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Los ganaderos boicotean la batida contra el lobo celebrada ayer sin éxito en Ribadesella.

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El Principado muestra su desconcierto por la actitud del sector, porque «se están atendiendo, en la medida de lo posible, todas sus peticiones»

15.08.2013 | 03:32

Los ganaderos boicotearon ayer la batida contra el lobo celebrada en el entorno del Mofrechu, en Ribadesella. Mientras que en anteriores actuaciones habían acudido en torno a treinta o cuarenta ganaderos, ayer sólo atendieron la invitación del Gobierno del Principado cinco ganaderos, todos ellos de la localidad de Santianes, en cuyo entorno se están registrando daños al ganado desde hace semanas.
La batida, pese a la «espantá» de los ganaderos, se realizó, con la presencia de los cinco ganaderos presentes y trece guardas. Concluyó como las anteriores: sin hallar siquiera indicios de los dos lobos que el Principado y los vecinos creen que campean por la zona. Fuentes del Gobierno regional mostraron ayer su desconcierto ante la ausencia de los ganaderos. Esta nueva situación hará que las autoridades se replanteen el futuro de las batidas. El lunes, los dirigentes del Principado implicados harán balance de las acciones contra el lobo y decidirán cómo y de qué manera continuarán en el futuro.
El Principado estima que los dos lobos que actúan en el concejo de Ribadesella se «desgajaron» de una manada, lo que hace «mucho más difícil» su localización y su eliminación. El hecho de que no integren una manada estable provoca, asimismo, que los daños que provocan sean mayores.
El Ejecutivo no entiende el boicot de los ganaderos porque se están «atendiendo, en la medida de lo posible, todas sus peticiones». De un lado, se están realizando batidas fuera del parque nacional (en el interior del espacio protegido están suspendidas), se ha comenzado a desbrozar zona de matorral y se está ultimando un programa de quemas controladas, en las que participarán «activamente» los ganaderos, a partir del 30 de septiembre.
Los ganaderos, por su lado, explicaron ayer que el boicot tiene su origen en el rechazo del sector con el actual sistema de batidas. El regidor de pastos de Cangas de Onís, José Antonio García Álvarez, explicó que resulta indispensable que las batidas estén protagonizadas «por cazadores y monteros profesionales» y con pirotecnia para provocar que los lobos abandonen sus madrigueras. Sólo así volverían a participar en los controles, pues el actual sistema ha demostrado su ineficacia, según el regidor.
García Álvarez explicó que las batidas deben realizarse con el mismo sistema que se utilizó en la sierra del Cuera hace unos años, con la participación de cazadores y monteros profesionales, lo que permitió la eliminación de todos los lobos existentes en aquella zona. García Álvarez ya trasladó estas peticiones a la guardería.
El regidor cangués se reunía ayer en Oviedo con el director del parque nacional de los Picos de Europa, Rodrigo Suárez Robledano. El encuentro concluyó sin acuerdo alguno. García Álvarez destacó el abismo que separa las posturas de ambas partes. Así, mientras el parque nacional pretende desbrozar un centenar de hectáreas en todo el parque, el regidor exige que se desbrocen 1.300 hectáreas sólo en el concejo de Onís y Cangas de Onís. En cuanto a las quemas controladas, García Álvarez subrayó que el parque «sólo» ofrece aplicarlas en 40 o 50 hectáreas, una extensión, a su juicio, «absolutamente insuficiente».
De otro lado, el «Boletín Oficial del Principado de Asturias» (BOPA) publicó ayer el acuerdo de la comisión de gestión del consorcio interautonómico por el que se dispone la redacción de un nuevo plan de ordenación de los recursos naturales del parque nacional de los Picos de Europa (PORNPE).

Fuente noticia.

La importancia de los grandes depredadores:un repaso exhaustivo de las investigaciones más recientes.

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Tres estudios recientes revelan cuan importantes son los grandes depredadores dentro de sus ecosistemas.

Pocas especies han enfrentado un odio tan cruento por parte de los humanos como los grandes depredadores del planeta. Considerados por muchas personas como plagas, catalogados reiteradamente como peligrosos, se les ha atacado con armas de fuego y lanzas, se les ha envenenado y «multado» y se les ha exterminado a largo y ancho de sus hábitats. Aún en aquellas regiones donde se han protegido vastas extensiones de hábitat, con frecuencia los grandes depredadores son los únicos elementos que hacen falta en el sistema.

Sin embargo, las investigaciones realizadas durante las últimas décadas están demostrando la importancia vital que tienen los grandes depredadores en los ecosistemas. Desde hace tiempo los biólogos saben que los depredadores controlan las poblaciones de los animales que les sirven de presas, pero estudios recientes revelan que su aporte es mucho mayor. Desde el control de depredadores más pequeños hasta la protección contra la erosión de bancos ribereños y la generación de zonas de concentración de nutrientes, parece ser que los grandes depredadores son indispensables para el funcionamiento de un ecosistema.

No es fácil ser un gran depredador

 
León macho en Kenia. Foto de Rhett A. Butler.

Los grandes depredadores (también conocidos como superpredadores) se encuentran en la cima de la cadena alimenticia de los ecosistemas. Los lobos en Alaska, los tigres en Siberia, los leones en Kenia y los tiburones blancos en el Pacífico, son todos ejemplos de superpredadores. Algunos de ellos fueron introducidos por los humanos, como los dingos en Australia, mientras que otros han irrumpido después de que los humanos extirparan a los grandes depredadores nativos, como el caso de los coyotes en Estados Unidos, tras la desaparición de los lobos y los pumas. De cualquier modo, la extensión y las poblaciones de los grandes depredadores han sido modificadas drásticamente a medida que los humanos han ido tomando el control del planeta.

Las evidencias genéticas muestran que, antes de la llegada de los europeos, en la porción continental de Estados Unidos existían cerca de 200 mil lobos; hoy quedan menos de 5 mil. A pesar de un esfuerzo de varios años que ha costado millones de dólares, actualmente los lobos están presentes en sólo el 5% de su área de distribución histórica en ese país. Los glotones, aunque principalmente carroñeros, también son grandes cazadores por derecho propio, e incluso se les ha observado intimidando a lobos y pumas. Pero en EE.UU. les ha ido peor que a los lobos. A pesar de que se estima que solo quedan 500 glotones en la porción continental de aquel país, el gobierno de Bush les negó cualquier clase de cobertura bajo el Acta de Especies En Peligro (Endangered Species Act), con el argumento de que los glotones aún son muy abundantes en Canadá, por lo que, en esencia, este depredador no era digno de protección.

Los tigres, que son los felinos más grandes del mundo, están amenazados a lo largo y ancho de su área de distribución. Estos animales están al borde de la extinción no obstante ser uno de los animales más reconocidos y apreciados del mundo. La especie se clasifica en Peligro de Extinción según la Lista Roja de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), en tanto que dos de las seis subespecies que sobreviven se consideran en Peligro Crítico. Pocos organismos han recibido tanto financiamiento y atención para su conservación como los tigres y a pesar de ello estos grandes gatos se alejan cada vez más de una posible recuperación. Estudios recientes reportan disminuciones en las poblaciones de tigres de India y Rusia, consideradas como los enclaves más importantes para la conservación de la especie.

Los superpredadores, como los leones africanos, generan millones de dólares gracias al turismo y aún así enfrentan una multitud de problemas. La pérdida de hábitat, el envenenamiento y la matanza con lanzas y armas de fuego han arrasado con las poblaciones de la especie. Reportes recientes sostienen que en veinte años podrían desaparecer incluso de sus mejores hábitats, como los pastizales de Kenia, si no se toman medidas al respecto.

