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COMUNICADO DE LOBO MARLEY SOBRE EL NUEVO PROYECTO DE LEY DE MONTES Y ORDENACIÓN FORESTAL DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS

Asturias Lobo2016COMUNICADO DE LOBO MARLEY SOBRE EL NUEVO PROYECTO DE LEY DE MONTES Y ORDENACIÓN FORESTAL DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS.

Un nuevo proyecto de ley se presentará en septiembre ante el parlamento asturiano. Se trata de una modificación de la Ley 3/2004, de 23 de noviembre, de Montes y Ordenación Forestal del Principado de Asturias, en concreto de los artículos 66.2, articulo 90 apartado 2, párrafo g) y el artículo 91, apartados 1 y 2, párrafo g). Esta reforma de ley ha sido aprobada para debate con el apoyo de PP, PSOE, IU, Ciudadanos y foro Asturias, y con la única abstención de Podemos.

 

En resumen, esta reforma plantea lo siguiente: tras un incendio forestal, ya no se podrá acotar al pastoreo, como se venía haciendo para permitir que el bosque se regenere. Se anularán todos los acotados existentes, y se eliminará del régimen sancionador el poder sancionar cuando el ganado este pastando en las zonas afectadas por el incendio. Además todos los expedientes sancionadores en curso se anularán.

 

¿Cómo es la ley en las comunidades autónomas próximas? En Galicia tras un incendio forestal, hay una prohibición automática de pastoreo por dos años, y en Castilla y León por cinco. En Asturias, hasta ahora, tras un incendio forestal, había que instruir un expediente y se podía acotar si era preciso, por un tiempo de entre uno y cinco años. Recordemos también que en los últimos 10 años en Asturias, alrededor del 90% de los incendios han sido provocados. Sin ir más lejos el pasado mes de diciembre y princios de enero, más de 100 incendios forestales simultáneos provocados en su gran mayoría intencionadamente para incrementar los pastizales según investigaciones del SEPRONA y de la Fiscalía de Medio Ambiente, asolaron la cornisa cantábrica con perdida incluso de vidas humanas. En lugar de endurecer con sanciones y restricciones más severas a los culpables, la reforma propuesta pretende anular todas las medidas disuasorias y dejar vía libre a determinados segmentos del sector ganadero para quemar el monte a su antojo y ya con total impunidad, premiando y estimulando «el cerillazo», e indirectamente fomentando la tolerancia social hacia el fuego.

 

Asturias acumula el 45% de los siniestros de toda España según datos del MAGRAMA. Mientras que en todo el país el 54,7% de los fuegos son intencionados, en el noroeste ese porcentaje crece hasta el 71%, de los que la gran mayoría, paradójicamente, se dan en invierno, época no en vano, en la que el ganado suele estar ya recogido.

Si esta reforma sale adelante, las tierras quemadas podrán ser pastadas, destruyendo así la posibilidad de regeneración de la masa forestal, pero además se considerarán susceptibles de recibir subvenciones de la PAC.

 

Esta propuesta de reforma de ley nos habla del poco interés en la conservación del medio rural que tiene la mayoría de los partidos políticos representados en Asturias, y demuestra hasta que punto dichos partidos están cautivos de determinada ganadería anti-conservacionista. Una vez más se opta por adoptar medidas que agravan en vez de resolver los problemas que surgen por el abuso de nuestro patrimonio natural, pero detrás de este sinsentido se oculta no sólo la tentación del voto fácil, sino ese filón económico que son las subvenciones de la PAC.

 

El principado de Asturias alberga algunos de los más bellos parajes naturales de nuestro país, y da cobijo a auténticas joyas de nuestra fauna ibérica, y nosotros somos responsables de que esa simbiosis «natural», desgraciadamente ya alterada por el hombre, siga en pié y funcionando para que nuestro patrimonio cultural y natural se mantenga en equilibrio. No podemos permitir de ninguna manera que se apruebe una reforma de ley que no sólo va a despenalizar sino a incentivar la quema intencionada de nuestros montes. La formula ya está hecha: bosque quemado= subvención PAC+ futuro prado para pasto. Si escuchamos en silencio, se puede oír el frotar de manos de algunos interesados. Nosotros estamos aquí para dejar claro que este país quiere un patrimonio natural con sus sotobosques y sus sistemas internos. Con sus linces, sus osos y por supuesto, sus lobos. Destruir el sotobosque es un crimen medioambiental en potencia que NO PUEDE quedar impune, ya que se estaría destruyendo un lugar lleno de vida, donde nuestra fauna se cobija, se alimenta y crea eso que nosotros llamamos naturaleza. La reforma de ley propuesta, además de ir en contra del interés general frente al particular, contraviene aún más las políticas y compromisos de España en favor de la lucha contra el cambio climático, los cuales exigen fomentar la recuperación de los bosques autóctonos, siendo además nuestro país el más afectado por el cambio climático en toda la UE.

 

No queremos ver a Asturias arder otra vez. El mundo rural necesita pequeños proyectos sostenibles de explotación forestal para tener bosques sanos con unos niveles de biomasa que aseguren una buena estructura de aguante en caso de incendios, y también necesita que se siga potenciando el turismo rural para acercar a las personas a la naturaleza. El sector ganadero no se va a salvar quemando montes. La propuesta de reforma de ley de los acotamientos es completamente contraproducente e innecesaria.

 

NIÑOS QUE DIBUJAN LOBOS

Daniela Bravo dibujo Lobo Marley 2016Hace más de 30.000 años los primeros Homo sapiens llegaron a Europa. La vida de esas gentes, sin nuestras comodidades y avances tecnológicos, nos parecería dura e inclemente. Les recibió un continente en plena glaciación, con inviernos largos y gélidos para los cuales sus cuerpos esbeltos, forjados por la sabana africana, no estaban preparados. Pero había razones excelentes para quedarse, ya que estas latitudes les ofrecían un verdadero paraíso natural, con una fauna abundante y espectacular. Y ya desde su llegada tuvieron claras sus prioridades, una de las cuales quedó plasmada en las paredes de las cuevas, sobre todo en la península ibérica y en Francia. Y es que en medio de su lucha por la supervivencia, para nuestros ancestros había una actividad irrenunciable: ¡dibujar animales!

