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MATAR LOBOS PARA NADA

Esta semana se ha producido una noticia pésima para la conservación de la naturaleza en nuestro país. En un nuevo ejercicio de irresponsabilidad y demagogia, la Junta de Castilla y León ha autorizado la muerte de un cuarto ejemplar de lobo ibérico en la provincia de Zamora al sur del Duero.

Las razones aducidas por la Consejería de Medio Ambiente y por la Delegación de Zamora demuestran la ignorancia o la voluntad de ignorar las razones por las cuales el lobo goza de protección estricta en esa zona. El delegado territorial de Zamora, Alberto Castro, del PP, se congratulaba este jueves de que habiendo recibido la autorización de la junta, ahora podrían “continuar con este control de la densidad de población de lobo” para minimizar los daños a las explotaciones ganaderas.

La matanza de cuatro ejemplares en Zamora sin duda implicaría un daño grave a la ya mermada variabilidad genética de la población de lobo al sur del Duero, donde de producirse esta nueva muerte se sumaría un total de ocho en lo que va de año, contando con las ocurridas en las provincias de Salamanca (dos) y Ávila (otras dos). Pero además la condición arbitraria y no selectiva de estas muertes tiene una consecuencia inmediata sobre las explotaciones ganaderas y es precisamente el aumento del riesgo de ataques, al sumir las manadas en el caos y menguar su capacidad para la caza de sus presas salvajes naturales. No olvidemos que uno de los ejemplares abatidos en Zamora este año fue precisamente la hembra reproductora de su manada, un individuo cuya desaparición tiene el efecto más desestabilizador en la manada. Éstos son hechos demostrados, pero por si hiciese falta alguna prueba adicional basta con comprobar la nula efectividad de las muertes de lobo previas, que de hecho han resultado directamente contraproducentes.

Aparte de conseguir exactamente lo contrario de lo que pretenden, estas autorizaciones van contra el espíritu y la letra de la legislación europea, pero las autoridades regionales parecen confiar en que el curso de cualquier denuncia ante Bruselas sea lo bastante lento y obstaculizado como para entre tanto cosechar los beneficios en forma de votos locales. Es un ejemplo más de la mentalidad cortoplacista de nuestras administraciones, pero en este caso destruyendo de manera ciega un elemento único de nuestro patrimonio natural.

Entre tanto, Lobo Marley ha tenido acceso a un documento revelador en relación con este tema. Una reportera ha llevado a cabo en fechas recientes un reportaje sobre la ganadería en Zamora, centrado en la explotación de ovino de San Miguel de la Ribera, que precisamente fue la causante de dos de las autorizaciones previas de muertes de lobos al sur del Duero.

Se trata de un reportaje neutral que da voz a los propietarios de la explotación para que cuenten libremente sus puntos de vista, pero después de visionarlo nos hemos quedado boquiabiertos ante el nivel de desconocimiento de los criterios básicos de convivencia con la fauna silvestre y la indolencia absoluta ante la necesidad de tomar medidas preventivas. Pero tal vez lo más estremecedor de todo sea comprobar cómo la Junta de Castilla y León se ha convertido en cómplice de esta negligencia y de hecho ha agravado sus consecuencias con sus intervenciones. Os invitamos a ver este vídeo de manera desprejuiciada y sacar vuestras propias conclusiones. Creemos que las evidencias hablan por sí mismas.

El equipo de Lobo Marley.

MENOS LOBOS, SEÑOR PRESIDENTE

¿Quién no recuerda al primo de Rajoy, aquél que dijo que si los científicos no podían predecir ni el tiempo que iba a hacer al día siguiente en Sevilla, mal podrían predecir cambios en el clima? El comentario hizo titulares, pues era cuanto necesitaba nuestro actual presidente para negar la existencia del cambio climático, ese fenómeno que ocho años después, con motivo de la cumbre de París, él mismo llamaría “el mayor reto medioambiental”.

Por desgracia, el desconocimiento de la ciencia en el mundo político no es algo excepcional, y si no baste con repasar el repertorio de declaraciones del recién electo presidente Trump sobre temas ambientales. Hace poco otro presidente, en este caso el del Principado de Asturias, se ha ufanado durante el Debate de Orientación Política de que “nunca hubo un ejecutivo tan decidido contra el exceso de población de lobos” como el suyo. Con esta declaración obviamente busca el favor del sector ganadero que reclama más muertes de lobos, pero la idea misma de un “exceso de población de lobos” es un contrasentido científico. La limitación natural de las poblaciones de los grandes carnívoros es uno de los conceptos fundamentales de la ecología. En los años ochenta circulaba un libro de divulgación ecológica de Colin Delinvaux cuyo título lo decía todo: “¿Por qué son escasas las fieras?”. Pero antes aún, en los setenta, los niños de mi generación leíamos con avidez la enciclopedia Salvat de la Fauna, donde se explicaba con amenos gráficos la estructura de la pirámide trófica, algo tan elemental que por respeto a la inteligencia y al tiempo del lector me niego a explicar aquí. Pero la conclusión es obvia: no puede haber tal cosa como una “plaga” de lobos: si algo ha aumentado desproporcionadamente en los montes seguramente sea la presencia de ganado no custodiado.

Pero, ¿cómo hemos caído tan bajo en el reconocimiento de las realidades científicas? Declaraciones como las que nos ocupan no son anécdotas, sino síntomas de un negacionismo ambiental generalizado, que cobró fuerza a finales del siglo XX. Ya entonces la población veía con impotencia y creciente angustia la incapacidad de los gobiernos para resolver los problemas ecológicos. Esto es un caldo de cultivo para el escapismo, porque es difícil enfrentar la realidad cada día cuando no hay soluciones a la vista, y el ciudadano de a pie en el fondo desea que le digan que la vida puede continuar como siempre porque de algún modo “todo irá bien”. ¿Qué más podían querer los intereses que se benefician de la destrucción ambiental? Allá por los años noventa algún periodista con ingenio de andar por casa acuñó el término “ecologeta”, que denotaba un giro nada casual en la percepción social del conservacionismo. Si los protectores del medio ambiente, hasta entonces percibidos como defensores del bien común, podían ya ser vistos como villanos, entonces entrábamos en un mundo de relativismo moral, caracterizado por la total ausencia de responsabilidad. Bienvenidos al imperio del negacionismo, donde no existe el cambio climático, ni la crisis de biodiversidad, ni la del agua potable, ni la bomba demográfica. Aquí podemos derrochar todos los recursos que nuestro bolsillo pueda pagar, porque todo se arreglará sólo con que dejemos funcionar a los mercados.

