotesco lo que está ocurriendo con el meloncillo en otras zonas de España, donde se acusa a este herpéstido de matar ovejas y hasta vacas. Cualquier zoólogo sabe que la dieta de las mangostas, incluyendo al meloncillo, se basa en el consumo de invertebrados, reptiles, anfibios y pequeños mamíferos, y que el ataque a grandes ungulados es simplemente una imposibilidad biológica. Pero esto no impide que la prensa local olvide todo atisbo de rigor periodístico y publique los relatos más inverosímiles, convertidos por los sindicatos en leña para el fuego de la perpetua reclamación de “controles”. Ahora bien, cuando los mismos medios que publican historias sobre grajos, buitres y meloncillos sedientos de sangre nos bombardean con incontables relatos sobre ataques de lobos, ¿cuánta credibilidad les podemos dar?

Lo cierto es que ante la ignorancia, bien o mal intencionada, caben dos respuestas: combatirla mediante la educación, o “dialogar” con ella en plano de igualdad. Por desgracia, desde la administración y desde algunos sectores del conservacionismo parece que se ha impuesto la segunda opción. Hace tiempo que se predica y se practica una supuesta equidistancia en la conservación de los carnívoros y en particular del lobo, y aquí entra en juego una peligrosa vertiente “social” de la política medioambiental. Se dice que la gestión de los carnívoros siempre será un tema conflictivo, y que por lo tanto hay que “ceder” ante las demandas de controles letales. Aun cuando se ha demostrado científicamente que matar lobos no disminuye sino que aumenta el número de ataques al ganado, se siguen sacrificando numerosos ejemplares en el altar de la ignorancia, para aplacar la desazón social.

Pero los hechos son tozudos. Aunque en España se están matando lobos desde hace décadas en un intento de apaciguar el malestar, no hay ningún indicio de que estos sacrificios estén creando la paz que se perseguía. Al contrario, cuando se percibe que la administración responde a las demandas con más matanzas, el siguiente paso es pedir aún más, como estamos viendo: el exterminio local y las siniestras “zonas libres de lobos”. Al aceptar negociar con la ignorancia hemos creado un monstruo insaciable que se alimenta del conflicto continuo. Los administradores de nuestro patrimonio natural se parecen a aquellos sacerdotes aztecas que pedían sacrificios humanos para propiciar a los dioses de la lluvia, y cuando no funcionaba, concluían que los dioses aún no estaban satisfechos y exigían aún más muertes.

Aún no es tarde para remediar estos entuertos. Desde las redacciones de la prensa regional se puede exigir profesionalidad a los periodistas. Desde las administraciones se puede recuperar la confianza en que las personas, si se les informa y se les respeta, pueden dejar atrás la ignorancia. Y desde el conservacionismo se puede abandonar la psicología del rehén y exponer los hechos con honestidad, en lugar de tratar a los paisanos como niños irritables a los que no se pueden contar las realidades de la ciencia porque no las entenderían. Claro que las pueden entender. Asumir que la ignorancia ha venido para quedarse y renunciar a remediarla es la muestra más flagrante de una mentalidad retrógrada y reaccionaria, cuando no un indicio del afán de utilizar esa ignorancia con fines demagógicos. La educación es una labor larga y esforzada, pero es la única garantía de progreso real, en asuntos de conservación y en todos los demás. Y matar lobos no puede ser la alternativa a la educación ambiental, aunque para una administración oportunista resulte, desde luego, bastante más fácil.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

DEFENDIENDO AL LOBO SIN COMPLEJOS

Este 13 de marzo en la Puerta del Sol la sociedad lanzó un mensaje muy claro: queremos al lobo ibérico vivo y protegido, y lo queremos ya. Pero en Lobo Marley, al tiempo que nos alegrábamos por esta fiesta de la participación ciudadana, nos temíamos que los ataques de las fuerzas de la parálisis social nos iban a llegar en breve. Sabíamos que, donde la mayoría vemos un caudal de fuerza e idealismo, otros verían la ocasión de sembrar dudas y cizaña. Y en efecto, en medio del torrente de ilusión por la defensa del lobo que domina las redes sociales desde el domingo, detectamos mensajes amargos que no parecen tener más propósito que poner varas en las ruedas del cambio, y nos hacen recordar porqué en este país algunas cosas parece que no cambian nunca.