 

Las pinturas rupestres de Altamira o Chauvette son ejemplos de preservación casi milagrosa, y es inevitable pensar en los miles de dibujos que se realizaron en soportes más efímeros, y que nunca podremos ver. Nuestros antepasados dedicaban mucho tiempo y esfuerzo a dibujar animales, y desde que se descubrieron los primeros ejemplos de arte rupestre hace más de un siglo, a los antropólogos les ha chocado que aquellos pueblos se pudiesen permitir semejante “lujo cultural”; al fin y al cabo ¿no se suponía que su vida era una breve y penosa lucha contra los elementos? Por ello siempre se han buscado interpretaciones pragmáticas, que ven esos dibujos como una herramienta de caza más. Al arte rupestre se le degrada interpretándolo como “magia imitativa”, lo que implica que aquellos cazadores dibujaban a los bisontes en las paredes de las cuevas para hacer “simulacros” de caza y propiciar un mayor éxito cinegético, y que de no ser por esa burda supersitición, nunca se habrían molestado en dibujar al bisonte en primer lugar.

 

5e25bbd9-8059-4469-a049-14987f929d15Las teorías al uso sobre la motivación de los artistas del paleolítico tienen una cosa en común, y es que ninguna de las personas que las han elaborado es un dibujante de animales. Si lo fuesen, sabrían la verdad básica sobre esta actividad y es que los que la practicamos no necesitamos una razón más o menos rebuscada para hacerlo, si no que más bien sería necesaria una poderosa razón para dejar de hacerlo. Los animales ejercen una fascinación natural sobre las personas, y si nos quedan dudas sobre ello basta con fijarnos en los niños. A todos los niños les gustan los animales y a todos les gusta dibujar. Sólo la continua influencia de la sociedad adulta les va secando esas inclinaciones innatas y les va “centrando” en un mundo donde se priorizan las cosas “prácticas”. Siempre me ha resultado patético ver cómo los padres primero rodean a los niños pequeñitos de ropas, juguetes y libros llenos de imágenes de animales caricaturizados, y luego cuando crecen les enseñan que los animales de verdad manchan, molestan, y no deben distraer la mente de un adulto que se precie (salvo, claro está, para sacarles provecho). Incluso en la enseñanza de la biología los animales concretos a menudo se consideran un tema infantil que sólo puede interesar a mentes simples. Y así se mata, a lo largo de la vida, nuestra afinidad instintiva con la biodiversidad, una afinidad que existe por algo y que de hecho es una adaptación para nuestra supervivencia a largo plazo.

 

Por esta razón, cada vez que nos invade el temor de que se pierda la sensibilidad hacia el mundo natural, conviene recordar que cada nueva generación viene al mundo con su carga genética completa e intacta, y que cada niño es como un plantón: si lo podamos y lo limitamos se puede convertir en un pobre bonsai retorcido, pero si le damos libertad para crecer naturalmente, se convierte en un árbol sano y vigoroso. Y un ejemplo muy refrescante lo hemos podido ver recientemente con motivo del primer concurso de dibujo escolar “Lobo Marley”. Le pedimos a los niños que dibujasen lobos, y la colección de obras que nos han mandado nos arranca inevitablemente una sonrisa y nos devuelve la esperanza.

 

70ead93b-2e37-4496-b890-9cef7c346136El ganador absoluto del concurso fue el dibujo de una niña de primaria llamada Daniela, un dibujo que muestra una escena nocturna donde dos lobos, según nos cuenta su autora, persiguen a un grupo de murciélagos. El paisaje corresponde a unas colinas iluminadas por las estrellas y por una luna enorme. Personalmente lo que más me gusta de este dibujo es la frescura con que representa el mundo de la noche, un mundo que tradicionalmente se asocia al miedo y la superstición, pero que en este dibujo parece invitarnos al viaje y la exploración. Es el misterio como estímulo, no como tabú y prohibición. En muchas personas adultas, la combinación de la noche, el lobo y los murciélagos despierta una reacción de pánico casi ridícula, pero en el dibujo de Daniela todavía no han entrado esas influencias domesticadoras. El espíritu de Daniela es libre, y el papel y las pinturas son sus herramientas para plasmar esa libertad.

 

Daniela vino con su famila a recoger su premio en la sede de Lobo Marley, en el Gabinete de Historia Natural de Madrid, y al instante pudimos entender porqué esta niña había creado un dibujo tan estupendo. Y es que tuvimos el privilegio de conocer a una familia maravillosa, con una actitud desprejuiciada y estimulante que permite que los talentos de los niños se muevan como pez en el agua. Y la buena noticia es que hay muchas familias así. Sigue siendo cierto que a nuestro alrededor los signos de un pasado cultural siniestro y asfixiante persisten por doquier y nos llenan de desánimo. Pero el futuro son los niños, y hay muchas y buenas razones para pensar que el futuro va a ser más alegre y más libre que el pasado, y mucho más natural. Los lobos van a ser los aliados de estos niños para instaurar ese futuro que no ha de llegar sin resistencia, pero que es inevitable. En ese futuro, la naturaleza, como los dibujos de animales de nuestros antepasados paleolíticos, no será un lujo, sino aquello que marca la diferencia entre la mera supervivencia y la vida plena.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

Unidos Podemos y Pacma, los partidos que apoyan al lobo para el 26J

26J a favor loboDurante mucho tiempo hemos oído el mal estar de la gente en las redes sociales con los partidos políticos y de no representar lo que muchos pedían. En especial de nuestros seguidores al ver que ningún partido se atrevía siquiera a tratar el tema del Lobo ibérico.

Hoy para las elecciones generales del 26 de junio de 2016 nos encontramos con un panorama totalmente distinto al de hace unos años o de antiguas elecciones. Esta vez tenemos dos partidos que se comprometen no solo a tratar el tema, sino a legislar y proteger al Canis lupus signatus en España, estos son Unidos Podemos y PACMA.

 

El partido EQUO, hoy en la coalición de partidos de izquierda Unidos Podemos, lleva muchos años trabajando en el tema del lobo ibérico. Nosotros mismos desde Lobo Marley hemos tenido mucho apoyo de este partido y sus dirigentes para por ejemplo entregar las casi 200.000 firmas en el Parlamento Europeo en 2013. El apoyo y compromiso por parte de EQUO a la lucha por la defensa del Lobo ibérico jamás a sido partidista y han respetado en todo momento la independencia de asociaciones como la nuestra.

Este año el partido EQUO (ya en conjunto con Podemos) organizó y convoco junto con nosotros la gran manifestación en defensa del lobo ibérico en Madrid, a la que acudieron más de 20.000 personas. Tras el éxito rotundo de esta manifestación, el diputado Juantxo López de Uralde presentó un Proyecto No de Ley sobre el lobo ibérico.

 

Una vez convocadas las nuevas elecciones, Juantxo Lopez de Uralde ya en campaña ha ratificado su pleno compromiso con la defensa del lobo ibérico y su protección en España «El lobo ya no es el malo del cuento sino el símbolo de nuestra Naturaleza salvaje. Protejámoslo».

Unidos Podemos Equo Lobo Juantxo

 

El compromiso del PACMA con el lobo viene de lejos, como parte de su lucha por los derechos de todos los animales. Apuestan no solo por el fin de la caza del lobo, sino del fin de la caza y de cualquier otro método de crueldad con los animales.