Actitudes como la del ejecutivo asturiano no son menos graves que negar el cambio climático. Seguir usando al lobo como chivo expiatorio es muestra de ceguera ante los problemas de la biodiversidad, de la cual el lobo es símbolo y guardián, pero también de ignorancia ante los problemas reales de la ganadería, o bien de total falta de intención de solucionarlos. Y es que aunque mañana el ejecutivo ejecutase a todos los lobos asturianos, los males de la ganadería serían igual de acuciantes que hoy, y de paso, se habría añadido otro agravio medioambiental a la larga lista que nos aqueja. Y entre tanto, la producción de carne se encuentra en una coyuntura por la que ya han pasado otros sectores: por un lado, llevamos años subvencionando la producción de excedentes de difícil acomodo en un mercado saturado por mercancías importadas a precios ridículos; por otro lado, diversas organizaciones internacionales nos advierten de que el consumo de carnes rojas y lácteos debe reducirse en los países occidentales por el bien de nuestra salud. Y además la proporción de tierras que se dedican a alimentar al ganado es insostenible, por no mencionar la contribución de la ganadería a los gases de efecto invernadero.

Nos guste o no, todos estos elementos apuntan en una dirección: el futuro va a deparar ajustes importantes en el sector ganadero, y esto es algo que tanto la administración como los sindicatos del ramo deberían reconocer y enfrentar, por el bien de las personas que viven de esa actividad. Pero en cambio lo que hacen es distraerlas agitando el espantajo del lobo y presentando a los conservacionistas como el enemigo a combatir. Y mientras los líderes perpetúan falsedades por interés propio, algunos seguidores se muestran casi demasiado dispuestos a creerlas.

Hay una faceta psicológica de esta negación de la realidad que va más allá de sus aspectos prácticos. Hace años lo definió magistralmente Ramón Grande del Brío en su libro más conocido, donde decía que sólo una sociedad patológica puede plantearse friamente el exterminio de una especie como el lobo ibérico. Y la patología de nuestra sociedad no es otra que la muerte de la sensibilidad, el embrutecimiento programado de la población para favorecer los intereses de una minoría cuyas vidas seguramente son menos envidiables de lo que imaginamos. Aquél libro, “El Lobo Ibérico”, se publicó en la misma colección que “Por qué son escasas las fieras”, colección que marcaba una época en la que divulgar los conceptos básicos de la ecología se consideraba una obligación cultural. Después vendrían los negacionismos diversos, pero ahora la información está en todas partes, y es casi tan fácil de encontrar como las mentiras. Hoy como ayer un buen libro de divulgación es nuestro mejor aliado para saber qué suelo pisamos. No esperemos a que nos cuente la ciencia el primo de Rajoy o quien sea que haya asesorado al presidente del Principado, porque la realidad del mundo natural es bastante más interesante que los cuentos que ellos nos cuentan. Así que por favor, menos lobos, señor presidente, menos demagogia y más ciencia.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

VIAJE AL PAÍS DE LOS LOBOS PINTADOS

wild-dog-and-zebra-chobe-2016-2-low-res14 de agosto de 2016. Es el último día de nuestro viaje por el norte de Botswana y recorremos la llanura de inundación del río Chobe con las primeras luces de la mañana. De repente nuestro guía detiene el vehículo y señala un punto en la pradera: “¡Licaones!”. La cháchara casual entre los compañeros de viaje se silencia de inmediato: la sola mención de estos depredadores agudiza nuestra atención y dispara la adrenalina. Efectivamente, un pequeño grupo de cánidos viene trotando en la lejanía, y sus formas se van definiendo poco a poco.

El licaón es la versión africana del lobo: un cánido poderoso, sociable, y especializado en la caza de grandes presas. Su pelaje, que le ha valido el nombre de “lobo pintado”, es prieto como el de un galgo, y está decorado con un patrón de parches dorados, negros y rojizos, distinto en cada individuo, pero siempre rematado por una llamativa cola blanca. Sus poblaciones han experimentado un retroceso alarmante en toda su área de distribución, pero por suerte cuentan en Botswana con un auténtico bastión.

Nuestros licaones trotan sin esfuerzo aparente y con cada segundo están más cerca de nosotros. A través de los prismáticos apreciamos sus estómagos llenos y sus cabezas y cuellos manchados de sangre, señales inequívocas de una matanza reciente. Otros animales de la sabana también se han percatado: primero vemos un chacal que trota prudentemente en dirección opuesta a los licaones, y en seguida aparece una hiena manchada, menos recatada, corriendo al galope tendido. Según avanzan por la llanura los licaones pasan frente a una manada de cebras, que los miran con tanta atención como nosotros, pero que no huyen. Sin duda ellas también notan que estos carnívoros acaban de comer, y por tanto no derrochan energía en una estampida. Pero entonces tres cebras adultas hacen algo extraordinario: se separan de la manada formando un pequeño destacamento, y se dirigen hacia los licaones con un trote decidido; evidentemente quieren mantener a los cánidos alejados de la manada y de sus potros vulnerables. Los cánidos no desean enfrentarse a este trío formidable, y ponen tierra de por medio. Un licaón rezagado se apresura para alcanzar a sus compañeros y durante unos segundos crea la ilusión de estar persiguiendo a las cebras, pero éstas no pierden en ningún momento el control de la situación.

Cuando dejan atrás a las cebras, los licaones retoman su velocidad de crucero. Evidentemente se dirigen a su madriguera, donde regurgitarán parte de la comida para alimentar a los cachorros y a sus cuidadores. En su camino pasan a escasos metros de nosotros, y un ejemplar, sin cambiar el paso, nos dedica una mirada, breve pero suficiente para evaluarnos y de paso ponernos los pelos de punta. Sus ubres prominentes la señalan como la hembra alfa, líder de la manada y única reproductora. Finalmente el grupo abandona la llanura y se pierde de vista en las colinas, escoltados de nuevo por otra familia de cebras vigilantes. Nosotros nos dirigimos entonces al lugar de la matanza, y comprobamos que la hiena manchada, que se nos había adelantado, está dando buena cuenta de los despojos. Identificamos a la presa como un impala macho, un hermoso antilope del cual ya queda poco más que huesos, piel y cornamenta.