 

Un ejemplo es el artículo titulado “De Lobos y Toros” publicado en un blog asociado a la revista “Vanity Fair”. Aunque el autor presume de querer “el lobo vivo, por supuesto”, en seguida pasa a acusar a Lobo Marley de “miserable” y “canalla” a cuento de un texto publicado en nuestras redes tiempo atrás. En aquél texto se planteaba la ambigüedad de algunas reivindicaciones ganaderas, y es posible que su retórica no fuese la más políticamente correcta. Cada articulista se mueve dentro del margen de maniobra de su propio estilo, cosa que el bloguero en cuestión sabrá valorar mejor que nadie. En todo caso, desde Lobo Marley como asociación queremos expresar, una vez más, nuestra comprensión hacia el sufrimiento de aquellos ganaderos que, después de haber tomado las medidas preventivas de rigor, puedan padecer el ataque del lobo sobre su ganado. En nuestras filas militan ganaderos responsables, y nuestra postura oficial a favor de la convivencia entre el pastoreo y el lobo es bien conocida. De hecho abogamos por un pacto territorial que estimule eficazmente esa convivencia. Pero hablamos, eso sí, de una ganadería sensible hacia el medio ambiente y el bienestar animal, y no de una explotación sin escrúpulos de nuestro patrimonio.

 

Pero el desacuerdo del bloguero con el texto en cuestión sólo es el punto de partida para desatar un argumento mucho más tóxico: la consabida descalificación de cualquier reivindicación conservacionista acusándola de provenir de “ecologistas de salón”. Este mote despectivo se viene aplicando a prácticamente cualquier persona preocupada por el medio ambiente, por la mera razón de que viva en una ciudad como le ocurre, lo quieran o no, a la gran mayoría de los habitantes de Europa occidental. El fundamento de esta acusación, según la cual habitar en una urbe inhabilita a cualquier ciudadano para reclamar que se cuide su patrimonio natural, es tan patético que nos asombra que un tópico tan grosero se pueda repetir impunemente en pleno siglo XXI.

 

Fomentar esta falsa dialéctica, que busca crear un conflicto entre dos mundos profundamente interconectados como son el campo y la ciudad, es una manera perversa de matar el tiempo por parte de alguien que cobra por jugar con las palabras. Pero aún más lamentable es el tópico del que hace uso en los últimos párrafos de su ocurrencia literaria, cuando, tras mostrar la imagen sangrienta de una res semidevorada, invita a sus lectores a pensar: “¿Imagina usted que en su trabajo le sucediese algo similar?”. Este llamamiento es tan absurdo como demagógico. Por supuesto que eso es algo que todos hemos imaginado alguna vez, y es la razón por la cual cada tendero compra candados para su negocio, y cada taxista tiene que dejar su coche cerrado y aparcado cuando se va a su casa a descansar.

 

El bloguero admite que él no acudió a la manifestación, lo cual es patente por el desconocimiento desde el cual profiere sus descalificaciones. Si hubiese estado allí, sabría que 230 agrupaciones, incluyendo a los pesos pesados de la conservación en España, no se suman a la ligera a una concentración como ésta. Sabría que el acto generoso de acudir a Madrid desde el campo o la ciudad, desde Zamora, Galicia, Portugal o Francia para defender lo que es de todos y de nadie al mismo tiempo, le da a los manifestantes una autoridad moral a la que él nunca podrá aspirar. El artículo concluye con una propuesta casi angelical: “que ganaderos, administración y conservacionistas trabajen juntos”. ¿Piensa acaso el autor que los que acudimos a la manifestación deseamos algo distinto? El recurso de invitar a la concordia para dar a entender que los demás no la queremos es un truco simple pero de peligrosa efectividad.