Pacma lobo fin de la caza

 

Para este 26J el PACMA propone una Ley de Protección del Lobo «Frente a aquellos que quieren exterminarlo por considerarlo un perjuicio para sus negocios o un competidor para sus crueles aficiones, proponemos un plan de protección para el lobo en todo el territorio español».

Pacma Ley de proteccion lobo

PRIMER CONCURSO DE DIBUJO ESCOLAR LOBO MARLEY

Daniela Bravo dibujo Lobo Marley 2016La plataforma ciudadana LOBO MARLEY por el lobo y el Mundo Rural ha llevado a cabo el PRIMER CONCURSO DE DIBUJO ESCOLAR LOBO MARLEY, destinado a promover la figura del lobo entre la población infantil española. Convencidos de que el lobo necesita de un cambio de conciencia en algunos sectores de la población y que la sensibilización ciudadana es una herramienta de probada eficacia por su abrumador efecto en ese sentido se convocó este concurso de dibujo como actividad dirigida a la población en edad escolar con objeto de generar entre ella otro punto de vista sobre el lobo, alejado de las clásicas historias y cuentos infantiles.

 

En este primer concurso han participado alumnos y alumnas de Educación Primaria y Secundaria de diferentes CEIP e IES de la Comunidad de Madrid. La participación ha sido todo un éxito.

 

Los galardonados en las diferentes categorías han sido:

 

Educación Primaria

Daniela Bravo Espinosa

4º Primaria- CEIP Miguel Delibes (Leganés)

 

Educación Secundaria

Ismael Torres Monteverde

4º ESO -Trinity College Liceo Serrano (Boadilla del Monte)

 

Los premios para cada uno de ellos fueron los siguientes: una estancia de fin de semana en el Centro de Educación Ambiental La Dehesa (Riópar, Albacete), un maletín de pintura y un lote de productos Lobo Marley.

 

A los centros educativos ganadores se les hizo entrega de un diploma conmemorativo, en agradecimiento a su labor de sensibilización y apoyo a la causa.

 

Daniela Bravo ganadora dibujo Lobo Marley 2016

ZORRO: LA MATANZA SILENCIOSA

Un día sí y otro también los defensores el lobo escuchamos el mismo argumento: si tan sólo nos callásemos y dejásemos de exigir la protección del lobo ibérico, los que lo quieren muerto se olvidarían de él y dirigirían su saña contra algún otro objetivo. Así por fin las cosas volverían a estar tan “bien” como antes. ¿Tendrán razón? Para comprobarlo objetivamente convendría, por ejemplo, que existiese otra especie de cánido salvaje al que unos quisieran matar por diversión y otros por atribuirle daños a los intereses humanos, pero sin que ninguna organización denunciase su situación ante la sociedad. Si existiera esa especie, podríamos comprobar si el ensañamiento se producía incluso en ausencia de la “provocación” conservacionista.

 

Obviamente, esa especie existe, y se trata del zorro, el astuto cánido al que Félix llamaba cariñosamente “Maese raposo”. El zorro se encuentra en el lugar al que algunos quieren llevar al lobo ibérico: especie cinegética, sujeta a “gestión” de las autoridades y disponible en una auténtica barra libre para los que hacen de su muerte un pasatiempo. Eso sí, sin mayor conflicto social a su alrededor. ¿Cuantos zorros se matan en este país cada año? Nadie lo sabe, pero podemos resumirlo con la frase “todos los que se puede”. No hay cupo para su caza, y básicamente se dispara a cada ejemplar que se pone a tiro. Y a los que no se dejan ver se les mata por métodos legales e ilegales de “control de depredadores”, incluyendo entre los primeros diversos tipos de lazos y entre los segundos el veneno de toda la vida. Cualquiera que desee alegrarse el día con una buena colección de imágenes de crueldad y exhibicionismo medieval que teclée en Google “caza de zorro con perro”. Los zorritos muertos cuelgan por docenas, del hocico o del rabo, como proscritos ahorcados y exhibidos en alguna época siniestra de nuestro pasado, mientras el perro y sus orgullosos dueños posan ante la cámara. Hasta hay cuadrillas que se ofrecen por internet a “limpiar de zorros tu coto totalmente gratis”, simplemente por el placer de hacerlo. ¿Qué ocurriría si el día de mañana se generase un movimiento social de defensa del zorro? ¿aumentaría la saña contra el pequeño cánido? Francamente lo dudo. Tal vez las imágenes de las matanzas se exhibirían con afán más desafiante, y el periodismo amarillista las sacaría de las redes sociales para ponerlas a circular en los medios como muestra de un “conflicto” que les vendría de perlas para arañar unas migajas de audiencia. Pero al zorro ya es difícil tratarle peor.

 

¿Cómo puede el raposo sobrevivir bajo tal castigo permanente? Las claves de su supervivencia son precisamente las cualidades que le diferencian del lobo. El zorro representa una fase anterior de la evolución de los cánidos, un modelo más adaptable y generalista que resiste mejor en tiempos de crisis. Los lobos, como los licaones y los cuones, son los representantes de esa familia más especializados para la caza de grandes presas, para lo que han desarrollado sistemas sociales más complejos, y esa especialización los hace más vulnerables ante el acoso humano. El zorro en cambio ha mantenido la talla pequeña, la dieta más omnívora y la sociedad más restringida propia de los cánidos primitivos, por no hablar de su astucia proverbial. De hecho, cuando se les causan bajas cuantiosas, los zorros reaccionan aumentando el tamaño de las camadas, con lo que mantienen la densidad. Los zorros y sus presas llevan millones de años evolucionado en los ecosistemas holárticos y ajustándose mutuamente, por lo cual el depredador nunca va a empujar a la extinción a su presa. Otra cosa es que los humanos quieran mantener densidades artificialmente altas de las especies que les divierte matar, soltando por ejemplo perdices críadas en cautividad y especialmente vulnerables a la depredación. En todo caso, si hay un factor que está afectando a las poblaciones de lo que se llama “caza menor” no es la acción de los zorros, sino las prácticas agrícolas agresivas que arrasan cada vez más la biodiversidad de nuestros campos. Al final, el principal efecto de las campañas de “control” es mantener al zorro en un estado de estrés perpetuo, que le hace más vulnerable a padecer enfermedades como la sarna y aumenta con ello el potencial de conflicto con el ser humano. Pero la actual política de “manejo” del zorro tiene otros efectos que nunca aparecerán en los informes de sus gestores: el primero es una cantidad astronómica de muertes gratuitas, cruentas y absolutamente evitables; y el segundo es una extraña satisfacción en sectores de la población que experimentan esas matanzas como ocio deportivo, como protección rutinaria de su negocio o incluso como justo castigo a las fechorías de Maese raposo. Algún cínico juzgaría que los miles de zorros masacrados cada año son un precio barato a pagar a cambio de esa “paz social”. Pero para muchos gestores del patrimonio natural el único hecho relevante es que el zorro aguanta el embite y si su población no está en peligro de extinción inminente, entonces no hay nada de qué preocuparse.