Durante los días anteriores habíamos observado varios rebaños de impalas y admirado su belleza y elegancia, y el triste final de este bonito antílope nos muestra sin paliativos la tragedia consustancial al orden natural de la sabana. Una cosa es saber que la vida en este planeta consiste en comer y no ser comido, y otra cosa es ver ese drama desarrollándose frente a nosotros, como parte de una inmersión sensorial sin intermediarios y sin anestesia. Las experiencias vividas en la sabana africana nos marcan profundamente, y por una buena razón: este ecosistema es la cuna de la humanidad, y nuestros sentidos y nuestra mente están sintonizados “de fábrica” a sus particulares frecuencias. Explorar una pradera salpicada de árboles acá y allá, atentos a todas las señales y peligros de la naturaleza, es una situación para la cual estamos configurados por defecto. Las diversas especies participan de una suerte de “redes sociales” de información, evaluando en cada momento las intenciones y procesos de los demás. Los humanos nos podemos integrar también a ese flujo, y entonces las horas pasan sin asomo de ese peligroso síndrome de la vida sedentaria al que llamamos aburrimiento. Así era la vida de nuestros antepasados en el Pleistoceno, pero hoy, cuando visitamos la sabana llegados desde el mundo “civilizado”, los dramas de la vida salvaje tienen sobre nosotros un impacto casi traumático: es como abrir una compuerta y asomarnos de repente a la sala de máquinas de la naturaleza. Nos damos cuenta de que las ruedas que mueven esa maquinaria gigantesca son las mismas en cualquier lugar de la Tierra, y esta conciencia nos devuelve el sentido de la proporción y de la responsabilidad de nuestros actos.

Presenciar el triunfo de los licaones en la lucha por la supervivencia nos alecciona, pero también libera nuestra mente de pesos muertos. Muchas de las cosas que nos agobian en el día a día palidecen ante este recordatorio de los mecanismos básicos de la vida. Tras experimentar la sabana en toda su crudeza, nos asombra que alguien se pueda todavía amargar por mantener un pulso social cuyo ridículo objetivo es no quedar por debajo del vecino. Y es que la naturaleza salvaje es la medicina de la psique, el antídoto contra esta demencia competitiva en la que vivimos inmersos y que está llevando a la sociedad al borde del abismo. Semejante medicina tiene un valor incalculable, y hay países que ya lo reconocen. Los lobos pintados de África forman parte de un patrimonio que en la economía de Botswana va ganando terreno a los diamantes, y la decisión de ese país de prohibir la caza de trofeos forma parte de esa toma de conciencia. Cada visitante que experimenta la sabana no sólo ha contribuido a la economía africana, sino que vuelve a su vida cotidiana como un embajador de la naturaleza, un poco más inmunizado frente a la presión de un consumismo ciego propiciado por la sensación de insignificancia y el aburrimiento que lastran a nuestra civilización.

Por mi parte, cuando regreso a tierras ibéricas pienso que no sólo la naturaleza africana, sino también la más próxima, tienen el potencial de enderezar la mente humana. El lobo ibérico aún ha de hacer por nuestro país lo que los lobos pintados están haciendo por Botswana: formar parte de un proceso de reconciliación de la sociedad con la naturaleza. Los grandes depredadores completan los procesos ecológicos, y un espacio natural que los contenga no sólo es saludable, sino también educativo, y capaz de darnos perspectiva, algo urgente en un mundo que padece de una miopía mental de muchas dioptrías. Claro que los lobos no pueden hacerlo solos: bastante tienen con sobrevivir cada día. Los cambios son posibles y los ejemplos están a la vista, pero sólo con la presión ciudadana será posible que nuestro país deje atrás actitudes medievales que están retrasando la puesta en valor de un patrimonio de primera magnitud como son nuestros lobos.

 

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

SOBRE LOS ATAQUES DE LOBO EN SAN MIGUEL DE LA RIBERA

Todos recordamos el cuento del pastorcillo que gritaba “que viene el lobo”, y su sencilla moraleja: si faltamos a la verdad demasiado a menudo, al final nadie nos cree. Pero ahora que el lobo se ha convertido en sinónimo de ayudas económicas, el cuento toma otro cariz, y tergiversar la verdad una y otra vez puede ser perversamente rentable. En el caso de los ataques de este verano en San Miguel de la Ribera (Zamora), parece que el cuento le está saliendo a cuenta a unos en votos, a otros en afiliaciones y a otros en euros, pero los ciudadanos y nuestro patrimonio natural estamos perdiendo de manera escandalosa.

Una explotación ganadera de esta localidad viene denunciando ataques de lobo desde el pasado mes de julio, con una reiteración cuando menos extraña. San Miguel de la Ribera se encuentra al sur del Duero donde el lobo es especie estrictamente protegida, pero las denuncias del ganadero, apoyadas por un sindicato del ramo, bastaron para que la administración de Castilla y León ordenase la muerte de un lobo, una medida excepcional que requeriría el cumplimiento de condiciones muy estrictas, como certificar que los ataques provienen de lobos y no de perros (ya sean éstos asilvestrados o no), y demostrar que la explotación contaba con las medidas preventivas razonables. Igualmente debería demostrarse que el ejemplar que se abate es realmente el causante de los daños, ya que estas medidas están supuestamente encaminadas a eliminar ejemplares “conflictivos”.

No sabemos si se cumplieron tales requisitos, pero a los pocos días de la denuncia se eliminó un lobo (una hembra reproductora, para colmo), con tal celeridad que difícilmente hubo tiempo meterial para que se cumpliesen. No obstante, al poco tiempo se repitieron los ataques, pero en vez de levantar sospechas en la administración sobre las condiciones de la explotación (o sobre la eficacia de la medida tomada) dichos ataques motivaron que se aprobase la eliminación “exepcional” de otro lobo, que fue abatido en la segunda mitad de agosto, y de paso atrajeron considerable atención mediática. Lo interesante de esta cobertura mediática, que incluyó un reportaje televisivo sobre la explotación ganadera en cuestión, es que ha puesto en evidencia las condiciones de la misma. Los medios de comunicación tienen sobre algunas personas el efecto de desatar su locuacidad, y en este caso el cúmulo de despropósitos reflejados en las declaraciones e imágenes es llamativo.