 

Puede parecer desproporcionado que dediquemos tanto espacio a un producto literario de segunda como el que nos ocupa. Sin embargo, por la manera superficial en la que repite los tópicos más retrógradas contra el compromiso medioambiental, ese artículo resulta ilustrativo. Una vez que la sociedad se ha expresado con la contundencia con que lo hizo el 13M, es previsible que veremos muchos más ejemplos de esta retórica barata. Este bloguero es sólo uno entre muchos que usan las mismas tácticas, y es importante que sus efectos no nos pillen desprevenidos. Tenemos un largo y laborioso camino por delante, y piedrecitas como ésta las vamos a encontrar una y otra vez. ¡Que no nos hagan tropezar!

 

 

El equipo de Lobo Marley

 

UN MENSAJE DE AGRADECIMIENTO DESDE LOBO MARLEY

20.000 personas Puerta del Sol Madrid Lobo Marley

El domingo 13 de marzo, todos juntos conseguimos lo que parecía imposible, y desde Lobo Marley queremos trasladaros nuestra alegría por la confluencia, física y en la distancia, de tantos defensores del lobo.

Es imposible plasmar en palabras las emociones vividas al sentir esas más de 20.000 voces aullando y reafirmando aún más nuestra determinación en la defensa del lobo. Ayer, en el aniversario del fallecimiento de Felix Rodríguez de la Fuente, nos sentimos con más fuerza que nunca para llevar el testigo de su gran labor.

El lobo no conoce de fronteras ni de banderas; es un ser indómito, icono de libertad, esencial en nuestro planeta y ecosistemas, como bien saben en Ecologistas en Acción, WWF y las más de 230 entidades que apoyaron este acto olvidando divergencias, con un objetivo común; marcar el pulso actual de nuestra sociedad.

Estamos satisfechos de que, junto a tantas entidades conservacionistas de nuestro país también acudiesen agrupaciones extranjeras, como Ferus (Francia) y Zoological (Portugal), que además de a sus respectivos países, también representaban, junto a Lobo Marley, a nuestra “Alianza Europea para la Conservación del Lobo”. Y nos alegra enormemente que también encabezasen esta marcha dos fuerzas políticas: Pacma y Equo, que han sido claro ejemplo de captación del sentir de los ciudadanos, de ese pulso social. Y es que la defensa del lobo ya no es una opción, sino que es un deber.

Confiamos en que pronto junto a Equo y Pacma se aúnen más esfuerzos para que el lobo tenga la consideración y protección que por ley natural le pertenece, porque por él fuimos multitud el domingo 13, pero mañana seremos legión.

¡¡Lobo Vivo, Lobo Protegido!!

El equipo de Lobo Marley

15 de marzo de 2016.

‪#‎LoboProtegidoYa‬

“LOBO VIVO, LOBO PROTEGIDO”, LA SOCIEDAD CIVIL SE MANIFIESTA EN DEFENSA DEL LOBO

BAJO EL ESLOGAN “LOBO VIVO, LOBO PROTEGIDO”, LA SOCIEDAD CIVIL SE MANIFIESTA EL PRÓXIMO DOMINGO 13, A LAS 12:00 H, EN UNA CONCENTRACIÓN SIN PRECEDENTES EN EL CORAZÓN DE MADRID.

 

LA MANIFESTACIÓN VA A EXIGIR A LA ADMINISTRACIÓN CENTRAL Y AUTONÓMICAS, QUE DETENGA LA CONSTANTE MATANZA DE LOBOS IBÉRICOS QUE ESTÁ IMPIDIENDO SU RECUPERACIÓN EN PROVINCIAS EN LAS QUE HABÍA SIDO ANIQUILADO HASTA SU TOTAL EXTINCIÓN DURANTE EL PASADO SIGLO XX, Y QUE MERMA GENÉTICAMENTE SU FUTURO ALLÁ DONDE NO DESAPARECIÓ DEL TODO.

 

Desde la madrileña calle de Alcalá número 24, hasta la puerta del Sol donde se leerá un manifiesto, más de 220 organizaciones entre las que figuran WWF España o Ecologistas en Acción, así como algunas de la vecina Francia y Portugal, se unirán a la convocatoria lanzada por Lobo Marley, Equo, PACMA, European Greens y la Alianza Europea para la Conservación del Lobo.