 

Esta visión fría y productivista de la biodiversidad tiene hondas raíces en nuestra cultura: ya el Antiguo Testamento sentó las bases al decir que todos los animales de la Tierra estaban para servir al hombre. Con el tiempo en Oriente surgieron movimientos como el budismo, que denostaban el sufrimiento evitable de cualquier ser vivo, pero en Occidente la estrategia favorita de los filósofos fue eludir la responsabilidad por el daño que hacemos a los demás. Y es que para una sociedad que ha negado la condición humana a personas de otras razas, a infieles, o incluso a las mujeres, justificar los abusos sobre cualquier otra especie es pan comido. Descartes y sus discípulos torturaban a animales domésticos y acallaban su conciencia aduciendo que los chillidos de la criatura no eran muestras de dolor sino más bien los chirridos de una máquina estropeada. Hoy, nuestra autojustificación usa estrategias más sofisticadas, principalmente la de quitar toda relevancia científica al individuo, que es quien vive, sufre y muere. Desde el punto de vista de la biología se pone el énfasis en escalas distintas a la del individuo, ya sea en una escala menor (“lo relevante evolutivamente son los genes, que definen la especie”), o en una escala superior (“lo relevante ecológicamente es la población”).

 

Ante cualquiera de estos enfoques la matanza de incontables zorros es irrelevante, y la necesidad de regir el comportamiento humano por algún tipo de ética es algo que no afectaría al frío ojo de la ciencia. Todo asomo de empatía se caricaturiza comparándola con las fantasías de Walt Disney, como si reconocer nuestra obvia afinidad con los demás pobladores del planeta fuese una ridícula muestra de infantilismo. Sin embargo la empatía y la sensibilidad ambiental serán esenciales en el futuro cercano para poner freno a las diversas modalidades de autodestrucción social y ambiental que tenemos en marcha. Por otro lado, la relevancia del individuo en la evolución de especies complejas tales como los carnívoros es una realidad cada vez más patente. En el estudio de la evolución se habla desde hace años de “behavioural leads” o “guías de comportamiento”, un fenómeno que implica que los cambios en el comportamiento se pueden adelantar a los cambios genéticos y de hecho crear el contexto adecuado para que las mutaciones adecuadas se seleccionen en el futuro. Así, las innovaciones desarrolladas por un individuo pueden tener consecuencias de largo alcance para toda la especie, algo que a los humanos debería resultarnos familiar. Los ejemplos son múltiples y fascinantes, pero a nuestros efectos lo relevante es que en animales tan sofisticados como los zorros, el individuo sí importa.

 

Está claro que la naturaleza es dura y aún sin intervención humana los zorros mueren por diversas causas, pero eso no nos exime de responsabilidad cuando los aniquilamos inútilmente. También los humanos estamos destinados a morir y no por ello sería aceptable abrir la veda para matar al vecino por cualquier diferencia de opinión o por falta de mejor cosa que hacer. La condición humana es en parte un bagaje genético, pero humano lo que se dice humano, no sólo se nace, sino que se hace cada día, tomando las opciones que nos dignifican y no las que nos degradan. Y el trato que damos a nuestros zorros, por no mencionar a nuestros lobos, no es precisamente dignificante.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

RESUMEN I JORNADAS SOBRE EL LOBO IBÉRICO EN EXTREMADURA

Agradecemos la invitación a Lobo Marley por parte de Antonio Castellano y a todos los que han hecho posible nuestra participación en las I Jornadas sobre el lobo ibérico organizadas por la Sociedad Extremeña de Zoología en el precioso pueblo de Hervás.

Unas jornadas más que necesarias para preparar y mentalizar de la llegada del lobo, el cual sin duda debe ser visto como una riqueza que ponga en alto valor y dé calidad a la biodiversidad de las tierras extremeñas.

Igualmente agradecemos la implicación de la Administración representada en el acto por la Alcaldesa de Hervás, Doña Patricia Valle y el Director General de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura Don Pedro Muñoz.

Las ponencias estuvieron en consonancia con el éxito de las Jornadas, reflejado en la alta asistencia de público.

La intervención de Luis Llaneza de ARENA puso el contexto histórico a la situación del lobo en Extremadura hasta su triste desaparición debido a envenenamientos, cepos, lazos, monterías, aguardos y otras causas.

Excelente la ponencia de Alberto Fernández Gil representando a ASCEL sobre la pésima gestión del lobo ibérico en España, donde nuestra especie cúspide se pierde en un limbo normativo intolerable que permite su erradicación incumpliendo la Directiva Hábitats, ya que las muertes de lobo ni son necesarias, ni se buscan otras soluciones por parte de la Administración, ni mantienen a la especie en un estado favorable de conservación.

Javier Talegón expuso mediante su empresa de ecoturismo LLOBU la indudable necesidad de regulación del turismo de observación sobre el lobo. Especie muy sensible que debe ser respetada en distancias, lugares y periodos reproductivos. Poniendo a la vez de manifiesto la riqueza biológica y económica que el lobo puede traer a los pueblos, siempre acompañada por una labor paralela de educación y respeto incuestionable a la especie.

Nuestro Presidente Luis Miguel Domínguez emocionó al público con un discurso apasionado sobre la necesidad de unión para conseguir la protección total del lobo ibérico. La sociedad quiere lobo, como quedó patente en la convocatoria de la manifestación que se organizó en Madrid el 13 de Marzo con la asistencia de más de 20.000 personas llegadas de toda España. No es comprensible que en pleno S.XXI el lobo ibérico sea aún una especie sin proteger por multitud de razones que LOBO MARLEY se encarga de exponer y transmitir día a día.

Estas razones se ponen de manifiesto en el documental “Wilmed, el Último bosque mediterránero”, presentado en las jornadas por Arturo Menor, su director, a través de ACAJÚ COMUNICACIÓN AMBIENTAL. Hay una frase que sentencia y resume muy bien el documental. Sierra Morena sin lobo ibérico está huérfana. Frase que es extrapolable a otras zonas de España, también se siente así en Extremadura.

Cocha López Llamas a través de su libro BEATRIZ Y LA LOBA toca la parte emotiva que rodea al lobo, igual de necesaria que la ciencia para defender su figura. Con una bonita exposición ha sido capaz de tocar la fibra sensible del público a través de una novela que pone sobre la mesa la similitud entre humanos y lobos. En este caso mujer y loba. Seguramente una de las causas del miedo atávico hacia el lobo es encontrarnos con nosotros mismos cuando nos miramos en él.