Un punto aparentemente positivo es la presencia de mastines en la explotación, pero el propietario reconoce que los tiene atados porque “se salen a la gente”, y además ironiza diciendo que “cuando entran los lobos, los perros se hacen los dormidos”. También parecería positivo a priori el hecho de que la explotación está vallada, pero un vistazo a las imágenes de las instalaciones sugiere que las vallas no son ni de lejos adecuadas para impedir el paso de los lobos, lo que queda confirmado cuando el propietario admite que sus perros “salen a la gente”; al fin y al cabo, si las vallas no impiden a los perros salir, malamente impedirán a los lobos entrar. En cuanto a la obvia posibilidad de recluir al ganado en el interior de la nave, el propietario confiesa que no lo hizo porque le parecía “ un desbarajuste”, aunque parece un desabarajuste mucho mayor el desplegar los recursos de la junta para matar a dos lobos protegidos con el dinero del contribuyente. ¿Y qué hay del seguro preceptivo que cubriría los ataques de lobo? Nunca lo suscribió.

Estos detalles que llaman la atención del espectador casual deberían hacer que la administración ejercitase mayor precaución ante las demandas de la explotación ganadera, y le exigiese el cumplimiento de unas condiciones mínimas. Nosotros deseamos que no cedan a las presiones continuadas de la explotación y del sindicato de turno que piden todavía más controles letales, pero por desgracia, los precedentes son nefastos y en este momento todo parece posible.

La gravedad de estos hechos no se reduce a la pérdida que significa haber matado a dos lobos, incluyendo una hembra reproductora, en una zona donde su conservación es totalmente prioritaria. Lo que resulta más desalentador es comprobar que la administración mantiene una actitud de permisividad frustrante hacia el fraude, y que no sólo se salta la letra y el espíritu de la Directiva Hábitats sino que se gasta a la ligera el dinero de todos en satisfacer las demandas de explotaciones que obviamente no tienen especial intención de cumplir con su parte del pacto para la conservación del patrimonio natural.

Por otro lado, este episodio nos lleva a cuestionar una vez más la eficacia de los controles letales. Consumada la muerte de dos ejemplares, comprobamos claramente que no ha cumplido ninguno de sus supuestos objetivos:

1.- No se ha eliminado el problema de los ataques. De hecho, al matarse primero a la hembra reproductora se ha conseguido una desestructuración máxima de la manada, que, si acaso, aumenta las probabilidades de nuevos ataques, y además demuestra que la presunta condición “selectiva” de estas matanzas es pura ficción.

2.- No se ha moderado la hostilidad social hacia el lobo. En realidad, cuando la administración se muestra tan proclive a matar lobos y presenta esas muertes como la solución a todos los problemas, se está abonando la tendencia a exigir que se maten más y más.

Entre sus declaraciones, el propietario de la explotación de San Miguel de la Ribera exige sin rubor que no haya lobos o se los confine en reservas. Tales demandas son ilegales e inmorales y los actores involucrados en este desaguisado, desde los sindicatos y las explotaciones hasta la administración que les hace guiños permanentes, lo saben perfectamente, pero las usan como un elemento más de presión en el tira y afloja por los recursos del erario público. Esta miseria moral que sólo entiende las cosas en términos de dinero está radicalmente en contra del pundonor y la ética del oficio ancestral de la ganadería. Nada más lejos de nuestra intención que “criminalizar” a un sector al que siempre hemos respetado, y por eso pensamos que corresponde a la mayoría de ganaderos honestos el señalar a la minoría negligente y así limpiar el buen nombre de la profesión. De lo contrario se corre el riesgo de que la sociedad termine por no distinguir al pastorcillo que gritaba “que viene el lobo” de los que al menos esperan a ver antes de gritar.

 

 

El equipo de Lobo Marley

COMUNICADO DE LOBO MARLEY SOBRE EL NUEVO PROYECTO DE LEY DE MONTES Y ORDENACIÓN FORESTAL DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS

Asturias Lobo2016COMUNICADO DE LOBO MARLEY SOBRE EL NUEVO PROYECTO DE LEY DE MONTES Y ORDENACIÓN FORESTAL DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS.

Un nuevo proyecto de ley se presentará en septiembre ante el parlamento asturiano. Se trata de una modificación de la Ley 3/2004, de 23 de noviembre, de Montes y Ordenación Forestal del Principado de Asturias, en concreto de los artículos 66.2, articulo 90 apartado 2, párrafo g) y el artículo 91, apartados 1 y 2, párrafo g). Esta reforma de ley ha sido aprobada para debate con el apoyo de PP, PSOE, IU, Ciudadanos y foro Asturias, y con la única abstención de Podemos.

 

En resumen, esta reforma plantea lo siguiente: tras un incendio forestal, ya no se podrá acotar al pastoreo, como se venía haciendo para permitir que el bosque se regenere. Se anularán todos los acotados existentes, y se eliminará del régimen sancionador el poder sancionar cuando el ganado este pastando en las zonas afectadas por el incendio. Además todos los expedientes sancionadores en curso se anularán.

 

¿Cómo es la ley en las comunidades autónomas próximas? En Galicia tras un incendio forestal, hay una prohibición automática de pastoreo por dos años, y en Castilla y León por cinco. En Asturias, hasta ahora, tras un incendio forestal, había que instruir un expediente y se podía acotar si era preciso, por un tiempo de entre uno y cinco años. Recordemos también que en los últimos 10 años en Asturias, alrededor del 90% de los incendios han sido provocados. Sin ir más lejos el pasado mes de diciembre y princios de enero, más de 100 incendios forestales simultáneos provocados en su gran mayoría intencionadamente para incrementar los pastizales según investigaciones del SEPRONA y de la Fiscalía de Medio Ambiente, asolaron la cornisa cantábrica con perdida incluso de vidas humanas. En lugar de endurecer con sanciones y restricciones más severas a los culpables, la reforma propuesta pretende anular todas las medidas disuasorias y dejar vía libre a determinados segmentos del sector ganadero para quemar el monte a su antojo y ya con total impunidad, premiando y estimulando «el cerillazo», e indirectamente fomentando la tolerancia social hacia el fuego.