Es erróneo suponer que éstas especies son, de alguna forma, inmunes a la extinción: tres subespecies de tigre (las de Java, Bali y el Caspio), dos subespecies de lobo (ambas de Japón), una subespecie de león (barbario) y el tilacino, alguna vez el máximo depredador de Australia, todas desaparecieron durante el siglo veinte. La década pasada fue testigo de la pérdida del baiji, un delfín de río que era el superpredador de las aguas del Río Yangtze en China.

 
Un tigre de Sumatra en cautiverio. Esta subespecie se encuentra en peligro crítico de extinción. Foto de Rhett A. Butler.

Otros grandes depredadores se tambalean hacia la extinción: el tigre indochino, los leopardos de Amur, Arabia y Java y el guepardo asiático podrían desaparecer durante el presente siglo. En algunas partes del mundo, las poblaciones de los grandes mamíferos carnívoros se han desplomado de forma impresionante hasta en un 95-99 por ciento.

Los superpredadores no sólo se están desvaneciendo de la tierra. En los océanos, muchas poblaciones de tiburones han sido diezmadas. La sobreexplotación pesquera, ya sea para la captura de todo el animal o por la búsqueda de su aleta (los pescadores cortan la aleta del tiburón para después arrojar el cuerpo del animal de regreso al agua, donde perece rápidamente) está cobrando su cuota en algunas especies de escualos. Un estudio de 2006 encontró que se sacrifican hasta 73 millones de tiburones al año, únicamente para la comercialización de su aleta para satisfacer la demanda de una delicadeza asiática: la sopa de aleta de tiburón. La primera evaluación global de tiburones y mantarrayas encontró que casi una de cada tres especies está bajo amenaza de extinción, una proporción mayor que la de los anfibios, de los cuales se dice se encuentran en medio de una crisis de extinción. Las poblaciones de algunas especies de tiburones han disminuido hasta en un 90 por ciento en unas cuantas décadas.

En una época en la que los superpredadores están desapareciendo del mundo entero, tres artículos científicos recientes revelan una nueva faceta de los grandes depredadores. Estos trabajos demuestran que, debajo de su imagen peligrosa y feroz, en realidad los grandes carnívoros protegen muchos aspectos de los ecosistemas que habitan y nos alertan sobre el grave detrimento ecológico que significaría su desaparición.

‘El enemigo de mis enemigos es mi amigo’

Durante mucho tiempo se ha reconocido que los grandes depredadores afectan y controlan las poblaciones de sus presas (por ejemplo, los lobos sobre los wapitíes, los leones sobre las cebras, los tigres sobre los ciervos), pero estudios recientes han demostrado que los superpredadores también inciden sobre las especies de carnívoros que se encuentran justo por debajo de ellos en la cadena alimenticia, conocidos con el término de “mesodepredadores”. Los coyotes de Norteamérica, las hienas de África, los ocelotes y jaguarundis de Sudamérica y las comadrejas de Europa, son ejemplos de mesodepredadores.

 
Coyote. Foto de Sally King, Servicio de Parques Nacionales, EE.UU.

Un artículo reciente publicado en la revista Ecology Letters titulado “Interacciones entre depredadores, la liberación de mesodepredadores y la conservación de la biodiversidad” reseña 94 estudios relacionados con los súper y los meso predadores, revelando cuán grande es el impacto de aquéllos sobre las especies que encuentran por debajo de ellos.

El artículo define a los mesodepredadores como “cazadores generalistas y versátiles, con la capacidad para alcanzar altas densidades poblacionales y para causar grandes impactos sobre una amplia gama de especies de presas”. Sin embargo, en ocasiones la situación se torna mucho más complicada. Por ejemplo, en ciertas regiones de Norteamérica donde se ha exterminado a pumas y lobos, los coyotes ascienden a la cima de la cadena alimenticia, lo que los convierte en superpredadores, aunque los coyotes difícilmente tienen los mismos hábitos de caza o poseen las mismas habilidades de los grandes cazadores del continente.

El autor principal del artículo, Euan Ritchie, delineo para mongabay.com dos formas en la que los grandes depredadores inciden sobre los mesodepredadores: una se centra en el temor y la otra en la aversión. “Primero que nada, los superpredadores sienten aversión por los mesodepredadores (piénsese en perros y gatos), quizá porque los perciben como competencia y por lo tanto tratan activamente de localizarlos y exterminarlos, reduciendo así su abundancia general”.

De acuerdo al artículo, la aversión ocasiona que un gran depredador mate a un depredador más pequeño “para obtener alimento y para eliminar a un competidor ecológico”. Algunos superpredadores matarán a un mesodepredador y abandonarán el cuerpo sin comerlo.

Además, existen pocas cosas que los mesodepredadores teman más en el mundo que encontrarse de frente con un superpredador: algunos estudios han demostrado que el temor por sí sólo puede causar grandes cambios conductuales en los mesodepredadores.

“El temor puede causar que los mesodepredadores reduzcan o modifiquen sus periodos de actividad y/o los hábitats que utilizan” explica Ritchie. “Esto puede disminuir la capacidad de los mesodepredadores para encontrar alimento, reduciendo su reproducción y supervivencia, lo cual puede afectar seriamente a sus poblaciones”.

Al revisar los estudios de campo, el reporte encontró que una reducción de los grandes depredadores permite un incremento desproporcionado de los mesodepredadores, que en ocasiones aumentan hasta el cuádruple. En otras palabras, si una población de lobos tiene una reducción de cien animales, puede presentarse, bajo ciertas condiciones, una explosión de cuatrocientos animales en la población de coyotes. Este fenómeno ecológico, conocido por los científicos como ‘liberación del mesodepredador’, a su vez afecta a muchas otras especies.

 
Dingos. Foto de Josh Posh.

«Cuando los grandes depredadores (por ejemplo, los dingos) son removidos de un ambiente, los mesodepredadores (por ejemplo los gatos y los zorros) pueden incrementar rápidamente su abundancia, ya que tienden a ser especies más generalistas y oportunistas, con una mayor tasa reproductiva, lo cual empuja a las especies presa hacia la extinción», explica Ritchie y añade que «esto es particularmente cierto cuando las especies presa tienen bajas tasas reproductivas, como ocurre con muchos de los mamíferos originarios de Australia».

Por ejemplo, una población de walabí rojo desapareció de Australia después de que se envenenó a los dingos nativos. Una vez que se acabaron los dingos, la zorra (una especie exótica en Australia) invadió la zona y los walabíes, que habían sobrevivido hombro con hombro con los dingos, fueron velozmente cazados hasta el exterminio. Esta especie de walabíes se encuentra catalogada como vulnerable según la Lista Roja de la IUCN.

En casos como este, los superpredadores de hecho ayudan a la supervivencia de ciertas especies de presas. Al mantener un control constante sobre los mesodepredadores, los grandes depredadores se convierten en protectores de las presas, especialmente de las más pequeñas. Realmente no sería excesivo nombrar a los superpredadores como ‘los guardianes de las pequeñas especies de presas’.

“En pocas palabras”, apunta Ritchie, “el enemigo de mis enemigos es mi amigo”. Y agrega que “aunque los grandes depredadores consumen las mismas especies de presas que los mesodepredadores, sus impactos son menores debido a la mayor extensión de sus territorios y a su menor abundancia poblacional”.