En resumen estas jornadas han supuesto una unión de diferentes personas, desde distintos sectores, en los que intuimos un mismo deseo que palpitaba y subyacía en la sala, por el que creemos que todos luchamos diariamente: EL LOBO IBÉRICO DEBE ESTAR TOTALMENTE PROTEGIDO POR LEY. Se puede, es posible y además es el momento.

SOÑAR CON LOBOS EN LA RED NATURA 2000

El pasado 18 de mayo tuve la fortuna de asistir al preestreno de “Las Estaciones” en la Academia de Cine de Madrid. Esta producción, apoyada por la Unión Europea, reflexiona sobre la historia de la fauna salvaje de nuestro continente, a través de imágenes obtenidas en parte en espacios de la red “Natura 2000”. Con una factura impecable y una estética preciosista la película ofrece una experiencia envolvente, algo así como soñar con la naturaleza europea antes de que ésta fuese devastada por la acción humana. Esta obra constituye una excepcional herramienta de sensibilización si la maquinaria de la distribución cinematografica no la relega a un efímero paso por las pocas salas que la exhiban.

Varios equipos de filmación, bajo la dirección de los franceses Jacques Perrin y Jacques Cluzaud, trabajaron intensamente durante dos años para obtener unas imágenes que nada tienen que envidiar en espectacularidad a superproducciones de la BBC como “The Hunt” o “Life Story”. Pero hay algo sutilmente trágico en el modo en el que se ha tenido que realizar esta película. Mientras que las escenas de la BBC nos muestran la vida de los animales salvajes en su medio, tal objetivo era imposible cuando se trataba de filmar a los grandes carnívoros de Europa, como el lobo o el lince, y para “Las Estaciones” se optó por trabajar con animales entrenados. La fuente de información y de imágenes auténticas sobre la vida y el comportamiento del lobo en libertad siguen siendo las manadas del norte de Canadá o Yellowstone, pero cuando se trata de los lobos europeos, nos debemos conformar con tomas de animales cautivos que remedan la vida de sus parientes libres. ¿Por qué ha de ser esto así?

Hay quien piensa que no podemos observar a los grandes carnívoros en Europa porque nuestro continente está tan densamente poblado que estos animales viven lógicamente ocultos en zonas inaccesibles. Pero la mejor prueba de lo contrario la tenemos precisamente en un espacio de la Red Natura 2000 en España: la Sierra de la Culebra. En esta zona es posible llegar fácilmente al corazón del territorio del lobo ibérico, que dispone de enormes extensiones de territorio para vivir su vida sin entrar en conflicto con la población local. En esta parte de Zamora, que es prácticamente la zona más rica en lobos de la península, también es donde la conflictividad es menor, prácticamente nula de hecho. Sin embargo, los realizadores de “Las Estaciones” nunca habrían intentado filmar las imágenes de lobos de su película en este espacio, por la misma razón por la cual a los realizadores de “The Hunt” ni se les pasaría por la cabeza realizar aquí los segmentos sobre el lobo para su serie documental. ¿Por qué ocurre esto?. ¿Hay pocos lobos aquí?. No, su densidad se aproxima bastante a la natural. La verdadera razón por la que no se les puede filmar, ni tampoco se pueden realizar observaciones científicas directas sobre su comportamiento, es que estos animales viven bajo la continua amenaza de la escopeta.

En la presentación de la película, el director de “Capital Natural” de la Comisión Europea, Humberto Delgado, nos contó cómo los espacios de la Red Natura 2000 buscan conciliar la conservación con la actividad económica, y está claro que si hay una actividad económica con futuro en la Culebra es el ecoturismo. Sin embargo, la realidad es que un sector minoritario y anacrónico, concretamente el de la caza de trofeos, tiene bloqueada toda posibilidad de crecimiento de las actividades verdes en la zona. Al fin y al cabo, la compatibilidad entre la caza de trofeos y la obervación de un animal tan inteligente como el lobo sólo es posible en el papel. En la realidad, los lobos, que no son tontos, viven aterrorizados y saben muy bien que les va la vida en no dejarse ver. Y si algo nos ha enseñado la película “Las Estaciones” es que la empatía y la valorización de la fauna es algo que entra por los ojos.

Hoy en día las observaciones del lobo en España son lejanas e improbables. A traves de un telescopio lo vemos a enormes distancias y hacemos de la necesidad virtud convenciéndonos de que así no interferimos en su vida. Pero no nos engañemos: no es la presencia humana, al menos no la presencia del observador humano, lo que interfiere con la vida del lobo, sino una combinación de dos factores concretos: el miedo (inducido por la persecución) y la amenaza real de que el lobo al que observan unos se convierta en la víctima de otros al día siguiente.

El día en que en la Culebra se pueda ver a los lobos como se les ve en Yellowstone la evolución del empleo verde y de las actividades compatibles con la biodiversidad alcanzarán niveles hoy en día insopechados. Las nuevas generaciones de habitantes de la zona entonces mirarán atrás y verán nuestra época de dominio de las escopetas, los señoritos y las propinas como un mal sueño del pasado. Pero mientras llega o no llega ese momento, la gestión de la Red Natura 2000 tiene un importante desafío en sus manos. En el documental de la serie “Red Natura 2000” sobre la Sierra de la Culebra, emitido recientemente en TVE, vemos a un empresario del ecoturismo local diciendo literalmente: “El turismo de naturaleza puede ser una herramienta de conservación si desplaza a otros usos, como puede ser la caza”. Una gran verdad sin duda, pero en la actualidad, y bajo la influencia de los lobbies cinegéticos y de determinados sindicatos agroganaderos, se está intentando sembrar entre la población una actitud irracional en contra no ya sólo del lobo, sino de la fauna salvaje en su conjunto. En la medida en que tal actitud siga ganando terreno, la labor educativa de la Red Natura 2000, que tanto Humberto Delgado como Asunción Ruiz (directora de SEO Birdlife) destacaron en la presentación de la película, se puede considerar un rotundo fracaso. Si la gestión de la Red se sigue inhibiendo en bien de una pretendida equidistancia, se perderá toda oportunidad de conseguir realmente sus objetivos.