 

Y es que el marco legislativo europeo, a través de la Directiva Hábitats, nos obliga a mantener la población de lobo ibérico en un estado favorable de conservación. La matanza continua de lobos que ejerce la Administración hace imposible cumplir este imperativo legal.

 

La matanza de lobos se produce mediante los “controles” por cupos, que establecen las distintas CCAA donde habita el cánido en el norte de España, cada una con distinto criterio legal, pero para una misma especie y en ocasiones una misma manada, con excusas sin validez científica, como la de disminuir los ataques al ganado. Pero está más que demostrado que abatir lobos no consigue ese objetivo y además acrecienta el problema.

 

El lobo es un carnívoro social que depende del trabajo de equipo para cazar sus presas naturales, y la matanza continua y aleatoria de individuos rompe ese equipo y esa función natural, única e imprescindible como biorregulador de los ecosistemas donde habita.

 

Félix Rodriguez de la Fuente, cuyo aniversario coincide también en estos días, indicó el gravísimo cuello de botella poblacional que padeció el lobo a mediados del siglo XX, y que ha reducido su variabilidad genética. Esto aumenta el peligro de que una enfermedad acabe con toda la población en España y la vecina Portugal, donde si que está estrictamente protegido por ley con total normalidad desde hace varias décadas.

 

En palabras del presidente de Lobo Marley, el naturalista y divulgador Luis Miguel Domínguez, “no podemos seguir matando ejemplares que aportan una diversidad genética preciosa y esencial para la especie”.

 

«La ecología del lobo hace imposible que haya demasiados individuos, ya que esta especie controla su propia población de modo natural». Pero la administración falsea los datos sobre la población de lobos al encargar censos que carecen de metodología fiable y de independencia. Cuando deje de ser legal matar lobos se eliminará el aliciente para estas manipulaciones interesadas por intereses privados.

 

La matanza de lobos, además, perpetúa un modelo económico basado en actividades minoritarias, que solo beneficia a una élite y elimina toda oportunidad de desarrollo de otras actividades que llevarían prosperidad al mundo rural. Un lobo vivo vale mucho más que uno muerto, en términos ecológicos pero también económicos.

 

Por todas estas razones los ciudadanos harán oír su voz este domingo 13 de Marzo en defensa de su patrimonio y por el derecho de las futuras generaciones a disfrutar de una naturaleza sana y vigorosa, que además es la única garantía de supervivencia para la especie humana.

Autobuses para la Manifestación 13 de marzo en defensa del Lobo ibérico

TALAVERA DE LA REINA: Telefonos de contacto: 620 97 20 63  y  680 967 255

 

JAÉN: Ecologistas en Acción-Andalucía, salida desde Jaén. Teléfono y persona de contacto: 633826749 Javier Ramírez. Inscripción hasta el 7 de marzo.

 

EUSKADI (BILBAO / VITORIA): Inscripción obligatoria: coste 15€ por persona

Para apuntarse: dejar nombre y apellidos, teléfono y lugar de recogida en la Ekoetxea. C/Pelota 5, bajo – 48005 Bilbao. Tlf: 944 79 01 19

bizkaia@ekologistakmartxan.org

komunikazioa@ekologistakmartxan.org

Fecha tope de inscripción: 11 de marzo a las 13:00h

 

BURGOS: 15€ interesados contactar con somosmanadaburgos@gmail.com

http://heyevent.com/event/qihpa4fzxu3usa/manifestacion-por-la-defensa-del-lobo-iberico

 

SANTANDER: Salida a las 06:00 y vuelta a las 17:00 horas, precio 15€. https://docs.google.com/forms/d/1afxC2TEUc2H6zycng5KLNmVB0U2QTogq1TWqCk-oV14/viewform

Escribir a: equocantabria@gmail.com

 

GRANADA CON PARADA EN JAEN: El autobús saldrá de GRANADA a las 6:00 h. desde la Calle Neptuno (enfrente del Centro Comercial Neptuno, en la acera del Gimnasio O2). Llegará y saldrá de JAÉN a las 7:00 h, en la rotonda del Carrefour de la entrada de Jaén (Centro Comercial La Loma), donde hay una gasolinera Shell y un Mcdonald´s. Llegada a Madrid (zona Puerta de Alcalá – Cibeles) sobre las 11:30 h. Teléfono de contacto 606 548 002, David.