 

Asturias acumula el 45% de los siniestros de toda España según datos del MAGRAMA. Mientras que en todo el país el 54,7% de los fuegos son intencionados, en el noroeste ese porcentaje crece hasta el 71%, de los que la gran mayoría, paradójicamente, se dan en invierno, época no en vano, en la que el ganado suele estar ya recogido.

Si esta reforma sale adelante, las tierras quemadas podrán ser pastadas, destruyendo así la posibilidad de regeneración de la masa forestal, pero además se considerarán susceptibles de recibir subvenciones de la PAC.

 

Esta propuesta de reforma de ley nos habla del poco interés en la conservación del medio rural que tiene la mayoría de los partidos políticos representados en Asturias, y demuestra hasta que punto dichos partidos están cautivos de determinada ganadería anti-conservacionista. Una vez más se opta por adoptar medidas que agravan en vez de resolver los problemas que surgen por el abuso de nuestro patrimonio natural, pero detrás de este sinsentido se oculta no sólo la tentación del voto fácil, sino ese filón económico que son las subvenciones de la PAC.

 

El principado de Asturias alberga algunos de los más bellos parajes naturales de nuestro país, y da cobijo a auténticas joyas de nuestra fauna ibérica, y nosotros somos responsables de que esa simbiosis «natural», desgraciadamente ya alterada por el hombre, siga en pié y funcionando para que nuestro patrimonio cultural y natural se mantenga en equilibrio. No podemos permitir de ninguna manera que se apruebe una reforma de ley que no sólo va a despenalizar sino a incentivar la quema intencionada de nuestros montes. La formula ya está hecha: bosque quemado= subvención PAC+ futuro prado para pasto. Si escuchamos en silencio, se puede oír el frotar de manos de algunos interesados. Nosotros estamos aquí para dejar claro que este país quiere un patrimonio natural con sus sotobosques y sus sistemas internos. Con sus linces, sus osos y por supuesto, sus lobos. Destruir el sotobosque es un crimen medioambiental en potencia que NO PUEDE quedar impune, ya que se estaría destruyendo un lugar lleno de vida, donde nuestra fauna se cobija, se alimenta y crea eso que nosotros llamamos naturaleza. La reforma de ley propuesta, además de ir en contra del interés general frente al particular, contraviene aún más las políticas y compromisos de España en favor de la lucha contra el cambio climático, los cuales exigen fomentar la recuperación de los bosques autóctonos, siendo además nuestro país el más afectado por el cambio climático en toda la UE.

 

No queremos ver a Asturias arder otra vez. El mundo rural necesita pequeños proyectos sostenibles de explotación forestal para tener bosques sanos con unos niveles de biomasa que aseguren una buena estructura de aguante en caso de incendios, y también necesita que se siga potenciando el turismo rural para acercar a las personas a la naturaleza. El sector ganadero no se va a salvar quemando montes. La propuesta de reforma de ley de los acotamientos es completamente contraproducente e innecesaria.

 

NIÑOS QUE DIBUJAN LOBOS

Daniela Bravo dibujo Lobo Marley 2016Hace más de 30.000 años los primeros Homo sapiens llegaron a Europa. La vida de esas gentes, sin nuestras comodidades y avances tecnológicos, nos parecería dura e inclemente. Les recibió un continente en plena glaciación, con inviernos largos y gélidos para los cuales sus cuerpos esbeltos, forjados por la sabana africana, no estaban preparados. Pero había razones excelentes para quedarse, ya que estas latitudes les ofrecían un verdadero paraíso natural, con una fauna abundante y espectacular. Y ya desde su llegada tuvieron claras sus prioridades, una de las cuales quedó plasmada en las paredes de las cuevas, sobre todo en la península ibérica y en Francia. Y es que en medio de su lucha por la supervivencia, para nuestros ancestros había una actividad irrenunciable: ¡dibujar animales!

 

Las pinturas rupestres de Altamira o Chauvette son ejemplos de preservación casi milagrosa, y es inevitable pensar en los miles de dibujos que se realizaron en soportes más efímeros, y que nunca podremos ver. Nuestros antepasados dedicaban mucho tiempo y esfuerzo a dibujar animales, y desde que se descubrieron los primeros ejemplos de arte rupestre hace más de un siglo, a los antropólogos les ha chocado que aquellos pueblos se pudiesen permitir semejante “lujo cultural”; al fin y al cabo ¿no se suponía que su vida era una breve y penosa lucha contra los elementos? Por ello siempre se han buscado interpretaciones pragmáticas, que ven esos dibujos como una herramienta de caza más. Al arte rupestre se le degrada interpretándolo como “magia imitativa”, lo que implica que aquellos cazadores dibujaban a los bisontes en las paredes de las cuevas para hacer “simulacros” de caza y propiciar un mayor éxito cinegético, y que de no ser por esa burda supersitición, nunca se habrían molestado en dibujar al bisonte en primer lugar.

 

5e25bbd9-8059-4469-a049-14987f929d15Las teorías al uso sobre la motivación de los artistas del paleolítico tienen una cosa en común, y es que ninguna de las personas que las han elaborado es un dibujante de animales. Si lo fuesen, sabrían la verdad básica sobre esta actividad y es que los que la practicamos no necesitamos una razón más o menos rebuscada para hacerlo, si no que más bien sería necesaria una poderosa razón para dejar de hacerlo. Los animales ejercen una fascinación natural sobre las personas, y si nos quedan dudas sobre ello basta con fijarnos en los niños. A todos los niños les gustan los animales y a todos les gusta dibujar. Sólo la continua influencia de la sociedad adulta les va secando esas inclinaciones innatas y les va “centrando” en un mundo donde se priorizan las cosas “prácticas”. Siempre me ha resultado patético ver cómo los padres primero rodean a los niños pequeñitos de ropas, juguetes y libros llenos de imágenes de animales caricaturizados, y luego cuando crecen les enseñan que los animales de verdad manchan, molestan, y no deben distraer la mente de un adulto que se precie (salvo, claro está, para sacarles provecho). Incluso en la enseñanza de la biología los animales concretos a menudo se consideran un tema infantil que sólo puede interesar a mentes simples. Y así se mata, a lo largo de la vida, nuestra afinidad instintiva con la biodiversidad, una afinidad que existe por algo y que de hecho es una adaptación para nuestra supervivencia a largo plazo.