Aunque existe una tendencia general según la cual los superpredadores mantienen bajo control a los mesodepredadores y, por lo tanto, ayudan a varias especies presa, el estudio de la relación entre los depredadores puede ser increíblemente complejo. De acuerdo al artículo, algunos de los factores causales que deben ser considerados incluyen la disponibilidad de recursos, los tipos de hábitat y la interrelación de varios grupos de depredadores.

 
Glotón. Foto cortesía del Servicio de Parques Nacionales, EE.UU.

Para ilustrarlo, Ritchie vuelve a señalar a Australia: “tenemos el ejemplo clásico de la relación entre los dingos, las zorras y los gatos. Los dingos matan zorras y gatos. Las zorras también matan gatos. El problema surge cuando, bajo ciertas circunstancias, los dingos, al matar a las zorras, indirectamente ayudan a los gatos. Sin embargo, hasta la fecha ningún estudio ha sido capaz de esclarecer la complejidad de esta relación. No cabe duda que la misma situación es aplicable en otros grupos de depredadores, como los lobos y los coyotes con los gatos, las zorras, los mapaches, los zorrillos, etc. Recién iniciamos la exploración de la real complejidad de estas relaciones”.

No obstante la complejidad, Ritchie y sus colegas han encontrado una cantidad considerable de evidencia acerca del papel que los grandes predadores juegan en la regulación del sistema ecológico.

Los depredadores también protegen a las plantas

Los grandes depredadores impactan a las poblaciones de presas, a los mesodepredadores que se encuentran debajo de ellos e, indirectamente, a las presas de los mesopredadores, pero ¿qué sucede con las plantas?

A primera vista parecería ridículo que un superpredador pudiera afectar drásticamente la vida vegetal de un ecosistema. Sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista Biological Conservation realizado en cinco Parques Nacionales de Estados Unidos (Olympic, Yosemite, Yellowstone, Zion y Wind Cave) mostró el grado en el que muchas plantas, y por lo tanto, los ecosistemas sanos, dependen de los grandes depredadores. Entonces éstos no únicamente serían ‘los guardianes de las presas pequeñas’, sino también tendría que reconocérseles como ‘los guardianes de la flora autóctona’.

   

Durante la corta historia estadounidense, los grandes depredadores, como los lobos y los pumas, fueron exterminados de sus hábitats debido a que fueron cazados, atrapados y envenenados, e incluso se establecieron campañas gubernamentales de erradicación de estas ‘plagas’. El estudio demostró que este declive —que en muchos lugares llegó a la extirpación absoluta— de los grandes depredadores tuvo un impacto drástico sobre las plantas.

“La eliminación de los superpredadores de un paisaje permite que los grandes herbívoros como el wapití y los venados forrajeen sin control, debido a la reducción en el riesgo de depredación y de la depredación misma”, explica a mongabay.com el Dr. Robert Beschta, primer autor del artículo. “Al paso del tiempo, el uso intensivo que hacen estos animales de las plantas puede alterar significativamente la composición de las comunidades vegetales, lo cual, a su vez, afecta a otros animales cuyos ciclos de vida dependen de la vegetación”.

Para ejemplificar menciona que “los wapitíes pueden incrementar ostensiblemente su presión de forrajeo sobre los álamos y los sauces en las zonas donde los lobos han sido erradicados. Si los altos niveles de forrajeo se mantienen año con año, se puede originar la extinción local de esas plantas y algunas otras”.

Los científicos conocen este proceso con el nombre de ‘cascada trófica’, la cual, comenta Beschta “se usa para denotar los efectos de los depredadores sobre sus presas y, a su vez, sobre las plantas”.

Beschta y su colaborador William J. Ripple encontraron que veinte años después de que los grandes depredadores fueran desplazados de los cinco parques nacionales, el reclutamiento de árboles (es decir, el número de arboles que sobreviven hasta una altura determinada) se desplomó hasta representar sólo el 10 por ciento de la cantidad requerida para mantener las comunidades arbóreas en su nivel histórico. El efecto fue aún más severo a los cincuenta años: los niveles de reclutamiento cayeron hasta el 1 por ciento. De acuerdo a estos investigadores, dicha tendencia eventualmente podría ocasionar la extinción local de muchas especies de árboles nativos.

Después de descartar otros causas potenciales, tales como el clima, los incendios, la disminución en el impacto de las tribus nativas y el uso de suelo, el estudio concluyó que estos cambios en la supervivencia de los arboles se debieron a la pérdida de los grandes depredadores.

“Ninguno de los otros factores analizados explicó el declive observado a largo plazo en el reclutamiento arbóreo”, describen los investigadores.

 
El superpredador de Sudamérica: un jaguar en Brasil. Foto de Rhett Butler.

La disminución en la sobrevivencia de los árboles y la pérdida de ciertas especies vegetales debido a la pérdida de depredadores puede tener muchos impactos sobre el ecosistema, afectándolo todo, desde la erosión hasta los incendios.

“La rápida erosión de los suelos de las laderas montañosas o de las riberas de los ríos puede presentarse a medida que se altera paulatinamente la diversidad y la biomasa de las comunidades vegetales”, comenta Beschta. Además, “el fuego es un mecanismo importante para la regeneración de los álamos, pero cuando existen altos niveles de herbivoría el fuego acelera la remoción de los árboles grandes al tiempo que los brotes son incapaces de crecer por arriba del nivel de ramoneo de los venados o de los wapitíes”.

La pérdida de los grandes depredadores y el aumento en el nivel de forrajeo de los herbívoros también puede tener un gran impacto sobre los ambientes acuáticos, pudiendo incluso llegar a degradar las comunidades vegetales hasta el punto en el que “éstas ya no son capaces de mantener la estabilidad de los bancos ribereños ante los eventos en los que se presentan grandes caudales de agua” afirma Beschta. “Una vez que las comunidades vegetales ribereñas han sido degradadas, puede presentarse un ensanchamiento o erosión vertical de los cauces”.

Tales impactos pueden elevar las temperaturas durante el verano debido a que se reduce la profundidad de la corriente y aumenta la carga de sedimentos, destruyendo hábitats importantes para la reproducción de los peces.

Un estudio realizado en el Parque Nacional Zion mostró la potencia de las repercusiones ocasionadas por la pérdida de un superpredador: la abundancia de varias especies, incluyendo plantas acuáticas y terrestres, anfibios, lagartijas y mariposas, resultó ser menor en las zonas donde los pumas eran escasos en comparación con las áreas donde los pumas aún rondaban con frecuencia.

 
Un puma o león de montaña en Belice. Foto de Rhett Butler.

Al final, la pérdida de un depredador tope puede estar asociada con la disminución general de los servicios ecosistémicos, dado que “la diversidad de plantas autóctonas, así como la estructura y composición de las comunidades vegetales son necesarias para sustentar la cadena alimenticia, mantener los hábitats, contribuir a la formación de suelo y muchos otros servicios ecosistémicos. La clave para la manutención de estos servicios es una comunidad vegetal sana y vibrante”, aseveró Beschta.

Pero sin los súper depredadores el pastoreo excesivo de los grandes herbívoros “puede alterar profundamente el funcionamiento normal de las comunidades vegetales naturales”, asegura Beschta y agrega que “la herbivoría incontrolada es una ‘poderosa’ fuerza ecológica que puede tener severas consecuencias para los ecosistemas terrestres y acuáticos”.

Los depredadores enriquecen el ecosistema

Uno de los estudios recientes más sorprendente sobre depredadores muestra que éstos no sólo afectan a las especies vegetales, sino que, a través de sus actividades de caza, también crean puntos de concentración de nutrientes que mantienen los ecosistemas ricos y variados.

Investigadores de la Universidad Tecnológica de Michigan usaron registros de depredación de lobos sobre alces a lo largo de 50 años en el Parque Nacional Isla Royale, en el Lago Superior. Encontraron que los cadáveres de alce enriquecen el suelo con compuestos bioquímicos que crean puntos de concentración de fertilidad forestal.

Mediante la cuantificación de estos compuestos en los suelos de los sitios de depredación y en sitios de control, los científicos encontraron que los suelos de los sitios de matanza eran entre 100 y 600 por ciento más ricos en nitrógeno inorgánico, fósforo y potasio que los sitios de control. Además, mostraron en promedio un 38% más ácidos grasos bacterianos y fúngicos y los niveles de nitrógeno en el follaje fueron entre 25 y 47% más elevados que en los sitios de control.

 
La zorra es un mesodepredador presente en muchas regiones del mundo. Foto cortesía del Sistema de Parques Nacionales, EE.UU.

«Este estudio reveló una inesperada asociación entre el comportamiento de caza de un gran depredador, el lobo, con los puntos de concentración bioquímica en el paisaje”, aseveró Joseph Bump, profesor asociado de la Escuela de Recursos Forestales y Ciencias Ambientales de la Universidad Tecnológica de Michigan. “Esto es importante porque arroja luz sobre otra de las contribuciones que los superpredadores tienen en los ecosistemas que habitan e ilustra lo que puede protegerse o perderse cuando los depredadores son conservados o exterminados”.

Bump afirma que él y sus colegas se sorprendieron por la claridad con la que aparecieron los resultados de la bioquímica en los sitios de matanza, considerando que los lobos, con la ayuda de los carroñeros, dejan limpios hasta los huesos.

“Nos sorprendió el hecho que observamos fuertes efectos aún y cuando los cadáveres son tan bien aprovechados. Suponemos que los contenidos estomacales son importantes en la creación de los efectos de fertilización porque los lobos y los carroñeros no ingieren el material vegetal en descomposición ni el caldo microbiano que se encuentra en los estómagos de los alces”, relata Bump para mongabay.com.

Si en realidad los contenidos estomacales son la fuente primaria del flujo de nutrientes añadidos al ecosistema, entonces los cazadores humanos probablemente podrían generar un aumento similar en los nutrientes, comenta Bump. Sin embargo, agrega que existe una gran limitante a este respecto.

“[Los cazadores] dispersan los montones de vísceras a lo largo de diferentes lugares y en distintas épocas del año, de forma diferente a como lo hacen los lobos con sus presas”, explica Bump. “Los cúmulos de vísceras de los cazadores se concentran temporalmente durante la temporada de caza y generalmente se encuentran más cerca de los caminos”.

 
El leopardo, el mayor depredador en muchas regiones de África y Asia, ha perdido gran parte de su hábitat. Foto de Lee Berger.

En otras palabras, los lobos juegan un papel importante en la distribución de los puntos de concentración de nutrientes. De acuerdo al artículo: “en contraste [con los cazadores humanos], los depredadores silvestres cazan continuamente a lo largo de zonas más amplias”.

“En algunas zonas del área de estudio se encontraron alces depredados por lobos en una proporción hasta 12 veces mayor en la que ocurrieron los alces que murieron por otras causas”, asegura Bump. “Esto significa que los lobos, al menos parcialmente, determinan el sitio en el que un alce cae al suelo. En algunas áreas donde aparentemente los lobos tienen un mayor éxito de cacería, se encontraron mayores depósitos de cadáveres y los cambios que observamos en el suelo estuvieron espacialmente agrupados”.

Al agrupar los cadáveres, los lobos crean zonas de mayor fertilidad en el suelo. Este agrupamiento no es reproducido por los cazadores humanos, ni por los atropellamientos vehiculares, ni por las muertes por inanición o cualquier otra clase de mortalidad de los alces.

Según el artículo, es poco probable que estos resultados sean aplicables únicamente para lobos y alces. “Es posible que los resultados obtenidos en este ecosistema boscoso se presenten dondequiera que la interrelación entre los grandes carnívoros y los ungulados se encuentre intacta. Por ejemplo, hemos observado efectos biogeoquímicos similares, tanto sobre la superficie como debajo de ella, en sitios de acumulación de cadáveres de wapitíes en el Parque Nacional Yellowstone […] En la tundra ártica, un ambiente de escasos recursos, el impacto que tiene el cadáver de un buey almizclero (Ovibos moschatus) sobre la vegetación circundante sigue siendo dramático después de 10 años, lo cual resalta que los efectos de los cadáveres pueden ser más duraderos en algunos sistemas. Es factible que se presenten dinámicas similares en los sistemas sudamericanos, africanos y asiáticos que mantienen intacta sus relaciones presa-depredador”.

Los autores sostienen que estas investigaciones son cruciales porque demuestran que los superpredadores aportan servicios ecosistémicos desconocidos e inesperados, lo cual, en la jerga científica se describe como “la creación de heterogeneidad ecosistémica a múltiples escalas”.

“Lo que importa” concluye Bump, “es que los lobos no están conectados instintivamente ni con el suelo ni con la fertilidad de un porción de tierra determinada. La identificación y descripción de estas relaciones permite contar una historia más completa de lo que ocurre cuando existen poblaciones saludables de alces y lobos en el paisaje. Si los ecólogos continúan contándonos este tipo de historias entonces sabremos qué es lo que se gana o pierde con la restauración o la desaparición de las poblaciones de lobos, respectivamente”.

¿Qué sigue?

 
Después de la extinción del tilacino o lobo de Tasmania.el demonio de Tasmania se convirtió en el mayor depredador endémico de Australia. Foto de Wayne McLean.

A medida que los investigadores descubren más formas en las que los depredadores contribuyen al funcionamiento de los ambientes, la pregunta que surge es ¿ahora qué sigue?

Una respuesta relativamente reciente estriba en la reintroducción de los superpredadores en los hábitats de donde desaparecieron. Hasta la fecha los grandes depredadores han sido reintroducidos en algunas zonas selectas, siendo el ejemplo más famoso el de los lobos en Norteamérica. Pero el proceso de reintroducción de estas especies es novedoso y los investigadores son muy cautelosos para recomendarlo sin antes conocer la fotografía completa del ecosistema que les permita predecir los efectos potenciales.

“Necesitamos visualizar el ecosistema como un todo y no enfocarnos sobre una sola especie”, recomienda Ritchie, co-autor del artículo sobre el efecto de los superpredadores en los mesodepredadores. “Cuando interferimos con un sistema natural es inevitable que haya vencedores y vencidos. Así que antes de continuar y de cambiar las cosas, necesitamos preguntarnos el por qué estamos haciéndolo, qué esperamos lograr y cuáles serán los resultados probables. Si somos incapaces de responder estas preguntas entonces no deberíamos seguir adelante”.

El Parque Nacional Yellowstone ha demostrado ser un ejemplo particularmente intrigante sobre los efectos que la reintroducción de los grandes depredadores puede generar en los ecosistemas, debido a que el lobo, el mayor depredador de la región, estuvo ausente por casi 90 años.

El estudio de Beschta encontró que después de la desaparición de los lobos en Yellowstone, la población de álamos (Populus) disminuyó rápidamente debido a la intensificación del ramoneo por parte de las manadas de wapitíes. Durante este tiempo, se iniciaron programas de extracción de wapitíes para controlar el sobre-ramoneo en Yellowstone y otros parques, pero ninguno pudo replicar el efecto de un superpredador sobre las poblaciones de ungulados.

Eventualmente, durante 1995 y 1996, inicio un cauteloso programa de reintroducción en el Parque Nacional Yellowstone: treinta y un lobos fueron regresados a la naturaleza. La medida rápidamente fue un éxito, a pesar de estar rodeada de controversia.

“Con la reintroducción de los lobos en Yellowstone, el gremio de los grandes carnívoros está completo nuevamente”, atestigua Beschta. “Luego de unos cuantos años después de la reintroducción, en algunas zonas empezamos a registrar un descenso en la presión de ramoneo y un incremento en la altura de los individuos juveniles de sauces, álamos y chopos. Este resultado es sumamente estimulante porque parece ser que es la primera vez en varias décadas que estos árboles han podido crecer por arriba del nivel de ramoneo de los wapitíes, produciendo semillas para las próximas generaciones. Otras observaciones indican que están aumentando los números de castores y que los depredadores pequeños y los carroñeros podrían estar mejorando sus condiciones. En contraste, la abundancia de wapitíes y coyotes ha estado yendo a la baja”.

 
Hiena manchada en Kenia. Foto de Rhett A. Butler.

Un estudio reveló que la tasa de supervivencia de los berrendos juveniles se ha incrementado en un 400% en Yellowstone, lo cual es un claro ejemplo del impacto que los lobos tienen sobre los mesopredadores, en este caso sobre los coyotes.

“En términos generales, la reintroducción de lobos parece haber desencadenado un proceso de reestructuración del ecosistema de Yellowstone, el cual aún continúa” agrega Beschta. “Esperamos que con el transcurso del tiempo Yellowstone genere una mejor comprensión del grado en el que los grandes depredadores como los lobos han influido sobre otros ecosistemas en los terrenos nacionales del Oeste americano”.

Los lobos de Yellowstone son un buen ejemplo de cómo las reintroducciones de superpredadores pueden llegar a ser un completo éxito ecológico.

No obstante que quedan algunas interrogantes en el aire, Ritchie ve la reintroducción de los grandes depredadores como un medio para restablecer ecosistemas sanos y funcionales.

“En muchos casos, nuestros ambientes tan sido tan gravemente degradados por el impacto humano, que con frecuencia no hay nada que perder y mucho que ganar con la aplicación de experimentos intrépidos”, comenta Ritchie a mongabay.com. “Por ejemplo, el demonio de Tasmania es un depredador nativo de Australia cuyas poblaciones están disminuyendo en la isla de Tasmania debido una enfermedad que les provoca la aparición de tumores faciales. Hasta hace muy poco este animal ocupaba las tierras del interior del continente australiano. A partir de la teoría ecológica y de la evidencia anecdótica sabemos que esta especie es capaz de controlar las poblaciones de zorras y gatos y, por lo tanto, ayudar a otras de nuestras especies más amenazadas. Así que, ¿por qué no reintroducimos demonios a la porción continental? Quizá sean capaces de revertir parte del daño causado por las zorras y los gatos, además del beneficio adicional que representa el establecimiento en el continente de una población de demonios libre de enfermedades, que sirva de garantía para la supervivencia de la especie”.

Por supuesto que existen presiones políticas de ambos lados, tanto de los grupos a favor como de los que están en contra de los depredadores, que complican el problema. Muchas personas, de forma similar a los mesodepredadores, aún sienten temor y aversión ante los grandes depredadores. Uno solo tiene que echar un vistazo al reciente debate sobre la autorización de la caza de lobos en EE.UU. para darse cuenta de cuan apasionados suelen tornarse los argumentos.

Aunque la reintroducción de lobos en Yellowstone ha demostrado ser un éxito ecológico, en el terreno político no le ha ido tan bien. Después de años de presión de los grupos anti-lobos, este año el gobierno de Obama permitió que los estados de Wyoming y Montana iniciaran una vez más la cacería de lobos. Rápidamente fueron devastadas algunas manadas que eran bien conocidas en Yellowstone. Nadie sabe como este reciente experimento en las reintroducciones controladas por el hombre incidirá sobre los lobos sobrevivientes y, a su vez, sobre el gran ecosistema. Aún así, Ritchie sugiere que al extraer a los grandes depredadores, especialmente a los líderes de las manadas, los conflictos entre la gente y los carnívoros solo tenderán a empeorar, en lugar de mejorar.

“Muchos superpredadores (por ejemplo, los lobos) tienen conductas y estructuras sociales complejas, por lo que al eliminar individuos, especialmente los que son dominantes y más experimentados, podemos alterar drásticamente la forma en la que la manada se comporta”, explica Ritchie. “En el caso de los dingos, existe cierta evidencia de que su estructura social se rompe cuando se matan individuos… En algunos casos, los dingos parecen depredar más ganado en las zonas donde son perseguidos que en las áreas donde no son molestados. Esto probablemente ocurre porque sobreviven pocos dingos viejos, los cuales en circunstancias normales entrenan a los perros jóvenes a cazar especies como los canguros. Así que al final lo único que tienes es un montón de adolescentes rudos y maleducados que se abalanzan sobre la presa más fácil, que con bastante frecuencia son los becerros de las vacas”.

Actualmente, Australia está considerando la reintroducción de dingos en algunas zonas para echarles una mano a los sobre-depredados mamíferos nativos. Una investigación reciente también ha sugerido que la reintroducción de lobos en las tierras altas de Escocia, ausentes desde mediados del siglo XVI, podría ayudar al regreso del follaje natural, el cual hoy en día es sobre-ramoneado por los ciervos. Tales esquemas de reintroducción enfrentan muchas dificultades políticas; a final de cuentas no es la ciencia sino la política lo que determina el rumbo a seguir.

Tal como lo afirma Beschta: “la principal conclusión de nuestras investigaciones es que la pérdida de los grandes depredadores ha sido increíblemente importante. Lo que sigue a partir de aquí estriba en el uso que la sociedad le dé a esta ‘nueva’ información”.

Referencias: Euan G. Ritchie and Christopher N. Johnson. Predator interactions, mesopredator release and biodiversity conservation (Interacciones entre depredadores, liberación de mesodepredadores y conservación de la biodiversidad). Ecology Letters. Volume 12, Issue 9.

Beschta, R.L. and W.J. Ripple. Large predators and trophic cascades in terrestrial ecosystems on the western United States (Los grandes depredadores y las cascadas tróficas en los ecosistemas terrestres del Oeste de Estados Unidos). Biological Conservation.

Bump, J.K., Peterson, R.O., & Vucetich, J.A. 2009. Wolves modulate soil nutrient heterogeneity and foliar nitrogen by configuring the distribution of ungulate carcasses (Los lobos modulan la heterogeneidad de los nutrientes del suelo y el nitrógeno foliar al configurar la distribución de los cadáveres de ungulados). Ecology. Vol 90, Issue 11.
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El oso, un nuevo activo medioambiental para Zamora.

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Una serie de nueve imágenes captadas por una cámara instalada en Vega del Castillo, en la zona de la provincia zamorana que se inclina hacia León, ha resuelto el dilema: hay osos en Zamora, al menos uno. Las fotografías, tomadas por el dispositivo montado por el apicultor Isidro Bordel en su propio colmenar, tienen valor de documento histórico, pues es la primera vez que se ha constatado la presencia del plantígrado en la comarca carballesa. La Junta de Castilla y León reconoce el valor de las instantáneas, que confirman los indicios recogidos desde hace tiempo en explotaciones apícolas de la zona. Este animal, considerado extinto desde principios del siglo XX en La Carballeda y Sanabria, ha vuelto y con él sus partidarios y detractores.

Este periódico ha publicado en los últimos meses testimonios fotográficos y declaraciones de apicultores de Muelas de los Caballeros y Vega del Castillo sobre ataques a colmenas del norte de la provincia que hacían sospechar que al menos un oso vivaqueaba por la comarca. El imaginario popular llegó a poner un nombre, nada zamorano por cierto, al animal, Giorgino, que ahora ya tiene retrato y carné de identidad: un adulto en dispersión perteneciente a la población cantábrica de la que forman parte unos 180 ejemplares, según definición de la propia Junta.

La constatación del regreso del plantígrado a la provincia ha hecho aflorar de forma instantánea las dos corrientes de pensamiento que están muy definidas y afiladas en Zamora, y que coinciden con los defensores de la fauna salvaje y quienes cuestionan su presencia por los daños que ocasiona. Los dos grupos están montados, sin duda, en intereses que la Administración regional no ha sabido, hasta el momento, descabalgar a base de buscar el equilibrio utilizando las compensaciones.

Proteccionistas y gestores cinegéticos han aplaudido la vuelta a Sanabria y La Carballeda del representante máximo de la gran fauna en la península ibérica. Todo lo contrario han hecho las organizaciones profesionales agrarias y, en particular, los apicultores, cansados de los daños que causan los animales salvajes y las dificultades que tienen que superar para recibir las indemnizaciones. Los productores temen que con el oso se reproduzca la «guerra» del lobo, que suma ya numerosas batallas y aún no se ha resuelto, a pesar de que incluso ha entrado en ella hasta la Comisión Europea.

La Administración regional ya ha anunciado que hará un seguimiento del ejemplar avistado «que supone un hito para la conservación de la población de oso pardo cantábrico» y recordado que en la región se mantiene en vigor un plan de recuperación de la especie. El delegado territorial de la Junta en Zamora, Alberto Castro, ha calificado la presencia en Zamora del oso como «una buena noticia, sobre todo por lo que significa que aparezca después de casi cien años».

Al margen de las dos corrientes a favor y en contra de la presencia de fauna salvaje en la provincia, muchas veces conducidas por intereses particulares y de grupo, hay que aventar una vez más el sentido común. Para una zona concreta, enriquecer su biodiversidad con nuevas especies siempre es positivo. No suele ser habitual que así ocurra y cuando pasa, como ha sucedido ahora en Zamora, debe ser considerado como un hecho positivo, porque supone recuperar valores medioambientales perdidos.

Lo que sí hay que afrontar sin miedo es el conflicto de intereses que se plantea por la presencia de animales salvajes que, al no estar controlados, causan daños considerables en las explotaciones agropecuarias, en este caso principalmente en las apícolas. Ahí sí que la Administración regional debe actuar desde el principio, para evitar que la situación se enquiste, algo que no ha sabido evitar en el caso del lobo.

Los daños que ocasione el oso, el lobo y cualquier otro animal salvaje deben ser evaluados adecuadamente y pagados con celeridad y justedad. La Junta no puede ser cicatera ni sembrar de trabas burocráticas el proceso. Al final, la cuantía global de las indemnizaciones suele ser muy pequeña, la mayoría de los años por debajo del presupuesto que se destina a estudios técnicos sobre estas especies singulares. El ganadero, el propietario de una explotación es el más interesado en que haya fauna salvaje si se siente compensado adecuadamente por las pérdidas que causa. Nunca podemos olvidar que si el plantígrado ha vuelto a esta provincia es porque hay colmenares y detrás de estos hay personas que viven de ellos.

La presencia del oso es un activo para Zamora. Supone un atractivo para los cada vez más numerosos practicantes de turismo de naturaleza y también para técnicos y especialistas en fauna salvaje. Pero, sobre todo, es un orgullo para una provincia que comprueba así que medioambientalmente las cosas no se están haciendo mal y eso, en estos tiempos de malas noticias, es un alivio.

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Matanzas indiscriminadas de los lobos en la comarca campurriana.

Los ganaderos de la comarca campurriana se sienten indefensos ante los reiterados ataques de los lobos. La última víctima ha sido un potro de un ganadero de Celada Marlantes, localidad de Campoo de Enmedio.

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Se da la circunstancia de que en los últimos meses se han repetido estos ataques a varios animales de esta localidad. ALL, JM y JRGR, son los ganaderos afectos con los ataques de los lobos, que se quejan de la proliferación de estos carnívoros más allá de las áreas en las que hasta ahora habían vivido. El potro fue encontrado muerto, cerca del arroyo del Ángel, pero los ataques más numerosos han sido en el monte Matanzas. Tanto el alcalde pedáneo, Juan Luis Ruiz, como el adjudicatario del coto, han solicitado batidas para mermar el número de cánidos.

Pero el ataque de los lobos no se centra solamente en Campoo de Enmedio, también en el municipio de la Hermandad de Campoo de Suso, los animales muertos superan la treintena.

Según el concejal de Ganadería de este municipio, Agustín Isla, los lobos ya matan en las mismas fincas de los pueblos. A un ganadero de la Hoz le han matado once animales y, en Barrio cayeron otros tres, matiza Isla.

Según manifestaciones del regidor municipal de Suso y diputado regional, Pedro Luis Gutiérrez, el lobo es una especie cinegética que se puede matar. “Desde el propio Consistorio, al igual que se organizan batidas de corzo, rebeco o ciervo, también se podía organizar alguna cacería para mantener ese equilibrio ecológico”.

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Osos contra lobos en Tuiza.

Un vecino del pueblo lenense avistó ayer un plantígrado en una parcela donde aparecieron dos corderos muertos, pero el Principado achaca el ataque a los cánidos

10.08.2013 | 04:04

Tuiza de Arriba (Lena), C. M. BASTEIRO Duelo en la cumbre de la cadena alimentaria entre osos y lobos en Tuiza de Arriba (Lena). La aparición de una oveja y un cordero muertos en una finca de la localidad, tras sufrir el ataque de un animal salvaje, ha generado polémica. Los vecinos aseguran que llevan un tiempo avistando plantígrados en la zona y que ayer, momentos antes de descubrir el ganado muerto, vieron a una osa con su cría en una finca anexa al lugar donde se encontraba el rebaño. La lógica apunta a que el plantígrado pudo matar a los animales, pero la Guardería del Principado achacó la muerte a un ataque de lobo y no asegura la presencia de oso en la zona. Los expertos, ajenos a esta polémica, se muestran cautos y prefieren ser neutrales: proponen que el lobo pudo atacar al rebaño y el oso acercarse para comer la carroña.
Lo que nadie puede negar en Tuiza de Arriba es que, esta temporada, los ataques de animales salvajes son muy frecuentes. Lo sabe muy bien Begoña García que en los últimos dos meses ha perdido a cinco ovejas de su rebaño. El primer ataque se produjo en junio y se saldó con una oveja y dos corderos muertos. Por aquel entonces, los vecinos también habían visto merodear un plantígrado por el entorno, pero la Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos aseguró que el ataque era obra de los lobos.
La historia se repitió ayer, pero en esta ocasión una osa y su cría tuvieron a un testigo que los vio muy de cerca. Manuel Fernández, familiar de la gerencia del centro de recepción de visitantes, asegura haber visto a los plantígrados a menos de 300 metros del pueblo: «Estaban ahí, en una finca que está al lado del prau donde aparecieron las ovejas muertas». El centro de recepción de visitantes está justo enfrente del terreno en el que pastaba el rebaño. El avistamiento se produjo a las ocho y media de la mañana, cuando Fernández se dirigía a Pola de Lena.
Siguió su viaje hacia la capital del concejo y volvió a Tuiza unas horas después, dispuesto a contar a todos los vecinos la anécdota. Su sorpresa fue mayúscula cuando Begoña García le hizo saber que su ganadería había sufrido un nuevo ataque. Avisaron a la Guardería y revisaron la parcela. Menéndez encontró evidencias del paso de los osos: «Había unas huellas de oso, también parecía que un animal grande había roto la alambrera», aseguró. La Guardería del Principado, en cambio, escribió con letra clara en el informe que los animales murieron por la mordida del lobo y no confirmó la presencia de plantígrados, pese a que los vecinos insisten en que el hallazgo de huellas y otras evidencias es frecuente.
Los expertos dan la razón a ambas partes. Desde la Fundación Oso Pardo, José Luis García Lorenzo aseguró ayer que es compatible la presencia de osos y lobos en un mismo lugar. El experto, coordinador del proyecto LIFE Corredores de Oso, aseguró que no es la primera vez que se producen avistamientos de osos en este mismo lugar. En concreto, en el año 2011, el lenense José Luis González y el ganadero Andrés Pulgar ya alertaron de la presencia de plantígrados con crías merodeando por el pueblo. Este año, los vecinos de Tuiza de Arriba no están solos y también se han producido avistamientos en La Güeria y en La Cruz. Hay algo en lo que, en el fondo, seguro que todos están de acuerdo. Ver al oso paseando de nuevo por Lena es una buena noticia.

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Unas patrullas intentan alejar a los osos de varios pueblos de León .

 
oso ibérico
El oso ha matado varias cabezas de ganado en de Robles de Laciana
10.08.13 – 12:46 –

EL NORTE | LEÓN
 
El comportamiento de ejemplares jóvenes de oso pardo en la zona leonesa de Laciana, donde han atacado al ganado, ha obligado a actuar a la Junta de Castilla y León , en colaboración con la Fundación Oso Pardo, según ha informado Efe.

En concreto, tanto en la localidad de Robles de Laciana, donde un oso ha matado varias cabezas de ganado, como en la de Llamas de Laciana, en la que otro ejemplar ha sido fotografiado por un vecino comiendo cerezas en el pueblo, se han puesto en marcha patrullas, ha explicado hoy el presidente de la Fundación, Guillermo Palomero.

Estas patrullas de personal especializado de la Junta, en colaboración con expertos de la fundación, pretenden disuadir a estos osos , para que dejen de atacar al ganado y de acercarse a poblaciones, ha declarado presidente. Guillermo Palomero ha asegurado que «es muy anormal que un oso ataque a la ganadería», pero esta es la época de menos comida en el monte para esta especie y por eso busca alimentos en zonas habitadas.

En el caso de Robles de Laciana, el oso puede «haberse picado» al encontrar una presa fácil como las ovejas, mientras que en Llamas de Laciana ha mostrado «un descaro especial, comiendo a la vista de la gente», ha relatado este experto. El objetivo ahora con estas patrullas es disuadir a estos ejemplares de su comportamiento, para que no se habitúen a la cercanía con las personas y no vuelvan a acercase a los pueblos.

Los casos de estos osos se producen en un momento de crecimiento de la especie, con un número de ejemplares que puede alcanzar los doscientos en su población cantábrica occidental, que incluye esta zona del noroeste de León .

Sin embargo, esta recuperación del número de ejemplares no significa necesariamente una expansión territorial, ha advertido.

El presidente de la citada fundación ha destacado al respecto que «es muy normal» ver algún oso lejos de sus áreas tradicionales de distribución, como el fotografiado recientemente por un apicultor al norte de Zamora. Guillermo Palomero ha indicado que suelen ser machos jóvenes, que han sido vistos al norte de Burgos, cerca de la costa entre Galicia y Asturias o incluso en las cercanías de la ciudad de León.

Estos casos no son habituales, pero tampoco son descartables, al aprovechar estos ejemplares corredores naturales para explorar otras zonas. El oso pardo estaba muy amenazado a finales de la década de 1980 y comienzos de la de 1990, pero en poco más de década y media se ha multiplicado «casi por tres», ha señalado Palomero.

Los datos aún provisionales de 2012 reflejan un nuevo récord en la recuperación de la especie, con 32 osas acompañadas de 59 oseznos, de las cuales 28 y 53 crías corresponden a la zona occidental, en la que se estima una tasa de crecimiento anual del 10,6%, confirmando la tendencia demográfica positiva desde mediados de la década de 1990, según datos de la fundación.

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La caza al ecologista.

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Los activistas ambientales son verdaderos héroes que trabajan muchas veces en el anonimato.

En Brasil, estas venganzas contra los que denuncian crímenes de corrupción o ambientales son, desgraciadamente, corrientes y hasta la prensa les dedica poco espacio. Los que actúan en este campo, desde el famoso asesinato de Chico Mendes, símbolo de la lucha ecológica, son verdaderos héroes que trabajan muchas veces en el anonimato. Ni los medios locales, subrayan desde la ONG Instituto Terra, habían recogido en sus páginas las denuncias que lleva años realizando el biólogo español.

Los criminales actúan con relativa tranquilidad, amparados por la conocida impunidad que existe contra el crimen y la lentitud de la justicia brasileña. Solo un ejemplo. Reyfran das Neves Sales, reo confeso del asesinato, el 12 de febrero de 2005, de la monja norteamericana, Dorothy Stang, de 73 años, una activista que combatía a los madereros que destruían la selva amazónica, fue condenado en 2005 a 27 años de cárcel. Cumplió 8 y fue puesto en libertad por buena conducta. Tampoco se sabe nada del paradero de los cinco sospechosos detenidos por el

asesinato, en 2011, del periodista Valerio Nascimento, crimen relacionado con sus investigaciones contra crímenes de corrupción, en la misma localidad donde actuaba Alonso.

El Gobierno de Brasil ha dictado normas severas contra los crímenes ambientales, pero generalmente los poderes locales donde operan los ecologistas suelen actuar en connivencia con el crimen.

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Un estudio concluye que el águila perdicera extenderá su área de distribución en Andalucía con el cambio climático

Según informa la Fundación en un comunicado, la investigación, publicada por la revista científica ‘Plos One’, aplica por primera vez «un novedoso y completo modelo»

Enviado por: ECOticias.com / Red / Agencias, 09/08/2013, 07:58 h | (4) veces leída

Un trabajo realizado por investigadores de la Fundación Migres en colaboración con la Universidad de Málaga concluye que el águila perdicera se beneficiará del cambio climático, de forma que podrá aumentar notablemente el área de distribución de la especie en Andalucía durante los próximos años.

Según informa la Fundación en un comunicado, la investigación, publicada por la revista científica ‘Plos One’, aplica por primera vez «un novedoso y completo modelo» que permite conocer el efecto del cambio del clima sobre las especies e identificar las zonas en las que se producirán los cambios de favorabilidad ambiental.

En concreto, el métodose basa en «la combinación de modelos de circulación atmosférica y de escenarios de emisión de gases para todo el siglo XXI», ya que los existentes hasta ahora utilizan únicamente variables climáticas.

El modelo de la Fundación Migres y la UMA, que utiliza un total de 33 variables distintas, ha sido el primero en ser aceptado por la comunidad científica internacional y supone una valiosa herramienta orientada a la conservación de especies.