Más información: https://www.facebook.com/events/551512341704915/

 

CADIZ: Asociación Gaditana para la Defensa y Estudio de la Naturaleza.

Contactar con AGADEN: https://www.facebook.com/Agaden-Ecologistas-1007793402597162/

Más de 150 organizaciones se unen a la manifestación en Madrid por la protección del lobo ibérico

Manifestacion en defensa del lobo iberico 13 marzo 2016La concentración será el 13 de marzo y las entidades piden acabar con  el fin de la caza y establecer una legislación para su protección.

La convocatoria ha conseguido reunir a colectivos de muy diversos sectores, no solo animalistas, o ecologistas, sino también del sector turístico o incluso ganadero.

 

A la manifestación convocada e impulsada por Lobo Marley, EQUO, Alianza Europea para la Conservación del Lobo (EAWC), European Greens y PACMA, se han unido más de 150 organizaciones participantes. Todas ellas demandarán una mayor protección del lobo ibérico en la próxima manifestación del 13 de marzo en Madrid, que comenzará a las 12:00 horas en calle Alcalá numero 24.

La convocatoria ha conseguido apoyos de muy diversos sectores: animalistas, ecologistas, medioambientales, medios de comunicación, turismo e incluso desde el sector ganadero.

Entre las organizaciones adheridas destacan WWF, Ecologistas en Acción, Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y el Maltrato Animal (AVATMA), Plataforma la Tortura no es Cultura, Sociedad Cooperativa Ganaderías Ecológicas Gallegas o la revista Quercus.

“Nuestra manifestación no es contra nadie, es a favor de nuestro patrimonio compartido y el de nuestros hijos e hijas, a favor de la naturaleza y del mundo rural comprometido con su futuro”, asegura Luis Miguel Domínguez presidente de Lobo Marley, uno de los impulsores de esta iniciativa.

Los convocantes esperan que la manifestación, que se desarrollará entre Banco de España y Sol, sea multitudinaria y que acudan desde todas partes de España. Muchas de las plataformas adheridas están organizando viajes en autobús para acudir a la manifestación.

“Hay que plantear políticas a nivel autonómico y nacional que permitan el margen necesario a las medidas preventivas y eliminen el concepto de la matanza como gestión de la población de lobos” ha declarado el coportavoz de EQUO y diputado Juantxo López de Uralde.

«En un momento como este, la declaración del lobo como especie protegida, es el anhelo de millones de españoles que reclaman un mayor respeto para su patrimonio natural. El nuevo Gobierno tendrá que tomar buena nota después del 13 de marzo» ha declarado Domínguez.

La manifestación quiere ser también un homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente, nacido un 14 de marzo, quien presentó una imagen más completa del lobo. “Un ser social, como nosotros mismos, y emblema viviente de la naturaleza española”, defienden las organizaciones.

 

 

MANIFIESTO – Manifestación en Defensa del Lobo ibérico 13 de Marzo

POR LA PROTECCIÓN DEL LOBO IBÉRICO Y EL FIN DE LAS MATANZAS.

El lobo ibérico no sólo es un animal hermoso y emblemático, sino una pieza imprescindible del rompecabezas de nuestra naturaleza. Pero en pleno siglo XXI estamos asistiendo en España a una matanza de lobos a gran escala, una situación intolerable que genera una movilización sin precedentes de la ciudadanía. Cada vez somos más conscientes de que una naturaleza sana no es un lujo de minorías, sino la única garantía de supervivencia de nuestra especie. Y es que proteger nuestro patrimonio natural es, en realidad, un acto de defensa propia.

Los grandes carnívoros son los controladores naturales del equilibrio de los herbívoros silvestres, y esa función produce efectos en cascada en la pirámide ecológica, que redundan en una mayor salud de la fauna, la vegetación, el agua y el aire. La necesidad de restaurar esos equilibrios naturales es una prioridad mundial, y por eso las subvenciones al campo, que se pagan con los impuestos de todos, deben estar sujetas a la adopción de prácticas respetuosas con el medio ambiente, que es nuestro patrimonio común.