Tal vez en un futuro a medio plazo se pueda realizar una película con tomas reales de lobos filmados en la sierra de la Culebra, tan espectaculares como las que adornan “Las Estaciones”. Cuando eso ocurra, toda la comarca se estará beneficiando ya de la prosperidad propia de un modelo más moderno de convivencia con la biodiversidad. Mientras tanto, el lobo ibérico será, como los lobos europeos en general, un animal con el cual soñar, más que un animal al cual ver y experimentar. Por mi parte, y tal vez porque he tenido el privilegio de pasar muchas horas observando a los grandes carnívoros en libertad en otras latitudes, no me parece ni mucho menos satisfactorio que los intentos de avistar lobos en España terminen tan a menudo con la frase “otra vez será”. Se nos dice que es suficiente con saber que están ahí, y soñar con ellos. Yo invito a todos a ver “Las Estaciones” a partir de su estreno el 20 de Mayo y disfrutar de la experiencia de soñar con lobos, en un sueño con valores de producción de auténtico lujo. Pero cuando salgan de la película, consideren lo que su director Jacques Perrín, un conservacionista verdadero, nos indicó al final de la presentación: “La naturaleza de Europa necesita recuperarse, pero ello no va a ocurrir si no luchamos por ello”. Gracias monsieur Perrin. No podría estar más de acuerdo.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

¿HAY QUE CONTROLAR A LOS DEPREDADORES? UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA

Batallones Mauricio AntónHace nueve millones de años, lo que hoy es la comunidad de Madrid era como el Serengueti. Lo sabemos gracias a un maravilloso conjunto de yacimientos paleontológicos: el cerro de los Batallones, en Torrejón de Velasco. Desde hace un cuarto de siglo tengo el privilegio de colaborar con un equipo de científicos que están sacando a la luz un tesoro incomparable de información sobre la evolución de los ecosistemas y las faunas, y en particular de los grandes carnívoros. En aquel período, conocido como Mioceno, las praderas y bosques estaban habitados por una fauna espectacular que incluía, entre otros, caballos de tres dedos, rinocerontes, antílopes, jabalíes gigantescos, y mastodontes, semejantes a nuestros elefantes actuales pero armados con cuatro defensas. Pero ningún ecosistema está completo sin sus depredadores, y sobre éstos, los yacimientos de Batallones aportan una riqueza asombrosa de fósiles. Los legendarios “tigres de dientes de sable” eran los reyes de la sabana, pero compartían su entorno con una variedad de carnívoros tales como los imponentes “perros-oso” (conocidos por los paleontólogos como anficiónidos), mustélidos gigantes de la talla de un leopardo, osos verdaderos, hiénidos, y un largo etcétera.

 

El análisis de semejante riqueza fosilífera nos ha permitido publicar estudios científicos que han revolucionado a nivel mundial el estudio de la evolución de los carnívoros, pero el público español apenas conoce la existencia de este tesoro. Y esto es una pena porque todos tenemos derecho a conocer nuestro patrimonio paleontológico, que además tiene un potencial educativo enorme, sobre todo para desterrar conceptos trasnochados como el de la necesidad de “gestionar” a los grandes carnívoros actuales. Y es que a aquéllos que desde tal o cual rincón de la península dicen “aquí nunca hubo lobos” les resultaría ilustrativo conocer la verdadera historia de nuestra fauna. Los lobos, y muchos otros carnívoros, estaban aquí antes de que hubiese imaginarios helicópteros del Icona para soltarlos, mucho antes, de hecho, de que nuestra especie llegase a la península como lo que realmente somos: unos inmigrantes bastante recientes.

 

Los yacimientos de Batallones son los más importantes de Europa para el estudio de los carnívoros del Mioceno, pero nuestro registro fósil demuestra que su riqueza faunística no fue una excepción. Hay docenas de yacimientos en la península que confirman cómo esa riqueza se mantuvo, con sus lógicas fluctuaciones, casi hasta la actualidad. Ya en el Pleistoceno inferior, hace un millón de años, las primeras poblaciones de homínidos precedentes del Este llegaron a la península ibérica, y se encontraron un auténtico paraíso natural. Tres especies de homínidos llegaron en sucesivas oleadas: el Homo antecessor, el Homo heidelbergensis, y los famosos neandertales. Una vez aquí, nuestros antepasados convivieron con los “tigres de dientes de sable”, pero también con leones, hienas, osos, cuones y lobos. Todos ellos competían por una enorme variedad de presas, incluyendo caballos, rinocerontes, bisontes, cabras monteses, cérvidos y elefantes.

 

Los humanos modernos, Homo sapiens, somos los inmigrantes homínidos más recientes. Llegamos a Iberia hace “apenas” unos cuarenta mil años, en mitad de un severo período glacial, pero el clima gélido no impedía que la fauna mantuviese una riqueza que quitaba el aliento. Mamuts y rinocerontes lanudos, caballos, cérvidos, bisontes y uros galopaban por las estepas, bajo la mirada hambrienta de los leones, leopardos, hienas y, por supuesto, lobos. Aquellos primeros humanos modernos, conocidos por los antropólogos como “cromañones”, eran cazadores-recolectores, y se integraron a los ecosistemas ibéricos como una especie de depredador más. Con su tecnología superior y su compleja organización social, arrinconaron a los neandertales, que se extinguieron al cabo de unos pocos milenios. Pero tal vez el cambio más drástico en nuestra relación con el medio la marcó la llegada del neolítico, cuando las tribus de cazadores nómadas se convirtieron en agricultores y ganaderos sedentarios y se inició el proceso de “domesticación” de la naturaleza.

 

Con el paso de los milenios, los humanos rompimos el pacto de integración en la diversidad ibérica, y nos convertimos en colonizadores en toda regla, arrogándonos la hegemonía sobre todas las especies, y declarando la guerra abierta a los carnívoros. Por un lado los percibíamos como amenazas para el ganado, y por otro lado la caza como medio de subsistencia humana dejó paso a la caza por diversión, sobre todo para las clases dirigentes de la antigüedad, y al final hemos terminado tratando a las especies “cinegéticas” como un monocultivo más, eliminando a los depredadores del mismo modo que un agricultor fumiga sus tierras para eliminar las plagas de las cosechas. Estos son procesos esperables en una especie que se ha librado de muchos de los frenos que le imponía la ecología, y que da rienda suelta a sus impulsos de manera irreflexiva. Ni siquiera implican una actitud culpable. Pero a mediados del siglo XX empieza a insinuarse una naciente conciencia ecológica, y surge la necesidad de autojustificación para perpetuar la persecución contra los depredadores. Así se desarrolla la teoría de que los carnívoros necesitan ser controlados por el ser humano porque, si se les dejase, acabarían con las poblaciones de sus presas y arruinarían el equilibrio de la naturaleza. Esta idea peregrina se convirtió en una máxima entre los que buscaban hacer “ingeniería” con la naturaleza salvaje, y llevó a las autoridades de los parques nacionales de algunos países a erradicar a los depredadores para que sus presas viviesen mejor.