ABANDONARÁN LA BARRERA DE PROTECCIÓN

En el trabajo publicado en Plos One se pone de manifiesto que el cambio del clima pronosticado para la península Ibérica, fundamentalmente el aumento de la temperatura y la reducción de precipitaciones, favorecerá la expansión del águila perdicera. Este hecho contrasta con el de otras especies, como el urogallo, para el cual se predice un efecto del cambio global en sentido contrario.

Más del 50 por ciento de sus territorios de cría se encuentran actualmente dentro las áreas protegidas, pero el modelo de la Fundación Migres prevé que la mayoría de las nuevas áreas favorables estarán fuera de la actual red de espacios naturales de Andalucía y, en consecuencia, «se espera que el porcentaje de águilas sin protección aumente», descendiendo su presencia en los espacios protegidos de Andalucía del actual 53 por ciento a tan solo un 25.

Se estima que la población actual de águilas perdiceras es de 940 parejas en Europa, de ellas 750 en España y 330 parejas se encuentran en Andalucía, lo que supone el 35 por ciento de la población total del continente.

EL DINAMISMO DEL CAMBIO CLIMÁTICO

El cambio climático supone un reto para las políticas actuales de conservación, que generalmente «asumen una distribución estática de las especies y no tienen en cuenta el dinamismo inherente a los cambios ambientales que se están produciendo».

En la actualidad hay evidencias «que apuntan a un calentamiento global y rápido como consecuencia del aumento en la producción de gases de efecto invernadero». Estos cambios en el clima «ya están alterando algunos sistemas físicos y biológicos, que afectan a la dinámica de la población y a la distribución de un número elevado de taxones en una amplia gama de ubicaciones geográficas y hábitats».

La temperatura es uno de los factores más importantes que afectan a la distribución geográfica de las especies, y las aves «son excelentes bioindicadores para medir los efectos de sus cambios en los ecosistemas.» Las respuestas más frecuentes de las especies ante los cambios del clima son la modificación de las fechas y rutas de migración, la selección de zonas de invernada diferentes, cambios en la abundancia local, y también la modificación de las áreas de distribución.

La capacidad para simular los cambios potenciales en el área de distribución del águila perdicera en España, con la mayor precisión posible, «es de gran interés para favorecer la conservación de la especie, sobre todo teniendo en cuenta que España concentra la mayoría de la población europea».

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María Jesús Álvarez: «La PAC no tiene en cuenta a los ganaderos».

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La consejera de Agroganadería dice que el objetivo del Principado es «que no cierre ni una sola de nuestras ganaderías y que sigan creando empleo»
09.08.13 – 00:37

La PAC sigue sin convencer. La consejera de Agroganadería del Principado, María Jesús Álvarez, estuvo ayer en la Feria de Muestras y, tras visitar el pabellón de Asturias y unirse a los ‘Guardianes del Paraíso’, se acercó, como viene siendo tradición, al estand de Central Lechera Asturiana, que celebraba su jornada en la Fidma.

La negociación de la nueva Política Agrícola Común, que se encuentra en sus últimos estadíos y ya ha levantado ampollas en otras ocasiones, volvió a centrar las declaraciones de la consejera. «Estamos ante una PAC que no tiene en cuenta a los ganaderos» aseguró, y explicó que desde el Gobierno del Principado se está exigiendo al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que recupere los pagos vinculados a la producción para que la ganadería sea un sector estratégico en el país y pueda recibir el máximo posible de ayudas a nivel nacional. «Nuestro objetivo es que no tenga que cerrar ni una sola de nuestras ganaderías, que se mantengan e, incluso, se puedan incorporar nuevos jóvenes al sector», declaró. De la misma opinión es el director general de Central Lechera Asturiana Sociedad Agraria de Transformación (CLAS SAT), Félix San Martín, que afirmó que el objetivo de la empresa es «que la ganadería en Asturias, sobre todo la de leche, no pierda posiciones». Sobre la reforma de la PAC, declaró que «un ganadero preferiría no tener que depender de las ayudas, pero los últimos estudios económicos demuestran que sin ellas, la ganadería de leche no es viable», añadió, y aseguró que lo ideal sería que se eliminasen todas las ayudas de la Unión Europea y la leche se vendiese al precio real de producción.

Precios excesivamente bajos

Durante su visita, Álvarez también se interesó por la evolución de la producción láctea y el estado de la ganadería, tanto en la región como en el resto del Estado. San Martín afirmó que «aunque el precio en origen de la leche parece que repunta en un pequeño porcentaje, no lo hace en la medida en que crecieron los costes de producción en los últimos dos años». El director general de CLAS SAT también quiso destacar que a sus socios reciben una retribución mayor que la de los demás ganaderos españoles, pero que su verdadero objetivo es «el equilibrio de toda la ganadería en el Estado. No se pueden vender productos que producen pérdidas». Sobre este tema, Álvarez declaró que la Consejería tiene un compromiso claro para mejorar los costes de la producción de energía, ya que este tipo de explotaciones suponen un enorme gasto. «Hay que trabajar desde las explotaciones para mejorar la eficiencia energética y para encontrar nuevas fórmulas que permitan abaratar esa factura», concluyó.

Juegos y nutrición

Con motivo del Día de la Central en la Fidma, la empresa asturiana, además de ofrecer degustaciones de producto, actividades infantiles y globos, instaló un servicio de consejo nutricional. En él, tres expertas revisaron la dieta de los visitantes y les indicaron qué pasos seguir para conseguir determinados objetivos, como bajar de peso o lograr un adecuado nivel de colesterol en la sangre. Con una de estas especialistas, Soledad Berdasco, estuvo hablando la consejera sobre el público que acudió a disfrutar de este servicio a lo largo de la jornada. «Nos ha sorprendido el gran número de personas que se preocupan seriamente por mantener una dieta equilibrada. Hemos recibido muchas consultas, tanto de hombres como de mujeres», explicó Berdasco.

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Organizaciones ecologistas destacan que no hay «criterios científicos» para el cupo de 137 lobos en la comunidad

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POLÉMICA

Exigen a la Consejería de Fomento y Medio Ambiente que retire dicha resolución y que convoquen «de forma urgente» al Comité Técnico.

Las organizaciones ecologistas WWWF y Adena han rechazado este lunes la decisión de la Junta de aprobar el cupo de lobos que se pueden cazar en la temporada de caza «porque permite abatir 137 lobos»,  una decisión «que se ha tomado sin criterios científicos que la avalen y sin haber convocado la reunión del Comité Técnico de seguimiento del plan de gestión de la especie».

Por ello, ambas organizaciones, en un comunicado remitido a Europa Press, exigen a la Consejería de Fomento y Medio Ambiente que retire dicha resolución y que convoquen «de forma urgente» al Comité Técnico, al tiempo que han anunciado que recurrirán a las instituciones europeas para que pongan freno «a esta campaña».

Asimismo, las organizaciones piden a la Junta «explicaciones sobre los criterios» que se están utilizando para tomar decisiones «tan discutibles» como permitir batidas de lobos en época de cría y en espacios protegidos o para fijar un cupo de 137 lobos a abatir en la temporada de caza.

«Estas decisiones parecen estar siendo tomadas más por respuesta a presiones de ciertos sectores, que por criterios técnicos», según Adena y WWF.

Las organizaciones «lamentan profundamente» la decisión adoptada por la Junta de Castilla y León de plegarse a los intereses de «determinados sectores» y desarrollar una política «de acoso y persecución» a la especie con la única intención de erradicarla de amplias porciones del territorio «en contra de lo establecido por su propio plan de gestión y conservación y en contra de las obligaciones previstas por la normativa europea y nacional».

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