El lobo ibérico se desangra hoy en medio de una situación de profundo anacronismo. Nuestra legislación lleva décadas de retraso respecto al conocimiento científico. Aunque el lobo es una especie de interés comunitario en Europa, lo que nos obliga a mantener una población viable y sana, todavía se usa la matanza oficial de lobos (bajo el eufemismo de “control de población”) para, supuestamente, reducir los ataques al ganado. Pero sabemos de sobra que esas medidas no sólo no disminuyen los ataques sino que, al desestructurar las manadas, hacen que éstos aumenten. En algunas regiones el lobo es especie cinegética, a disposición del negocio de la caza de trofeos. Y aunque en teoría la caza deportiva sigue criterios técnicos, lo cierto es que el trofeo más buscado es el macho alfa, aquél cuya muerte causa el mayor trastorno en la sociedad del lobo y las peores consecuencias para la naturaleza y la ganadería.

Para colmo, parte de los lobos masacrados en España proceden de Portugal, donde están estrictamente protegidos y cuya defensa cuesta ingentes cantidades de dinero Europeo. Esta “gestión a tiros” está sumiendo al mundo rural en un círculo vicioso de crispación. Desde Europa se alienta el uso de medidas preventivas, pero la dinámica actual de ataques, venganzas y pagos compensatorios (a menudo sujetos a la picaresca) hace que no haya aliciente para tomar dichas medidas. Se ha llegado a pedir el exterminio local de la especie, lo que no sólo es demencial sino totalmente ilegal. Esta sangría se intenta justificar dando una imagen de abundancia del lobo basada en supuestos “censos” pagados por la propia administración, pero éstos ni son independientes ni tienen una metodología fiable.

Ante esta coyuntura, los convocantes de este acto hacemos una petición muy concreta: solicitamos la declaración del lobo como especie estrictamente protegida por ley en todo el territorio español, y exigimos el fin inmediato de su caza y de los controles letales de su población. Así el lobo simplemente tendrá el mismo estatus que otras especies como el águila imperial, el oso pardo o el lince ibérico. Eliminando el concepto de la matanza como gestión, daremos por fin el margen necesario a las medidas preventivas, y toda ayuda económica estará supeditada a la adopción de esas medidas. Así se dejará espacio para respirar a las nuevas generaciones del mundo rural, que anhelan un sistema nuevo en el que el ecoturismo y otras prácticas responsables con el medio ambiente y el bienestar animal permitan una mayor diversidad laboral y cultural.

Pero incluso estos cambios normativos sólo cubren el aspecto formal, y lo que perseguimos desde esta convocatoria es un cambio social más profundo. De nada vale una norma sobre el papel si las actitudes más miopes, insolidarias e incluso delictivas son toleradas desde las instituciones. Hace falta una ingente labor educativa, y tan importante como la protección legal del lobo es la divulgación de los valores positivos de la biodiversidad. Una labor que ya marcó la diferencia en nuestro país hace décadas, cuando Félix Rodríguez de la Fuente, cuyo aniversario se celebra en estas fechas, se enfrentó a la ignorancia ancestral, puso al lobo ibérico en nuestras pantallas y lo sacó del catálogo de las alimañas.

El lobo es un embajador del conjunto de nuestra fauna salvaje, y también un poderoso símbolo de libertad. Pero la libertad siempre tiene un precio, y por desgracia es posible acostumbrarse a su ausencia, como sabemos en este país. Y lo mismo pasa con la naturaleza salvaje. Sin libertad y sin naturaleza las personas nos transformamos en autómatas, y apenas nos damos cuenta de lo que perdemos y, peor aún, de lo que privamos a las siguientes generaciones. Condenar a nuestros hijos a vivir en un mundo gris, mezcla a partes iguales de vertedero y monocultivo a escala planetaria, es simplemente un crimen. Queremos un mundo verde, en el cual vivir y no sólo sobrevivir. Queremos naturaleza salvaje. ¡Queremos LOBO VIVO, LOBO PROTEGIDO YA!