 

En la segunda mitad del siglo XX se sucedieron los estudios de campo concienzudos que demostraron el absurdo trágico de esas medidas de control de depredadores. Hoy sabemos que la acción de los carnívoros tiene efectos en cascada que benefician al ecosistema, repercutiendo en la salud de la vegetación y hasta del agua. Pero además, los datos de la paleontología nos dan la perspectiva histórica necesaria, mostrándonos que la biodiversidad actual no es más que un fotograma en la película de la evolución de la biosfera. Si sólo vemos el presente, nuestra percepción es plana porque nos falta la dimensión temporal. Ahora sabemos que la relación entre los carnívoros, los herbívoros y las plantas es parte de un proceso de coevolución que se desarrolla a lo largo de millones de años, y cuando la especie humana interfiere con estos procesos es como soltar un elefante en una cacharrería. El impacto de nuestras prácticas de tala y quema para dar prioridad absoluta a los pastos durante los últimos siglos ha desencadenado un proceso de desertización en la península cuyas consecuencias apenas estamos empezando a sufrir.

 

Ahora bien, la paleontología es una ciencia histórica, más que experimental, y cabe preguntarse: ¿sería posible realizar un experimento que demostrase las hipótesis basadas en el estudio del pasado? Podemos decir cuantas veces queramos que los espacios naturales de nuestra Europa podrían recuperar su salud, diversidad y productividad si dejásemos de intervenir y de “gestionarlos”, pero para demostrarlo sería necesario un experimento. Ahora bien, ese experimento ya se ha realizado, y en estas fechas está de actualidad: se llama Chernobyl, y durante sus 30 años de abandono lleva demostrando lo que ocurre cuando se deja a una amplia zona librada a los mecanismos y equilibrios de la naturaleza. Desde los bosques que, libres de la gestión forestal de los funcionarios soviéticos han recuperado una productividad asombrosa, hasta los lobos, que han regresado libremente a la zona y mantienen el equilibrio de una floreciente población de ungulados, el escenario de la peor catástrofe nuclear de la historia se ha convertido también en un gigantesco laboratorio en el que comprobar el funcionamiento de una naturaleza prácticamente prehistórica.

 

Así pues, sólo desde la ignorancia y la miopía se pude entender la “gestión” de la fauna que se realiza en nuestro país, donde en los cotos de caza se matan miles de carnívoros todos los años a mayor gloria de un pasatiempo anacrónico que esquilma el medio y retrasa la modernización de amplias regiones de España. Pero la complicidad de las administraciones con esa “extinción de alimañas” de tintes franquistas es un ejemplo de corrupción en toda regla, poniendo el patrimonio natural de todos en manos de unos analfabetos ambientales con la misma visión de futuro y solidaridad que los capos de la mafia siciliana. Por todo ello, querido lector, la proxima vez que oiga hablar de “control de depredadores” le invito a que recuerde dos lugares: Batallones y Chernobyl. El pasado prehistórico, el presente nuclear, y todo lo que ha ocurrido entre medias. Entonces sospechará que nos estamos jugando cosas más serias que el hobby cinegético de unos señoritos o la continuidad en el cargo de unos políticos cortos de miras. Estamos hablando del aire que respiramos, del agua que bebemos, y de la continuidad de los procesos de la biosfera que nos mantienen con vida. Que cada uno ponga las cosas en la balanza y saque sus conclusiones.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

SUPERSTICIONES, GRAJOS Y LOBOS

El chotacabras es un ave nocturna que recibió su sonoro nombre en los tiempos en que la gente le atribuía la insólita costumbre de mamar de las ubres de las cabras. Hoy sabemos que se trata de un ave insectívora vital para el ecosistema, pero imaginemos por un momento que una parte de la población aún creyese en la superstición medieval y se pidiesen “controles” para proteger a las cabras, ¿Qué actitud debería tomar la administración? ¿Deberían matar al menos unos pocos chotacabras, en un intento de mantener la concordia? Lo cierto es que hoy en día la ignorancia sigue atribuyendo comportamientos imposibles a otros animales, como meloncillos y buitres, retratándolos como azotes del ganado, pero la más reciente y sorprendente leyenda es la de los grajos asesinos, un alarde de imaginación digno de una película de Hitchcock. Un colectivo de ganaderos de ovino de la provincia de Burgos se ha quejado de que los “grajos” (denominación coloquial con la cual seguramente se refieren a las grajillas, o tal vez a grajas o cornejas) están matando ovejas en sus explotaciones. Esto sería una muestra casi entrañable de colorido local si no fuese porque los sindicatos agroganaderos se han apresurado a hacerse eco de la superchería y la han convertido en reivindicación, exigiendo a la consejería de Medio Ambiente de la junta de Castilla y León que “controle esta especie”. ¿Debería acaso la junta matar grajillas para aplacar a los sindicatos, aunque estemos ante observaciones tan carentes de base como las que valieron su nombre al chotacabras?

No es menos grotesco lo que está ocurriendo con el meloncillo en otras zonas de España, donde se acusa a este herpéstido de matar ovejas y hasta vacas. Cualquier zoólogo sabe que la dieta de las mangostas, incluyendo al meloncillo, se basa en el consumo de invertebrados, reptiles, anfibios y pequeños mamíferos, y que el ataque a grandes ungulados es simplemente una imposibilidad biológica. Pero esto no impide que la prensa local olvide todo atisbo de rigor periodístico y publique los relatos más inverosímiles, convertidos por los sindicatos en leña para el fuego de la perpetua reclamación de “controles”. Ahora bien, cuando los mismos medios que publican historias sobre grajos, buitres y meloncillos sedientos de sangre nos bombardean con incontables relatos sobre ataques de lobos, ¿cuánta credibilidad les podemos dar?

Lo cierto es que ante la ignorancia, bien o mal intencionada, caben dos respuestas: combatirla mediante la educación, o “dialogar” con ella en plano de igualdad. Por desgracia, desde la administración y desde algunos sectores del conservacionismo parece que se ha impuesto la segunda opción. Hace tiempo que se predica y se practica una supuesta equidistancia en la conservación de los carnívoros y en particular del lobo, y aquí entra en juego una peligrosa vertiente “social” de la política medioambiental. Se dice que la gestión de los carnívoros siempre será un tema conflictivo, y que por lo tanto hay que “ceder” ante las demandas de controles letales. Aun cuando se ha demostrado científicamente que matar lobos no disminuye sino que aumenta el número de ataques al ganado, se siguen sacrificando numerosos ejemplares en el altar de la ignorancia, para aplacar la desazón social.

Pero los hechos son tozudos. Aunque en España se están matando lobos desde hace décadas en un intento de apaciguar el malestar, no hay ningún indicio de que estos sacrificios estén creando la paz que se perseguía. Al contrario, cuando se percibe que la administración responde a las demandas con más matanzas, el siguiente paso es pedir aún más, como estamos viendo: el exterminio local y las siniestras “zonas libres de lobos”. Al aceptar negociar con la ignorancia hemos creado un monstruo insaciable que se alimenta del conflicto continuo. Los administradores de nuestro patrimonio natural se parecen a aquellos sacerdotes aztecas que pedían sacrificios humanos para propiciar a los dioses de la lluvia, y cuando no funcionaba, concluían que los dioses aún no estaban satisfechos y exigían aún más muertes.

Aún no es tarde para remediar estos entuertos. Desde las redacciones de la prensa regional se puede exigir profesionalidad a los periodistas. Desde las administraciones se puede recuperar la confianza en que las personas, si se les informa y se les respeta, pueden dejar atrás la ignorancia. Y desde el conservacionismo se puede abandonar la psicología del rehén y exponer los hechos con honestidad, en lugar de tratar a los paisanos como niños irritables a los que no se pueden contar las realidades de la ciencia porque no las entenderían. Claro que las pueden entender. Asumir que la ignorancia ha venido para quedarse y renunciar a remediarla es la muestra más flagrante de una mentalidad retrógrada y reaccionaria, cuando no un indicio del afán de utilizar esa ignorancia con fines demagógicos. La educación es una labor larga y esforzada, pero es la única garantía de progreso real, en asuntos de conservación y en todos los demás. Y matar lobos no puede ser la alternativa a la educación ambiental, aunque para una administración oportunista resulte, desde luego, bastante más fácil.

 

Mauricio Antón

Vicepresidente de Lobo Marley

DEFENDIENDO AL LOBO SIN COMPLEJOS

Este 13 de marzo en la Puerta del Sol la sociedad lanzó un mensaje muy claro: queremos al lobo ibérico vivo y protegido, y lo queremos ya. Pero en Lobo Marley, al tiempo que nos alegrábamos por esta fiesta de la participación ciudadana, nos temíamos que los ataques de las fuerzas de la parálisis social nos iban a llegar en breve. Sabíamos que, donde la mayoría vemos un caudal de fuerza e idealismo, otros verían la ocasión de sembrar dudas y cizaña. Y en efecto, en medio del torrente de ilusión por la defensa del lobo que domina las redes sociales desde el domingo, detectamos mensajes amargos que no parecen tener más propósito que poner varas en las ruedas del cambio, y nos hacen recordar porqué en este país algunas cosas parece que no cambian nunca.

 

Un ejemplo es el artículo titulado “De Lobos y Toros” publicado en un blog asociado a la revista “Vanity Fair”. Aunque el autor presume de querer “el lobo vivo, por supuesto”, en seguida pasa a acusar a Lobo Marley de “miserable” y “canalla” a cuento de un texto publicado en nuestras redes tiempo atrás. En aquél texto se planteaba la ambigüedad de algunas reivindicaciones ganaderas, y es posible que su retórica no fuese la más políticamente correcta. Cada articulista se mueve dentro del margen de maniobra de su propio estilo, cosa que el bloguero en cuestión sabrá valorar mejor que nadie. En todo caso, desde Lobo Marley como asociación queremos expresar, una vez más, nuestra comprensión hacia el sufrimiento de aquellos ganaderos que, después de haber tomado las medidas preventivas de rigor, puedan padecer el ataque del lobo sobre su ganado. En nuestras filas militan ganaderos responsables, y nuestra postura oficial a favor de la convivencia entre el pastoreo y el lobo es bien conocida. De hecho abogamos por un pacto territorial que estimule eficazmente esa convivencia. Pero hablamos, eso sí, de una ganadería sensible hacia el medio ambiente y el bienestar animal, y no de una explotación sin escrúpulos de nuestro patrimonio.

 

Pero el desacuerdo del bloguero con el texto en cuestión sólo es el punto de partida para desatar un argumento mucho más tóxico: la consabida descalificación de cualquier reivindicación conservacionista acusándola de provenir de “ecologistas de salón”. Este mote despectivo se viene aplicando a prácticamente cualquier persona preocupada por el medio ambiente, por la mera razón de que viva en una ciudad como le ocurre, lo quieran o no, a la gran mayoría de los habitantes de Europa occidental. El fundamento de esta acusación, según la cual habitar en una urbe inhabilita a cualquier ciudadano para reclamar que se cuide su patrimonio natural, es tan patético que nos asombra que un tópico tan grosero se pueda repetir impunemente en pleno siglo XXI.

 

Fomentar esta falsa dialéctica, que busca crear un conflicto entre dos mundos profundamente interconectados como son el campo y la ciudad, es una manera perversa de matar el tiempo por parte de alguien que cobra por jugar con las palabras. Pero aún más lamentable es el tópico del que hace uso en los últimos párrafos de su ocurrencia literaria, cuando, tras mostrar la imagen sangrienta de una res semidevorada, invita a sus lectores a pensar: “¿Imagina usted que en su trabajo le sucediese algo similar?”. Este llamamiento es tan absurdo como demagógico. Por supuesto que eso es algo que todos hemos imaginado alguna vez, y es la razón por la cual cada tendero compra candados para su negocio, y cada taxista tiene que dejar su coche cerrado y aparcado cuando se va a su casa a descansar.

 

El bloguero admite que él no acudió a la manifestación, lo cual es patente por el desconocimiento desde el cual profiere sus descalificaciones. Si hubiese estado allí, sabría que 230 agrupaciones, incluyendo a los pesos pesados de la conservación en España, no se suman a la ligera a una concentración como ésta. Sabría que el acto generoso de acudir a Madrid desde el campo o la ciudad, desde Zamora, Galicia, Portugal o Francia para defender lo que es de todos y de nadie al mismo tiempo, le da a los manifestantes una autoridad moral a la que él nunca podrá aspirar. El artículo concluye con una propuesta casi angelical: “que ganaderos, administración y conservacionistas trabajen juntos”. ¿Piensa acaso el autor que los que acudimos a la manifestación deseamos algo distinto? El recurso de invitar a la concordia para dar a entender que los demás no la queremos es un truco simple pero de peligrosa efectividad.

 

Puede parecer desproporcionado que dediquemos tanto espacio a un producto literario de segunda como el que nos ocupa. Sin embargo, por la manera superficial en la que repite los tópicos más retrógradas contra el compromiso medioambiental, ese artículo resulta ilustrativo. Una vez que la sociedad se ha expresado con la contundencia con que lo hizo el 13M, es previsible que veremos muchos más ejemplos de esta retórica barata. Este bloguero es sólo uno entre muchos que usan las mismas tácticas, y es importante que sus efectos no nos pillen desprevenidos. Tenemos un largo y laborioso camino por delante, y piedrecitas como ésta las vamos a encontrar una y otra vez. ¡Que no nos hagan tropezar!

 

 

El equipo de Lobo Marley