 

Por esta razón, cada vez que nos invade el temor de que se pierda la sensibilidad hacia el mundo natural, conviene recordar que cada nueva generación viene al mundo con su carga genética completa e intacta, y que cada niño es como un plantón: si lo podamos y lo limitamos se puede convertir en un pobre bonsai retorcido, pero si le damos libertad para crecer naturalmente, se convierte en un árbol sano y vigoroso. Y un ejemplo muy refrescante lo hemos podido ver recientemente con motivo del primer concurso de dibujo escolar “Lobo Marley”. Le pedimos a los niños que dibujasen lobos, y la colección de obras que nos han mandado nos arranca inevitablemente una sonrisa y nos devuelve la esperanza.

 

70ead93b-2e37-4496-b890-9cef7c346136El ganador absoluto del concurso fue el dibujo de una niña de primaria llamada Daniela, un dibujo que muestra una escena nocturna donde dos lobos, según nos cuenta su autora, persiguen a un grupo de murciélagos. El paisaje corresponde a unas colinas iluminadas por las estrellas y por una luna enorme. Personalmente lo que más me gusta de este dibujo es la frescura con que representa el mundo de la noche, un mundo que tradicionalmente se asocia al miedo y la superstición, pero que en este dibujo parece invitarnos al viaje y la exploración. Es el misterio como estímulo, no como tabú y prohibición. En muchas personas adultas, la combinación de la noche, el lobo y los murciélagos despierta una reacción de pánico casi ridícula, pero en el dibujo de Daniela todavía no han entrado esas influencias domesticadoras. El espíritu de Daniela es libre, y el papel y las pinturas son sus herramientas para plasmar esa libertad.

 

Daniela vino con su famila a recoger su premio en la sede de Lobo Marley, en el Gabinete de Historia Natural de Madrid, y al instante pudimos entender porqué esta niña había creado un dibujo tan estupendo. Y es que tuvimos el privilegio de conocer a una familia maravillosa, con una actitud desprejuiciada y estimulante que permite que los talentos de los niños se muevan como pez en el agua. Y la buena noticia es que hay muchas familias así. Sigue siendo cierto que a nuestro alrededor los signos de un pasado cultural siniestro y asfixiante persisten por doquier y nos llenan de desánimo. Pero el futuro son los niños, y hay muchas y buenas razones para pensar que el futuro va a ser más alegre y más libre que el pasado, y mucho más natural. Los lobos van a ser los aliados de estos niños para instaurar ese futuro que no ha de llegar sin resistencia, pero que es inevitable. En ese futuro, la naturaleza, como los dibujos de animales de nuestros antepasados paleolíticos, no será un lujo, sino aquello que marca la diferencia entre la mera supervivencia y la vida plena.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

Unidos Podemos y Pacma, los partidos que apoyan al lobo para el 26J

26J a favor loboDurante mucho tiempo hemos oído el mal estar de la gente en las redes sociales con los partidos políticos y de no representar lo que muchos pedían. En especial de nuestros seguidores al ver que ningún partido se atrevía siquiera a tratar el tema del Lobo ibérico.

Hoy para las elecciones generales del 26 de junio de 2016 nos encontramos con un panorama totalmente distinto al de hace unos años o de antiguas elecciones. Esta vez tenemos dos partidos que se comprometen no solo a tratar el tema, sino a legislar y proteger al Canis lupus signatus en España, estos son Unidos Podemos y PACMA.

 

El partido EQUO, hoy en la coalición de partidos de izquierda Unidos Podemos, lleva muchos años trabajando en el tema del lobo ibérico. Nosotros mismos desde Lobo Marley hemos tenido mucho apoyo de este partido y sus dirigentes para por ejemplo entregar las casi 200.000 firmas en el Parlamento Europeo en 2013. El apoyo y compromiso por parte de EQUO a la lucha por la defensa del Lobo ibérico jamás a sido partidista y han respetado en todo momento la independencia de asociaciones como la nuestra.

Este año el partido EQUO (ya en conjunto con Podemos) organizó y convoco junto con nosotros la gran manifestación en defensa del lobo ibérico en Madrid, a la que acudieron más de 20.000 personas. Tras el éxito rotundo de esta manifestación, el diputado Juantxo López de Uralde presentó un Proyecto No de Ley sobre el lobo ibérico.

 

Una vez convocadas las nuevas elecciones, Juantxo Lopez de Uralde ya en campaña ha ratificado su pleno compromiso con la defensa del lobo ibérico y su protección en España «El lobo ya no es el malo del cuento sino el símbolo de nuestra Naturaleza salvaje. Protejámoslo».

Unidos Podemos Equo Lobo Juantxo

 

El compromiso del PACMA con el lobo viene de lejos, como parte de su lucha por los derechos de todos los animales. Apuestan no solo por el fin de la caza del lobo, sino del fin de la caza y de cualquier otro método de crueldad con los animales.

Pacma lobo fin de la caza

 

Para este 26J el PACMA propone una Ley de Protección del Lobo «Frente a aquellos que quieren exterminarlo por considerarlo un perjuicio para sus negocios o un competidor para sus crueles aficiones, proponemos un plan de protección para el lobo en todo el territorio español».

Pacma Ley de proteccion lobo

PRIMER CONCURSO DE DIBUJO ESCOLAR LOBO MARLEY

Daniela Bravo dibujo Lobo Marley 2016La plataforma ciudadana LOBO MARLEY por el lobo y el Mundo Rural ha llevado a cabo el PRIMER CONCURSO DE DIBUJO ESCOLAR LOBO MARLEY, destinado a promover la figura del lobo entre la población infantil española. Convencidos de que el lobo necesita de un cambio de conciencia en algunos sectores de la población y que la sensibilización ciudadana es una herramienta de probada eficacia por su abrumador efecto en ese sentido se convocó este concurso de dibujo como actividad dirigida a la población en edad escolar con objeto de generar entre ella otro punto de vista sobre el lobo, alejado de las clásicas historias y cuentos infantiles.

 

En este primer concurso han participado alumnos y alumnas de Educación Primaria y Secundaria de diferentes CEIP e IES de la Comunidad de Madrid. La participación ha sido todo un éxito.

 

Los galardonados en las diferentes categorías han sido:

 

Educación Primaria

Daniela Bravo Espinosa

4º Primaria- CEIP Miguel Delibes (Leganés)

 

Educación Secundaria

Ismael Torres Monteverde

4º ESO -Trinity College Liceo Serrano (Boadilla del Monte)

 

Los premios para cada uno de ellos fueron los siguientes: una estancia de fin de semana en el Centro de Educación Ambiental La Dehesa (Riópar, Albacete), un maletín de pintura y un lote de productos Lobo Marley.

 

A los centros educativos ganadores se les hizo entrega de un diploma conmemorativo, en agradecimiento a su labor de sensibilización y apoyo a la causa.

 

Daniela Bravo ganadora dibujo Lobo Marley 2016

ZORRO: LA MATANZA SILENCIOSA

Un día sí y otro también los defensores el lobo escuchamos el mismo argumento: si tan sólo nos callásemos y dejásemos de exigir la protección del lobo ibérico, los que lo quieren muerto se olvidarían de él y dirigirían su saña contra algún otro objetivo. Así por fin las cosas volverían a estar tan “bien” como antes. ¿Tendrán razón? Para comprobarlo objetivamente convendría, por ejemplo, que existiese otra especie de cánido salvaje al que unos quisieran matar por diversión y otros por atribuirle daños a los intereses humanos, pero sin que ninguna organización denunciase su situación ante la sociedad. Si existiera esa especie, podríamos comprobar si el ensañamiento se producía incluso en ausencia de la “provocación” conservacionista.

 

Obviamente, esa especie existe, y se trata del zorro, el astuto cánido al que Félix llamaba cariñosamente “Maese raposo”. El zorro se encuentra en el lugar al que algunos quieren llevar al lobo ibérico: especie cinegética, sujeta a “gestión” de las autoridades y disponible en una auténtica barra libre para los que hacen de su muerte un pasatiempo. Eso sí, sin mayor conflicto social a su alrededor. ¿Cuantos zorros se matan en este país cada año? Nadie lo sabe, pero podemos resumirlo con la frase “todos los que se puede”. No hay cupo para su caza, y básicamente se dispara a cada ejemplar que se pone a tiro. Y a los que no se dejan ver se les mata por métodos legales e ilegales de “control de depredadores”, incluyendo entre los primeros diversos tipos de lazos y entre los segundos el veneno de toda la vida. Cualquiera que desee alegrarse el día con una buena colección de imágenes de crueldad y exhibicionismo medieval que teclée en Google “caza de zorro con perro”. Los zorritos muertos cuelgan por docenas, del hocico o del rabo, como proscritos ahorcados y exhibidos en alguna época siniestra de nuestro pasado, mientras el perro y sus orgullosos dueños posan ante la cámara. Hasta hay cuadrillas que se ofrecen por internet a “limpiar de zorros tu coto totalmente gratis”, simplemente por el placer de hacerlo. ¿Qué ocurriría si el día de mañana se generase un movimiento social de defensa del zorro? ¿aumentaría la saña contra el pequeño cánido? Francamente lo dudo. Tal vez las imágenes de las matanzas se exhibirían con afán más desafiante, y el periodismo amarillista las sacaría de las redes sociales para ponerlas a circular en los medios como muestra de un “conflicto” que les vendría de perlas para arañar unas migajas de audiencia. Pero al zorro ya es difícil tratarle peor.

 

¿Cómo puede el raposo sobrevivir bajo tal castigo permanente? Las claves de su supervivencia son precisamente las cualidades que le diferencian del lobo. El zorro representa una fase anterior de la evolución de los cánidos, un modelo más adaptable y generalista que resiste mejor en tiempos de crisis. Los lobos, como los licaones y los cuones, son los representantes de esa familia más especializados para la caza de grandes presas, para lo que han desarrollado sistemas sociales más complejos, y esa especialización los hace más vulnerables ante el acoso humano. El zorro en cambio ha mantenido la talla pequeña, la dieta más omnívora y la sociedad más restringida propia de los cánidos primitivos, por no hablar de su astucia proverbial. De hecho, cuando se les causan bajas cuantiosas, los zorros reaccionan aumentando el tamaño de las camadas, con lo que mantienen la densidad. Los zorros y sus presas llevan millones de años evolucionado en los ecosistemas holárticos y ajustándose mutuamente, por lo cual el depredador nunca va a empujar a la extinción a su presa. Otra cosa es que los humanos quieran mantener densidades artificialmente altas de las especies que les divierte matar, soltando por ejemplo perdices críadas en cautividad y especialmente vulnerables a la depredación. En todo caso, si hay un factor que está afectando a las poblaciones de lo que se llama “caza menor” no es la acción de los zorros, sino las prácticas agrícolas agresivas que arrasan cada vez más la biodiversidad de nuestros campos. Al final, el principal efecto de las campañas de “control” es mantener al zorro en un estado de estrés perpetuo, que le hace más vulnerable a padecer enfermedades como la sarna y aumenta con ello el potencial de conflicto con el ser humano. Pero la actual política de “manejo” del zorro tiene otros efectos que nunca aparecerán en los informes de sus gestores: el primero es una cantidad astronómica de muertes gratuitas, cruentas y absolutamente evitables; y el segundo es una extraña satisfacción en sectores de la población que experimentan esas matanzas como ocio deportivo, como protección rutinaria de su negocio o incluso como justo castigo a las fechorías de Maese raposo. Algún cínico juzgaría que los miles de zorros masacrados cada año son un precio barato a pagar a cambio de esa “paz social”. Pero para muchos gestores del patrimonio natural el único hecho relevante es que el zorro aguanta el embite y si su población no está en peligro de extinción inminente, entonces no hay nada de qué preocuparse.

 

Esta visión fría y productivista de la biodiversidad tiene hondas raíces en nuestra cultura: ya el Antiguo Testamento sentó las bases al decir que todos los animales de la Tierra estaban para servir al hombre. Con el tiempo en Oriente surgieron movimientos como el budismo, que denostaban el sufrimiento evitable de cualquier ser vivo, pero en Occidente la estrategia favorita de los filósofos fue eludir la responsabilidad por el daño que hacemos a los demás. Y es que para una sociedad que ha negado la condición humana a personas de otras razas, a infieles, o incluso a las mujeres, justificar los abusos sobre cualquier otra especie es pan comido. Descartes y sus discípulos torturaban a animales domésticos y acallaban su conciencia aduciendo que los chillidos de la criatura no eran muestras de dolor sino más bien los chirridos de una máquina estropeada. Hoy, nuestra autojustificación usa estrategias más sofisticadas, principalmente la de quitar toda relevancia científica al individuo, que es quien vive, sufre y muere. Desde el punto de vista de la biología se pone el énfasis en escalas distintas a la del individuo, ya sea en una escala menor (“lo relevante evolutivamente son los genes, que definen la especie”), o en una escala superior (“lo relevante ecológicamente es la población”).

 

Ante cualquiera de estos enfoques la matanza de incontables zorros es irrelevante, y la necesidad de regir el comportamiento humano por algún tipo de ética es algo que no afectaría al frío ojo de la ciencia. Todo asomo de empatía se caricaturiza comparándola con las fantasías de Walt Disney, como si reconocer nuestra obvia afinidad con los demás pobladores del planeta fuese una ridícula muestra de infantilismo. Sin embargo la empatía y la sensibilidad ambiental serán esenciales en el futuro cercano para poner freno a las diversas modalidades de autodestrucción social y ambiental que tenemos en marcha. Por otro lado, la relevancia del individuo en la evolución de especies complejas tales como los carnívoros es una realidad cada vez más patente. En el estudio de la evolución se habla desde hace años de “behavioural leads” o “guías de comportamiento”, un fenómeno que implica que los cambios en el comportamiento se pueden adelantar a los cambios genéticos y de hecho crear el contexto adecuado para que las mutaciones adecuadas se seleccionen en el futuro. Así, las innovaciones desarrolladas por un individuo pueden tener consecuencias de largo alcance para toda la especie, algo que a los humanos debería resultarnos familiar. Los ejemplos son múltiples y fascinantes, pero a nuestros efectos lo relevante es que en animales tan sofisticados como los zorros, el individuo sí importa.

 

Está claro que la naturaleza es dura y aún sin intervención humana los zorros mueren por diversas causas, pero eso no nos exime de responsabilidad cuando los aniquilamos inútilmente. También los humanos estamos destinados a morir y no por ello sería aceptable abrir la veda para matar al vecino por cualquier diferencia de opinión o por falta de mejor cosa que hacer. La condición humana es en parte un bagaje genético, pero humano lo que se dice humano, no sólo se nace, sino que se hace cada día, tomando las opciones que nos dignifican y no las que nos degradan. Y el trato que damos a nuestros zorros, por no mencionar a nuestros lobos, no es precisamente dignificante.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

RESUMEN I JORNADAS SOBRE EL LOBO IBÉRICO EN EXTREMADURA

Agradecemos la invitación a Lobo Marley por parte de Antonio Castellano y a todos los que han hecho posible nuestra participación en las I Jornadas sobre el lobo ibérico organizadas por la Sociedad Extremeña de Zoología en el precioso pueblo de Hervás.

Unas jornadas más que necesarias para preparar y mentalizar de la llegada del lobo, el cual sin duda debe ser visto como una riqueza que ponga en alto valor y dé calidad a la biodiversidad de las tierras extremeñas.

Igualmente agradecemos la implicación de la Administración representada en el acto por la Alcaldesa de Hervás, Doña Patricia Valle y el Director General de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura Don Pedro Muñoz.

Las ponencias estuvieron en consonancia con el éxito de las Jornadas, reflejado en la alta asistencia de público.

La intervención de Luis Llaneza de ARENA puso el contexto histórico a la situación del lobo en Extremadura hasta su triste desaparición debido a envenenamientos, cepos, lazos, monterías, aguardos y otras causas.

Excelente la ponencia de Alberto Fernández Gil representando a ASCEL sobre la pésima gestión del lobo ibérico en España, donde nuestra especie cúspide se pierde en un limbo normativo intolerable que permite su erradicación incumpliendo la Directiva Hábitats, ya que las muertes de lobo ni son necesarias, ni se buscan otras soluciones por parte de la Administración, ni mantienen a la especie en un estado favorable de conservación.

Javier Talegón expuso mediante su empresa de ecoturismo LLOBU la indudable necesidad de regulación del turismo de observación sobre el lobo. Especie muy sensible que debe ser respetada en distancias, lugares y periodos reproductivos. Poniendo a la vez de manifiesto la riqueza biológica y económica que el lobo puede traer a los pueblos, siempre acompañada por una labor paralela de educación y respeto incuestionable a la especie.

Nuestro Presidente Luis Miguel Domínguez emocionó al público con un discurso apasionado sobre la necesidad de unión para conseguir la protección total del lobo ibérico. La sociedad quiere lobo, como quedó patente en la convocatoria de la manifestación que se organizó en Madrid el 13 de Marzo con la asistencia de más de 20.000 personas llegadas de toda España. No es comprensible que en pleno S.XXI el lobo ibérico sea aún una especie sin proteger por multitud de razones que LOBO MARLEY se encarga de exponer y transmitir día a día.

Estas razones se ponen de manifiesto en el documental “Wilmed, el Último bosque mediterránero”, presentado en las jornadas por Arturo Menor, su director, a través de ACAJÚ COMUNICACIÓN AMBIENTAL. Hay una frase que sentencia y resume muy bien el documental. Sierra Morena sin lobo ibérico está huérfana. Frase que es extrapolable a otras zonas de España, también se siente así en Extremadura.

Cocha López Llamas a través de su libro BEATRIZ Y LA LOBA toca la parte emotiva que rodea al lobo, igual de necesaria que la ciencia para defender su figura. Con una bonita exposición ha sido capaz de tocar la fibra sensible del público a través de una novela que pone sobre la mesa la similitud entre humanos y lobos. En este caso mujer y loba. Seguramente una de las causas del miedo atávico hacia el lobo es encontrarnos con nosotros mismos cuando nos miramos en él.

En resumen estas jornadas han supuesto una unión de diferentes personas, desde distintos sectores, en los que intuimos un mismo deseo que palpitaba y subyacía en la sala, por el que creemos que todos luchamos diariamente: EL LOBO IBÉRICO DEBE ESTAR TOTALMENTE PROTEGIDO POR LEY. Se puede, es posible y además es el momento.