LEGISLAR AL SERVICIO DEL MAL

Déjeme que le invite a pensar en la última vez que se gastó 10.000 euros de un tirón. Para personas como usted y como yo eso significa que estaba dando la entrada del piso, o puede que se tratase de algo menos agradable, tal vez un gasto relacionado con problemas de salud en la familia. Pero hay personas que no pestañean al hacer un gasto comparable para darse el gusto de acribillar a tiros a un lobo ibérico y colgar su cabeza disecada en el salón. Sobre esas personas sabemos dos cosas sin tener que preguntar: una, que no pasan por los apuros económicos que usted y yo pasamos; y dos, que no comparten nuestros conceptos de la empatía y el respeto por el patrimonio común. Pero lo que a veces olvidamos es que estas personas suelen tener línea directa con los despachos en los que se hacen las leyes que nos rigen a todos. Y un ejemplo sangrante se ha producido hace bien poco.

 

Uno de los espectáculos menos edificantes que hemos visto en tiempos recientes es la matanza de lobos a traición, cebándolos para poderles disparar desde las “casetas de la muerte”. Cuando estas prácticas se hicieron conocidas, las autoridades de Castilla y León tuvieron que aguantar con sonrojo que la ciudadanía las señalase por permitir una actividad tan inmoral como ilegal. En aquel momento trataron de buscar resquicios formales que demostrasen que semejante aberración era legal, pero recientemente han terminado por admitir que no lo era. Y no lo han reconocido valientemente y dando la cara, sino mediante una triquiñuela: intentando hacerlo, súbitamente, legal.

 

Y es que a mediados del pasado mes de enero aparentemente se informó a los propietarios de cotos de caza con lobos en Castilla y León de que, a partir de ese momento, la Junta autorizaba el uso de productos atrayentes para la caza en espera del lobo, incluyendo los restos de ungulados silvestres o de animales domésticos. Algo que podemos calificar sin temor a exagerar como legislación a la carta al servicio de una minoría influyente, y a costa del patrimonio natural de todos. Es muy factible que esta resolución acabe demostrándose, a su vez, ilegal, pero mientras tanto permitirá que un número intolerable de lobos sean ejecutados con esta modalidad abyecta, no sólo contraria a la sensibilidad de cualquier persona cuerda, si no también a los principios básicos de deportividad en la caza.

 

Por desgracia no vivimos en un mundo en el cual baste con tener razón para que a uno se le haga caso. Y por ello el silencio de los que nos indignamos sin levantarnos del sofá se convierte en cómplice de los que retuercen la ley a su antojo. La batalla por defender el patrimonio de todos no es tal cuando uno de los ejércitos se queda en casa; lo que hay es un estado de sitio. Y los que valoramos el patrimonio natural en general, y al lobo ibérico en particular, llevamos demasiado tiempo sitiados. Pero nuestra lucha no es contra nadie, es en defensa del lobo. Se está sembrando interesadamente el odio al lobo, para impedir una protección que perjudicaría al negocio de unos pocos y dejaría a otros sin excusas para fomentar un conflicto que les permite pescar en aguas revueltas. Y sembrar el odio es desproporcionadamente fácil, porque el odio se convierte en un pasatiempo poco exigente para la mente, y en un socorrido pegamento social a falta motivaciones más profundas para luchar por el bien común. En cambio, sembrar la apreciación más profunda de la naturaleza es una labor ingente, y también es un deber de esas administraciones que, de momento, prefieren servir a los saqueadores del patrimonio natural.

 

Por eso debemos acudir en masa a la manifestación del 13 de marzo en Madrid y exigir la protección total del lobo. Los que legislan al servicio del mal lo hacen en parte bajo la presión particular de minorías capaces de pagar pequeñas fortunas por abatir un lobo, pero también empujados por el ruido mediático organizado alrededor de un conflicto inflado artificialmente. Pero si la mayoría silenciosa de ciudadanos sensibles e informados comenzamos a dejar oír nuestra voz, al menos empezará a haber dos bandos en esta lucha. Y por fin los legisladores tendrán una razón para legislar a favor del bien común. Mientras eso no ocurra, preparémonos para ver mucho más de lo mismo.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley